Prefacio

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La noche en la que todo sucedió, el viento soplaba con furia y el cielo parecía estar cayendo. Fenómenos así solo ocurrían cuando los dioses echaban fuego por las orejas y castigaban a la tierra por la barbaridad de sus hombres, o al menos, así se creía en esos tiempos. Rechazar el refugio y calidez que un hogar ofrecía era una decisión estúpida -suicida incluso, pero a Alexandria Scovitz no podía importarle menos si la tormenta la levantaba de sus propios pies o la golpeaba contra el pavimento.

Alexandria era una mujer de cuarenta años con manos temblorosas y visibles canas en su cabello, el cual caía sucio y descuidado sobre su espalda. No siempre había sido así, sin embargo: Alexandria solía ser radiante; era, usualmente, una luz refrescante entre el caos de la imponente Iglesia y la amargura que parecía vivir dentro de cada uno de los habitantes de su pueblo.

Tres años atrás, Alexandria y Giovanni Scovitz contrajeron matrimonio en secreto, luego de que ella y su previo esposo, Críspulo, decidiesen que no podían continuar juntos. Su unión había sido, como muchas, planeada y a una muy temprana edad, lo que creó un ambiente disfuncional e hizo que ambos consiguieran amantes por su cuenta a los prontos dos años de desposorio. Finalmente, habían decidido que lo que mejor, separarse a espaldas del pueblo, que indudablemente fulminaría a ambos con miradas que ninguno de los dos querría enfrentar.

En ese tiempo, Alexandria llevaba ilusión en los ojos, y en ella surgió el deseo de ver su vientre crecer con una criatura; una semilla que representase lo que era poder amar a alguien de verdad.

Esperó, entonces. Cuatro, cinco, seis meses que no le mostraron diferencia alguna. No se cuestionó que aquello había sido una simple coincidencia, un error sin mayor importancia. La segunda vez, sin embargo y a pesar de no hablar de ello en voz alta, dudaron, y el miedo se reflejó en sus cuerpos al intentar una vez más. Esa última vez, Alexandria no pudo evitar echarse a llorar por noches y meses enteros al comprender que, en efecto, no eran capaces de concebir a un bebé.

Con el tiempo, las lágrimas habían dejado de caer, posiblemente porque el cuerpo de Alexandria ya no era capaz de producirlas al alimentarse tan mediocremente. Nada de esto significaba que el dolor se había marchado. Era lo contrario: se adhirió a su cuerpo como pintura fresca en una pared. Se volvió parte de ella.

Obligarse a comprender que ella era asquerosamente infértil afectó severamente su personalidad y trato con el entorno, haciendo que la una vez sonriente y carismática Alexandria sea reemplazada por una versión fría e indiferente. Era evidente para todos quienes aún permanecían cerca de ella que poco a poco, un desorden mental había poblado su cerebro, pero no decían nada porque nadie tenía idea de por qué. Nadie, excepto Giovanni.

Giovanni nunca fue el hombre más fuerte. Desde que era un niño, el solo pensamiento de un ser muriendo inocentemente aguaba sus ojos; su sensibilidad era la principal razón por la que Alexandria se había enamorado de él entre todos los demás. En esta situación, sin embargo, era imposible darse cuenta. Y es que Giovanni la amaba tan sinceramente, tan desde el fondo de su corazón, que desde el primer momento se obligó a mantenerse fuerte. Sabía que no podía rendirse. Él era la última esperanza que quedaba para Alexandria, aún sin saberlo ella misma, y Giovanni estaba dispuesto a todo por ella, a pesar de ser notablemente diferente a como él la recordaba.

La rutina diaria era así: Giovanni salía a trabajar temprano por las mañanas, mucho antes de que Alexandria se levantase. Ella solía permanecer en la cama observando el techo por un par de horas antes de ir a la cocina a comer (con suerte), y continuar posando sus ojos en cualquier rincón de su hogar con la mirada vacía. Su hermana llamaba de vez en cuando, pero ella no se dignaba en contestar el teléfono –a veces, estaba tan perdida en sus pensamientos que ni si quiera lo escuchaba sonar. Giovanni volvía a casa apenas caía el sol, alimentaba a su esposa, le daba todo el cariño que ella le permitiese y luego, ambos iban a dormir.

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⏰ Last updated: May 05, 2018 ⏰

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