00: Prólogo

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Lo único que salía de esa habitación eran suspiros y gemidos a esas horas de la noche, lo que era normal pues estaban escondidos en el cuarto para huéspedes de una casa ajena, en la que había una fiesta. Las sábanas estaban pegajosas debido al sudor, y los cuerpos parecían brillar ante la luz debido a la impresión que el sudor causaba sobre ellos.

Un chico de cabellos negros intentaba hacer que el contrario, de cabellos rubios, baje el tono de sus gemidos, ya que cualquiera podría oírlos en la fiesta que había fuera, a pesar del ruido.

El rubio soltó un gemido.

—¡O-Otabek!— Tembló de placer y nuevamente gimió al sentir el miembro del mencionado golpeando una y otra vez su próstata, dentro de si mismo.

Otabek acarició su espalda, dándole a entender que debía relajarse un poco y no gritar tanto.

—Yura — Llamó su atención, mientras el rubio no dejaba de gemir y suspirar suavemente — Con cuidado, gatito.

Clavó nuevamente su miembro en el interior del menor y dejó que reprima un gemido alto, solo uno, para luego comenzar a mover las caderas del rubio que estaba sobre su regazo, de arriba a abajo.

Notó como el joven comenzaba a exasperarse, intentando moverse más rápido y con más fuerza.

—B-Beka...Más...— Habló en un hilo de voz, debilitado por la potencia de algunos gemidos fuertes y el movimiento de caderas, además del sentimiento en su interior.

Intentaba moverse con más fuerza liberando quejidos que rogaban una mayor fricción, y un movimiento más fuerte, guiándose con las manos hacia el pecho de Otabek.

Este detuvo su movimiento brusco y se acomodó mejor en un segundo.

—Cálmate, Yura...— Dijo suavemente, acariciando su espalda mojada con poca dificultad.

No hacia esto de hacerlo callar sus gemidos a propósito. Digamos que follarte a tu mejor amigo (y por cierto, chico que te gusta) no es algo que todos deban saber. Además, sus amigos están afuera e iban a molestarle de aquí a la eternidad con ello.

Otabek notó como el volumen de la música incrementó repentinamente y decidió ir con más rudeza y brusquedad hacia Yuri.

Éste gimió alto mientras Otabek volvía a penetrarlo con fuerza y se sumó a un ritmo algo violento pero cuidadoso, yendo rápido. Parecía dejarlo gemir esta vez, pero solo es por el volumen de la fiesta, ni más ni menos.

Otabek lo levantó y cambió la posición, poniendo a Yuri sobre sus rodillas y antebrazos en la cama, entró nuevamente y se apoderó de la cavidad de Yuri con fuertes estocadas.

—¡Ah~! — Gimió Yuri de repente — ¡B-Beka, más!

Y cumpliendo con sus ordenes, el kazajo atacó con más potencia al rubio. Sintiéndose cerca del límite.

Pasaron unos segundos con esa fuerza hasta que se detuvo, y de una estocada, todo su miembro volvió a entrar, golpeando en el punto débil del menor.

Se acercó a su rostro, y preguntó:

—Estoy por venirme, gatito, ¿Lo hago adentro o afuera? — Volteo su rostro y dejó un beso en su mejilla.

Dio otra estocada tan fuerte como la anterior y Yuri dejó salir un gemido. El deseo lo podía llegar a poseer si no lo hacía ya.

—A-Adentro, Beka...por favor, adentro — Gimió tocando su miembro, el cual ya se había venido una vez hacía rato.

Se masajeó rápidamente el miembro, mientras se volvía a acomodar para que Otabek lo penetrase nuevamente. Y así ocurrió, y se notaba cuando comenzaron a escucharse nuevamente los gemidos altos del ruso.

El mayor se movía con rapidez y fuerza, sintiendo que estaba cada vez más cerca de venirse, deseando hacerlo con sentimientos de y estar exhausto.

—Yu-Yuri... — Gimió esta vez Otabek — M-Mé vengo, gatito...

—¡Ah~!— Gimió tratando de hablar — ¡H-Hazlo Beka!

Volvió a moverse con más ímpetu que antes, sacándole los gritos más deliciosos a Yuri, y a punto de caer en la cama por el cansancio.

Dio las últimas estocadas, dejando salir su líquido dentro de la cavidad de Yuri. Ambos se tiraron en la cama, respirando exhaustos, tratando de recobrar el aire con cada inhalación.

—¿Te gustó?— Habló el kazajo, ya recuperando el aliento.

—Me encantó — Rió Yuri, respirando — ¿Y a ti?

—A mi también — Sonrió Otabek.

Se miraban tan felices, con ganas de devorarse los labios, pero no podían. Ninguno conocía los sentimientos de amor del otro, por lo que solo podían tener sexo mientras tanto.

Cosas como esta, eran habituales entre ellos dos: un paciente con ansiedad y estrés, último un médico sin experiencia y una terapia que ofrecer. Por así decir.



¡Hola! He aquí la autora de esta historia ❤️
La idea de esta historia nació hace unas semanas, cuando vi algo en un cómic OtaYuri que decía "tal vez tener sexo para regular la ansiedad no es el mejor método" y de ahí se me prendió la chispa 😂
Díganme que les parece y si quieren que continúe con esto.
Besos de Pinky-Pinky 💕

Terapia (OtaYuri)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora