Capítulo 2:
Por fin iba a salir de ese maldito manicomnio, a su parecer. No podría soportar estar ahí un minuto más. Sino se volvería loca. Por suerte faltaba menos de una hora para largarse de ese antro. Se encontraba vestida con la ropa que llevaba la última vez que la agredieron. Las marcas del cuello ya no eran tan evidentes que el primer día. Estaba sentada en la orilla de la cama. Miraba todo a su alrededor. Aún no se creía que casi la hubiesen llegado a matar. Colocó su pelo detrás de sus orejas y miró al reloj. Pronto vendría su hermano a llevarsela. Aunque tampoco estaba del todo segura. Nunca cumplía lo que decía. Era un drogadicto y alcoholico que desde que sus padres murieron no pudo hacerse cargo de nada. Siempre la culpaba. Al recordar las burlas que le decía su progenitor, buscó su móvil y auriculares y volvió a escuchar música. Ya había pasado dos horas hasta que apareció su hermano. Su ropa estaba sucia y olía a alcohol.
-Buenas busco a mi hermana.-habló el mayor ebrio.
-Bien ... aquí está.-le respondió una enfermera.-Ahora mismo la busco.
La enfermera salió despavorida a la habitación de la joven. Llamó a la puerta pero la chica no se dio cuenta. Decidió entrar para llamar su atención.
-Lilianne.-dijo la joven y bella enfermera tocándole el hombro.-Tu hermano ya está ...
-Gracias.-dijo Lilianne mientras se quitaba los auriculares y los guardaba en la mochila, junto al móvil.
Esta se levantó de la cama y salió. Caminaba rápidamente. Cuanto más rápido saliesen, menos personas la reconocerían con su incordio diario. Antes de atravesar la puerta que conectaba el hospital con el exterior, el doctor, Christopher, agarró de la muñeca a la chica.
-Lilianne. Si necesitas algo ... sabes donde estoy, ¿de acuerdo?
-Muchas gracias doctor.-susurró la joven con una leve sonrisa, para luego despedirse de él con un abrazo.
Caminó junto a su hermano. Ninguno dirigió la palabra al otro. ¿Era posible que ambos hermanos se lleven tan mal? Llegaron a casa, y como siempre empezó el calvario de su vida.
-No me puedo creer que hayas venido con esas pintas.
-Calla estúpida. Encima que hago el favor de llevarte a casa me hablas así.
-No es una casa. Es un infierno.
-¡Calla estúpida niña!
-¡ERES UN COBARDE!¡DESDE QUE MAMÁ Y PAPÁ MURIERON SOLO TE HAS HUNDIDO MÁS Y MÁS!
-¡CÁLLATE!
-¡NO ME DA LA GANA!¡NO HAS SABIDO OCUPARTE DE MI NUNCA!¡NO SABES LO DURO QUE ES PARA MI!
-¡TE HE DICHO QUE TE CALLES!-dijo este furioso dándole una bofetada.
Lilianne abrió los ojos mientras su mejilla se hinchaba y se ponía roja. No aguantó más y salió corriendo hacia su dormitorio. Cerró la puerta con pestillo y empezó a llorar. Cuando se dio cuenta la noche avanzó. Miró su móvil. Eran las once de la noche.
-Será mejor que me duerma.
Lentamente se empezó a quitar la ropa. Su cuerpo estaba frío. Se abrazó y se sentó en el suelo, semidesnuda. Ni siquiera se dio cuenta cuando se quedó dormida en el duro suelo, solamente con la ropa interior. De pronto sus ojos empezaron a abrirse mientras que los rayos de sol empezaban a filtrarse por la ventana, al tiempo que el despertador empezaba a sonar. Se levantó despacio del suelo. Quitó el pestillo de la puerta poco a poco, sin hacer mucho ruido. Luego abrió lentamente la puerta. Asomó la cabeza y miró hacia los lados. Por suerte no estaba su hermano. Salió del cuarto y se metió en el baño. Esta vez se tomaría una ducha. Abrió el grifo cansada. Luego metió su mano debajo del chorro para comprobar que caía el agua caliente. Se quitó la ropa restante y se metió en la ducha. El agua empezó a recorrer todo el pálido cuerpo de la chica. Los músculos parecían relajarse algo más con el contacto de aquel cálido líquido. Echó la cabeza para atrás mientras mantenía sus ojos cerrados. Luego de ello salió de la ducha y se secó. Salió y se dirigió a su cuarto para alistarse. Sacó la ropa y se la puso. Luego bajó las escaleras y salió de casa. En ese momento el pánico invadió su cuerpo. No quería que la volviesen a atacar. Durante todo el trayecto hacia el instituto fue cautelosa con cualquier movimiento. Cuando llegó todos la miraron con asombro. ¿Qué cojones pasaba? Agachó la cabeza mientras terminaba de subir las escaleras del edificio. Entonces un grupo de chicos y chicas la rodearon completamente.