Lucky. | [TenSemi]🌺

Across the water, across the deep blue ocean.

En su vida, Semi Eita se sentía afortunado de 3 cosas.

1.- Tener un hogar al cual regresar.

A pesar de que Shiratorizawa era un internado, él solía visitar a sus padres cada que la oportunidad se presentaba y siempre era bien recibido. Se sentía afortunado por tener un lugar al cual llamar hogar.

2.- Lo lejos que había llegado por su cuenta.

Ser el armador titular de una escuela como Shiratorizawa era algo de lo que se sentía increíblemente afortunado y orgulloso; ser parte de un equipo así le demostraba al mundo y a sí mismo que los sueños podían cumplirse.

3.- Haberse enamorado de su mejor amigo.

Si bien había mil razones por las que esto no era la mejor idea del mundo, el no se arrepentía. Aunque ambos fueran hombres y Tendou disfrutara de romper corazones y quebrar espíritus, él no podría hacerlo con Semi. Eran mejores amigos y los mejores amigos no se hacían daño entre ellos, por eso, cuando descubrió sus sentimientos, se sintió afortunado. ¿Quién mejor que tu mejor amigo para cuidar tu corazón? La respuesta siempre había sido sencilla.

"¿Me estás escuchando, Eita?"

"Lo intento," bufó. "¿Qué decías?"

"Tan malo," contestó Tendou. "te decía que Wakatoshi-kun es increíble, ¿no lo crees? ¡Logró entrar al equipo nacional!"

Semi asintió, Ushijima era increíble.

"Creo que es lo mejor que le ha pasado a Shiratorizawa."

Semi estuvo a punto de volver a afirmar con la cabeza, pero la cara de Tendou lo dejó inmóvil; las mejillas sonrojadas, los ojos brillantes y la mirada perdida...

Mierda.

"¿Acaso te gusta Wakatoshi, Tendou?"

Esta vez, la cara de Tendou hacía juego con su cabello. Semi comenzó a mover los dedos en un tic nervioso.

"¿Q-qué cosas dices? ¡Las clases van a comenzar ya!"

Semi podía encontrar varias cosas mal en esto. La primera es que a Tendou nunca le habían importado las clases, pero de todas formas se levantó tan rápido como pudo y se alejó de la mesa que ambos ocupaban.

Mientras Semi se quedó ahí, sentado sin poder moverse, el aire escaseando y su pecho ardiendo con solo un pensamiento.

Él no lo negó.

. . .

Se había resfriado, eso era obvio.

Su cuerpo se sentía pesado y su respiración era lenta, los ataques de tos repentinos no ayudaban tampoco, aunque tuvo suerte de que sus compañeros y profesores no preguntaran mucho y simplemente lo mandaran a la enfermería.

También ayudó el que la doctora le creyera todos sus síntomas y le diera un tratamiento especial para su resfriado.

Pero Semi sabía la verdad aunque no quisiera aceptarla.

Los dos pétalos rojos manchados con sangre que guardaba en su pantalón eran la prueba de la verdad y por más que lo deseara, no desaparecerían ni aunque convenciera a todos de que tenía un resfriado.

Era común. Era tan común que incluso la cirugía era gratis.

La mayoría de la gente se declaraba, los rechazaban y luego iban al hospital. Era lo mejor y lo más saludable, simplemente olvidar todo y continuar con tu vida.

La cirugía retiraba la flor que crecía en el pecho de la persona enferma y con ello, se llevaban los sentimientos y recuerdos que tenías de tu amor unilateral. Solo una cirugía y los sentimientos que cosechaste a tal grado de crear una flor en tu interior se iban, sin dejar recuerdo de su existencia.