When there's nothing to lose and there's nothing to prove.

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"Todavía no puedo comprender como lo aguantaste tanto tiempo."

"¡Ni yo! Es decir, ¿Lo haz visto? ¡Es ridículo!"

"¡Su cabello parece la roca en la que presentaron a Simba!"

Las risas sonaban estridentes y las bromas e insultos hacia su persona no se detenían, solo se hacían más y más constantes.

Su corazón se rompía poco a poco cada vez que escuchaba alguna y a nadie le importaba.

Toda su vida había sido opacado e ignorado, la gente siempre le decía cosas como: "ridículo", "raro" y "espeluznante". Estaba harto.

¿Qué tenía de malo demostrar las vibraciones que el amor causaba? El no lo sabía, pero al mundo le daba risa.

Después de que Anya lo abandonara y descubriera que Viktor se había retirado creyó que finalmente tendría una oportunidad de demostrar lo que tenía en su interior, convertir todas las emociones que tenía encerradas en una rutina que lo expresara todo y demostrarle al mundo y a sí mismo lo que valía.

Pero nuevamente fue superado, olvidado y humillado con millones de risas que no entendieron todo el sufrimiento que sentía con cada movimiento en su rutina, simplemente recibió risas.

Se sentía orgulloso de cada patinador y de los logros que tenían pero la mayor parte del tiempo se sentía excluido y solitario. Vacío.

Las cosas que le gustaban ya no lo satisfacían y las burlas lo consumían poco a poco, dejándolo caer en un precipicio sin fondo que no tenía salida.

Su vida cotidiana se había vuelto rutinaria, normal. Sin magia, sin luz, sin nada. Iba y venía de lugares sin observar a nadie y sin escuchar nada.

Era patético.

Pero estaba cansado de serlo.

Esa noche salió del entrenamiento y se dirigió a su casa. Se bañó, se perfumó y se vistió con lo mejor que encontró en su ropero. Su cabello estaba peinado como de costumbre y el ligero delineador de ojos que tenía solo hacia resaltar mas el color de sus ojos.

Se miró por última vez en su espejo y bailo consigo mismo.

Estaba listo.

Las calles estaban vacías y mojadas pero esta vez lucían más cálidas e iluminadas, más vivas. Como él.

Se deslizaba por las calles como si estuviera en la pista, con movimientos sincronizados y largos, la música estaba en su cuerpo.

La mirada de la gente que pasaba era lo último en lo que estaba pensando.

El bar que había llamado su atención era uno que estaba bastante alejado de su casa y era muy conocido para ser un bar subterráneo.

Era de un tamaño medio pero acogedor. La música era buena aunque nadie bailara pero Georgi lo atribuyo a lo temprano que era.

Caminó hacia la barra del bar e inmediatamente una morena se acercó a tomar su pedido.

"¿Qué te sirvo?"

"Una cerveza, por favor."

La chica tomó una botella, la destapó y se la entregó. Georgi agradeció y pagó su bebida, y miró a la gente a su alrededor.

Había toda clase de personas y mientras más tiempo pasaba, más gente llegaba. Pero sus ojos estaban vacíos, fríos y Georgi no lo entendió.

El bar era tranquilo, la música era agradable y había una pista de baile. ¿Por qué el mundo no bailaba?

La respuesta fue sencilla en su mente.

Quizá simplemente nadie los había invitado.

Terminó de beber su cerveza y controlando la vibración de su cuerpo se levantó y se dirigió a una chica del bar.

Dancing with myself. | [Georgi Popovich]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora