Prólogo.

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La primera vez que la vi estaba desnuda, pero no fue su figura la que me dejó  a sus pies puesto a que su cuerpo de no era mi ideal. Me pareció pretenciosa, de ese tipo de persona que no quiero cerca. Sus movimientos eran todos demasiado refinados y delicados; un pequeño soplido del viento parecía capaz de acabar con ella. Se veía que pasaba horas cuidando de su apareciencia, pues veía su reflejo cada vez que pudiese y no se había desmaquillado a pesar de estar en un sauna;  se esmeraba por evitar el contacto con cada persona que pasase cerca suyo a menos de que fuese para pedir un favor, miraba a todos los demás como si no fueran dignos de hablarle o, si quiera, de mantener contacto visiual. Y todo hombre que osara a posar en ella su mirada por más de 5 segundos inmediatamente obtendría una mirada fugazmente discriminatoria,  como si creyera que todos quieren algo de ella. Fue todo eso lo que me impulsó a observarla cada día,  juzgando desde mis adentros.

Seguro ella era el centro de su propio mundo.

Poco después,  también fue el centro del mío.

Ese día,  no le hablé. Es más, honestamente, me pareció repulsiva: una persona demasiado superficial y como he dicho antes, pretenciosa. Pero conforme pasaron las semanas, la vi en el mismo sauna a la misma hora cada sábado, y esto me parecía bastante curioso. Era algun tipo de rutina de belleza o su semana suponia ser suficientemente estresante como para querer relajarse cada sábado como rito al alma. Quise acercarme varias veces pero algo en su mirada me aseguraba que no quería hablar conmigo. Tal vez soy demasiado para ella, me atreví a pensar alguna vez.

Lo sorprendente es que fue ella quien entabló nuestra primera conversación.

- ¿Vienes acá todos los sábados?- no era la primera vez que escuchaba su voz, pero era la primera vez que la escuchaba de forma clara y, sobre todo, era la primera vez que esta era dirigida a mi. Su tonalidad se me hizo dulce, y su pregunta, vacía. La forma en la que me miraba denotaba cero interés,  como si solo hablara para ella.

- Nos hemos visto acá cada sábado  por más de 3 meses. Creo que es obvio.- respondí, al igual que ella, sin interés alguno.

- Ah. Como te veo seguido pensé que tal vez debería decir hola.

-... Hola.

Ahí acabó. No volvimos a cruzar palabra hasta que el destino, de forma mágica, nos unió nuevamente en un laboratorio de ciencia.

Fue su novio quien nos presentó.

De forma más exacta, mi hermano.

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2018 ⏰

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