Segundo Estadio

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Segundo Estadio: 

Capítulo 3/Tres

Si a Yuzuru le hubiesen preguntado cuál era su parte favorita del día, él seguramente habría contestado que el amanecer, pero no por el precioso espectáculo que el sol ofrecía cada mañana, ni por la brisa fresca y el aroma a tierra mojada que algunos días el japonés era capaz de percibir. 

El pelinegro amaba el amanecer porque hasta hace seis meses era el único momento en el día, en que podía apreciar el rostro tranquilo y calmado de su marido, sin el ceño fruncido y sin ese mal humor con el que siempre se mostraba ante él. 

Pero en una situación como aquella, prefería mil veces ver a Javier con una mirada de molestia en su rostro, que sólo ser capaz de escuchar su corazón por medio del electrocardiograma.

El pelinegro se inclinó sobre la pequeña mesita de noche y con cuidado de no hacer un desastre, retiró las flores que comenzaban a secarse y puso unas nuevas. Dos perfectas orquídeas blancas adornadas con pequeñas flores amarillas dieron un poco de vida a la triste habitación en la que habían trasladado a su Javier hacía dos meses atrás. 

Yuzuru se acomodó en la silla que había al lado de la camilla y acarició con suavidad el cabello desordenado de Javier. 

Hace poco más de un mes, Patrick había acudido a su casa en plan de negocios. Resulta que la firma no podía esperar más a que Javier recuperara la consciencia y se veían obligados a usar el plan de contingencia que este había dejado en caso de accidente o muerte. Javier Fernández había delegado a su marido, Yuzuru Hanyu total control sobre la firma, de forma provisional en caso de accidente y por otro lado, en caso de muerte, sería el japonés quien se quedara como albacea de la parte del buffet que le pertenecía a Javier, hasta que Shoma fuese mayor.

Lo cierto es que Yuzuru no se esperaba algo como aquello. 

Era verdad que hubo un tiempo donde estaba completamente seguro de que Javier lo amaba y que haría todo por él, pero dentro de ese "todo" no entraba el buffet. Ese sueño era única y exclusivamente de Javier. Él no era parte de ese sueño. Por lo menos no en su realidad, claro que en ese mundo... bueno, todo parecía haber cambiado. 

–Javi, amor... tienes que despertar. Shoma te extraña demasiado. Lo he traído un par de veces, pero aún es muy pequeño y hay cosas que no entiende –el pelinegro llevó una de sus manos a la mejilla de su marido, acariciándola con suma delicadeza. 

–La firma te necesita, tus clientes te necesitan, cariño. Pero más importante, yo te necesito. Siento que...–Yuzuru hizo una pausa para buscar su voz, pues a cada palabra que salía de su boca, el nudo en su garganta se hacía más y más difícil de ignorar mientras las lágrimas luchaban por derramarse de sus ojos –No puedo hacer esto sin ti. 

El joven tomó una de las manos de su marido y la estrechó con esperanza. Mientras el corazón de su Javi siguiera latiendo y su reconfortante calor continuara existiendo, Yuzuru tendría esperanza. No importa cuántos días, meses o años pasaran, él esperaría por Javier. Incluso si él al final decíadia que no queria ver a Yuzuru ni en esa, ni en ninguna otra vida.

El recuerdo del día de su boda asaltó la memoria del japonés, haciendo que sus lágrimas se intensificaran y una triste sonrisa se abriera paso por su rostro. 

"Eres la persona más bella que jamás he conocido, Yuzu. Eres fuerte y sé que nunca me dejarás caer. Sé que tratarás de evitar mi caída siempre que te sea posible, y en caso de que no puedas evitarla, sé que te recostarás a mi lado para recordarme todas las cosas buenas por las que vale la pena vivir y luchar. No soy perfecto, y alguien de tan buen corazón como el tuyo se merece alguien mil veces mejor de lo que soy yo, pero te juro que no te fallaré, cariño. Viviré por ti y para ti hasta el final, porque sé que cuando el momento de volver a casa llegue, tú me tomarás de la mano y emprenderemos juntos una nueva aventura..." 

To the stars who listenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora