분홍색

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Yoon Gi siempre había detestado el color rosa. Aquel chillón y estruendoso color que le hacía mal a la vista, nada que ver con su adorado negro, si había algo que distinguía a Yoon Gi era su preferencia por los colores oscuros, y el rosa era definitivamente el color que más detestaba. Probablemente lo odiaba más desde que a su peluquero se le fueron las manos y acabó dejando a Yoon Gi con un rosa pastel en lugar del rojo que quería. Y Yoon Gi tuvo que cubrirse cuidadosamente el cabello con uno de sus adorados gorros, tratando de ocultar aquel cabezón chillón resultado de un mal tinte.

Yoon Gi realmente detestaba aquel estúpido color, que le hacía parecer un chicle o un algodón de azúcar en lugar de añadirle más swag a su apariencia de chico malo. O lo hacía, almenos hasta que supo que era el color favorito de Seok Jin.

Seok Jin, un año mayor que él, coincidían únicamente en clase de música. Yoon Gi quedó prendado inmediatamente al ver al mayor cantando, con aquella voz aterciopelada escapando de sus labios rojos entreabiertos al son de su guitarra, enfundado en un grueso jeresey marrón y unas enormes gafas doradas que ocultaban aquellos ojitos castaños brillantes, haciéndole ver ridículamente precioso.

Y Yoon Gi ahogó un suspiro al ver al mayor tarareando tiernamente cerca de su taquilla. Debía escapar inmediatamente, no debía dejar que Seok Jin viese el vergonzoso desastre de su cabello. Yoon Gi se enorgullecía de su masculinidad, de su rap, de su moto y sus chaquetas de cuero, y de ningún modo iba a dejar que Seok Jin le viera con aquellas pintas y avergonzarse frente a él.

— Oh, Yoongichi. —saludó con una pequeña sonrisa amable, que hizo a Yoon Gi rascarse la nuca con nerviosismo ante lo bonitos que se veían los mofletes rojos del mayor marcándose por su sonrisa. Yoon Gi realmente detestaba los apodos, siempre se quejaba de aquellos que le ponían sus amigos, como Yoongo Boongo, a Yoon Gi siempre le pareció una idea ridícula. Pero de algún modo se sentía incapaz de replicar cada vez que Seok Jin le llamaba de aquel modo con su voz dulzona y su bonita sonrisa.

— Seok Jin hyung. —tartamudeó en forma de saludo, sintiendo sus manos cosquillear. Yoon Gi se aclaró la garganta, no entendía cómo Seok Jin conseguía quebrantar su faceta de chico rudo y hacer que sus mejillas enrojecieran y que sus piernas flaquearan. Y Yoon Gi sólo quiso desaparecer en aquel momento al sentir como las manos suaves del mayor le rozaban apenas las patillas, mientras le miraba concentrado frunciendo su boquita rosa. Yoon Gi tuvo que morderse la lengua en aquel momento para no pedirle a Seok Jin permiso para besarle.

— ¡Tu cabello es rosa! Te hace ver aún más lindo, Yoongichi. Es mi color favorito, ¿sabías? Te ves tan adorable —exclamó efusivamente el mayor, quitando el gorro azul de Yoon Gi y descubriendo la brillante cabellera, pasando delicadmente sus dedos por las hebras rosadas del más bajo en una suave caricia. Y Yoon Gi quiso decir que no, que él no era para nada adorable, que él era un chico rudo y que dejase de decir bobadas. Pero al sentir como la mano de Jin se acomodaba sobre una de sus mejillas, cualquier queja murió en sus labios.

Yoon Gi miró a Seok Jin fijamente, su cara ardiendo. Y notó que en Seok Jin todo era rosa, sus labios, sus mejillas, su nariz, su enorme suéter que le hacía ver tan pequeño a pesar de ser más alto. Y Seok Jin se veía tan precioso con el rosa sobre él, que Yoon Gi olvidó por un momento cuanto detestaba aquel color.

— Tus cachetes se han puesto rosas, Yoongichi. Eres tan bonito. —sonrió mientras rozaba con las yemas de sus dedos las mejillas calientes de Yoon Gi, su aliento escapándose al ver como Seok Jin se inclinaba lentamente hacia él, rozando sus narices y apreciando el destello de sus ojos cafés tras sus gafas doradas y su brillante cabello castaño.

Y Yoon Gi vió rosa en el momento en que sintió los suaves y tersos labios del mayor acomodándose a los suyos, en un tranquilo roce que le hacía perder la razón. Sus párpados se cerraron y sus manos se posaron tímidamente sobre el pecho de Seok Jin, quien profundizó el beso tomándole de las mejillas.

Y a Yoon Gi nisiquiera le importó tener que ponerse de puntillas ni que Seok Jin tuviera que bajar la cabeza para que sus labios continuaran conociéndose, no le importó que sus amigos estuvieran riéndose, espiando detrás de la pared al ver al gruñón de Yoon Gi comportarse como un gatito manso, lo único que rondaba sus pensamientos en aquel instante era el sabor a fresas y la calidez de los labios del mayor.

Y suspiró levemente, como un gatito mimado al sentir como los labios de Seok Jin se alejaban de los suyos. Y el rosa de los mofletes del mayor era aún más intenso, sus ojitos brillaban y sus labios húmedos se entreabrían, incitando a Yoon Gi a probarlos de nuevo.

— Me gustas mucho. —dijeron a coro, y Yoon Gi sólo pudo sonreír, ocultando su sonrisa de felicidad en el pecho de Seok Jin y arrugando la tela entre sus dedos al sentir como el mayor le acariciaba el cabello.

Y a Yoon Gi nunca le había agradado el rosa, pero desde que lo vió siempre presente en las orejitas, los mofletes regordetes, los pequeños y gruesos labios del mayor, su nuca y en su infinidad de suéteres holgados, y lo sintió en cada instante que compartía con él, se había vuelto su color favorito.

no sé de dónde salió esto 😐

pink; jingiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora