tres hacia el centro

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No daba crédito a lo que oía. ¿En serio le había pedido que le enseñase a bailar?

Consciente de que había captado su atención, el chico se acercó a Lyra, poniéndole tímidamente una mano en el hombro.

  —Perdona, eso ha sido un poco repentino...

 Ella parpadeó, una sonrisa comenzando a abrirse paso en sus labios.

—Un poco sí, la verdad.

El chico retiró la mano, y se puso delante de ella. Al tenerle tan cerca, de alguna manera, Lyra no pudo evitar observar la forma casi adorable en la que sus rizos marrones caían en su frente, tapando unos ojos color chocolate enmarcados por unas pestañas tan largas que casi la hacían sentirse celosa.

Un silencio incómodo se instauró entre los dos, cuando ninguno dijo nada tras su comentario.  Lyra sentía la curiosidad bullir. ¿Por qué se lo había pedido a ella, cuando nadie a parte de Ara sabía que bailaba? ¿Y por qué a una semana de acabar su último año? Ya que lo había localizado, no le cabía duda de que era de su edad, lo que significaba que estaban en la misma posición. No tenía sentido, se mirase por donde se mirase.

Como si pudiera leer las preguntas en sus ojos, el chico se decidió a hablar.

  —¿Me creerás si te digo que es por una apuesta? —Lyra resopló. No terminaba de entender de qué iba aquello—. Ya veo que no.

  —No pareces ese tipo de chico, si te soy sincera.

Él dio un paso atrás, sobresaltado por la decisión que exudaban las palabras. Ella se limitó a encogerse de hombros.

—Soy una persona directa. ¿Cómo has sabido que bailo?

No había un tinte de acusación en sus preguntas, tan solo un sutil aire de curiosidad.  

  —Yo... —Un ligero rubor cubrió el cuello del chico—. Te vi ese día, cuando creías que todos nos habíamos ido.

 Te vi ese día, cuando creías que todos nos habíamos ido

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próxima actualización: 14/5

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