"Un Mundo De Distancia"2da parte.

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Nunca la interrumpió, ese era su momento de paz, la melodía era bella y pacífica.

 Siempre miraba a la luna cuando cantaba, Sora pensó que así es como se comunicaba con “él”.

  En un idioma que solo ellos entendían.

   

     Su hija cerraba los ojos y recitaba las palabras casi como una plegaria, la melodía salía fluida y rica.

    Nunca había escuchado a su hija cantar, a veces le parecía ver un par de alas blancas en su espalda y en la de su hijo cuando la luz de la luna se reflejaba en ellos.

 Eso sólo le recordaba que su estadía era efímera.

   Sora sabía que solo era cuestión de tiempo para que su hija se volviera a ir.

   Pero primero necesitaba calmar su corazón y poner en orden sus sentimientos.

   Muy probablemente quería terminar la preparatoria y después marcharse.

    Sora soltó un largo suspiro y regreso a la cocina para servirse ella misma una taza de café.

    Quizá la ausencia de "gon-chan” y Hitomi sería menos pesada cuando Akane y Mamoru le trajeran a tatsumi un nuevo nieto o nieta.

   Todavía no sabía como se lo tomarían su marido, pero después de lo que acontecía en su familia… los niños no planeados no eran gran cosa.

                      ❣

 - Te ves contento Ferrara-san ¿La joven que acosas te a dicho que si? - pregunto Makino-san medio en broma.

  Gabriel se sonrió y dejó salir una profunda y rica risa que estremeció cada célula de el cuerpo de Makino-san.

 - ¡Si! Este sábado iré a la boda de su hermano, me dijo que me guardara uno o dos pasos.- Gabriel se terminó de servir café y se despidió de Makino-san.

 Makino-san era una joven secretaria que no tenía mucho de entrar a la empresa, se había fijado en Gabriel en el mismo momento en que lo vio subir al ascensor.

 Pero el no estaba interesado en nadie, el único motivo por el cual el seguía en Japón… “se llama Hitomi kansaki”.

 No la conocía, pero si él estaba interesado debía ser muy bonita. Era horrible sentir envidia de alguien a quien no conocías.

  La joven hizo su café y regresó a su escritorio, debía dejar de fantasear con ese hermoso latino.

  Gabriel contaba las horas para que fuera sábado, tenía mucho revoloteando alrededor de Hitomi.

   Había ido y venido de hokaido, se había tragado su orgullo y pedido ayuda a su padre para encontrar un trabajo en un despacho amigo de la empresa y había tenido mucha suerte en encontrar un pequeño lugar para él en una compañía cerca de kamakita.

  Todos los días pasaba por la escuela de Hitomi y la visitaba en el pequeño restaurante donde trabajaba de medio turno.

  Inclusive el bebé se había acostumbrado a su presencia y lo había cargado en brazos varias veces.

   "Bendito niño, si no fuera por él la madre no le haría ni casó”

                       🎼

   Las bodas japonesas eran un poco desconcertantes, a diferencia de una boda latina donde todo era música y diversión.

    En Japón luego de la boda en la iglesia… si es que había ceremonia…

     La pareja era puesta en un escenario donde la fuente subía y hacía un pequeño y bonito discurso sobre la pareja de casados.

     

     Por suerte para él y para el asombro de todos los invitados, Mamoru tenía amigos norteamericanos que vaya que si cambiaron el ambiente llevando una banda de la música que a Akane le gustaba.

 Aquello se convirtió en lo que vulgarmente se llama jolgorio.

 Incluso el padre de Mamoru estaba muy animado.

 La recepción fue en un hotel de prestigio, los padres decantando no estaban para nada contentos con la situación, pero sabían bien

cómo fingir una cara feliz y derrochar dinero en una boda estilo occidental era su mejor manera de aparentar que todo estaba bien.

 Gabriel busco a Hitomi entre la multitud, pero la encontró en la barra totalmente sola o asi lo parecía.

 Se sentó a su lado y ella pareció agradecer la compañía y vio porque.

 - ¡Cariño! ¿Donde estabas? Tengo rato esperándote.- Gabriel le siguió la corriente y el tipo gordo a su lado se mostró visiblemente molesto. Gabriel comprendió de inmediato y aprovecho.

 Perdona amor, estaba deceaba a tu hermano buena suerte, por cierto llame a cada y la niñera dice que “gon-chan” está un poco necio pero está bien.- Gabriel se acercó y la eso en los labios.

 El hombre a su lado se alejó musitando algo incomprensible y los dejo solos, Hitomi le sonrió bastante sonrojada.

 - Eres un descarado…- dijo ella sonriéndole.

  - Me pasó a menudo cuando estoy a tu lado.-

 Los dos pasaron mucho tiempo en la barra mientras la fiesta continuó en el salón.

   Quizá fue el ambiente… tal vez la bebida…

 Pero esa noche vio a Gabriel con otros ojos, era un hombre persistente, no era van, nadie sería como van.

  Tal vez fue la soledad, o las muchas parejitas que se veían felices a su alrededor.

   Pero Hitomi se acercó a Gabriel y lo beso.

    Soledad… tenía que ser la soledad, tenía tanto tiempo de probar el sabor de el licor en otros labios.

   No fue un beso casto como el que le dedicó hacía unos momentos.

   El barman estaba acostumbrado a ver ese tipo de cosas, casi siempre pasaba en las bodas.

   Había algo en ellas que avivaba el romance en las parejas, la pareja frente a él se levantó y se alejó de la barra.

  Sonrió al ver la generosa propina que el latino le dejó y mentalmente les deseo buena suerte.

    Pues también la mayoría de las parejas que se sentían embriagados por el espíritu de el romance… también solían estar embriagados por el alcohol.

    Y esos dos no estaban precisamente lúcidos pero si muy dispuestos.

  La rubia bonita busco la privacidad de la barra para alejarse de su aparente familia.

  En un principio no se veía tan feliz desear celebrando la boda.

   Sin duda era una mujer casada, tenía un enorme y curioso anillo en su mano izquierda donde debía ir el anillo de matrimonio.

     

     Un hombre gordo y bien vestido se le acercó y trató de invitarle un trago, pero ella alegó que estaba casada y esperaba a su marido.

    Pero el gordo era idiota y noble hizo casó, ella se estaba cansado y el bartender estuvo a punto de advertirle que llamaría a seguridad si seguía acosando a la mujer.

  Fue cuando vio a su caballero de brillante armadura.

  Su buen ojo reconoció el verdadero interés en el recién llegado, el barman vio al gordo darse por vencido por el momento, pero a lo lejos vio que trato de hacer lo mismo con un par de chicas jóvenes.

  Seguramente terminaría golpeado en alguna esquina, pues esas chicas venían con la banda y los integrantes no parecían nada amables...

"LOS HIJOS DE LA LUNA"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora