Capítulo 27. Adiós.

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Narra Óscar

La veo salir de clases.

-Súbete- Le digo bajando la ventanilla de mi auto.

Rezo porque a la novena vez decida acceder y hablar conmigo, en las otras 8 veces anteriores lo máximo que ha llegado a decirme ha sido un rotundo no.

-No- Gira la cabeza y avanza, lo dicho.

-Camila, es importante-Intento convencerla como puedo.

Sin más sigue su camino sin dirigirme la palabra hasta que me canso y me voy.

Juro que odio esta situación y me maldigo día sí y día también, creo que no llega ni tan siquiera a hacerse una idea de lo realmente especial que es y de lo mucho que la quiero, porque aunque hiciera lo que hiciese prometo que no fui consciente de mis actos hasta que cobre consciencia y vi sus preciosos ojos esmeralda mirarme con una dulzura estremecedora pidiéndome que le dijera que aquello que aunque no le había confirmado ya sabía fuera una vil mentira y no fueran más que simples coincidencias.

Como sea tengo que verla, aunque sea justo antes de irme, no puedo volar al otro lado del charco sin mirar sus ojitos por última vez y decirle toda la verdad, porque así sería, le diría toda la verdad, esa que jamás he tenido cara de afrontar.

Conduzco hasta la vieja casita de S, me trae momentos memorables. Recuerdo que los primeros años veníamos aquí los tres todos los veranos, reíamos y jugábamos a fútbol durante horas. Me escuece el pecho recordar, se que la cagué con Daniel y si, lo estoy volviendo a hacer con Diego, por mujeres; incluso me suena irónico, yo el chico menos mujeriego de toda Colombia peleando con sus dos mejores amigos por mujeres, las únicas mujeres que han pasado por su vida.

-Óscar- Oigo su inconfundible voz a la que después de tantos años ya tengo tan familiarizada.

No me muevo pero puedo ver con el rabillo del ojo como el chico se sienta a mi lado a la orilla del lago.

-Lo siento- Dice con duda, lo noto en su voz.

-¿Por qué?- Digo con dejadez.

-Por meterme donde no me llaman- Por primera vez lo miro.

-No necesito que vengas ahora a 3 horas de irme a Dios sabe dónde a pedirme disculpas por algo de lo que no te arrepientes Diego, no soy tan tonto como te piensas y creo que eso lo sabes de sobra, nos conocemos de hace años y se que solo lo haces para que no nos despidamos con mal sabor de boca- Me mira con seriedad y me sonríe- Siempre serás mi hermano, pase lo que pase-Sentencio y miro al lago.

-Recuerdas lo mucho que disfrutábamos juntos al principio, justo antes de toda la mierda en la que estamos ahora metidos- Suspira con pesadez- Veníamos aquí los tres y disfrutábamos como verdaderos enanos, juro que daría mi vida por volver a aquel entonces y cambiarlo prácticamente todo- Nos quedamos en silencio varios minutos mirando a la nada.

-Cuando era pequeño siempre quise tener un hermano, nunca he tenido el amor de una familia pero bueno ya sabes toda la historia, cuando te conocí supe que tú lo serías, pude ver en tus ojos la bondad y la valentía, te admiro ¿Sabes? Cuando no era capaz de hacer algo pensaba en ti, nunca dejarías algo a medias aunque te costase la vida y por eso siempre quise seguir tus pasos y créeme cuando te digo que yo no cambiaría nada, quizás alguno de mis comportamientos pero a pesar de todas las mierdas y los peligros que corremos con vosotros encontré el verdadero amor de una familia, ese sentimiento de admiración, protección y cariño y solo puedo daros las gracias, a ti y al imbécil de Daniel- Aprieto mis manos y bajo la mirada.

-Te quiero hermano-Pasa sus manos por mis hombros y me da unas palmaditas en la espalda- Sube hasta su ventana, suele dejarla abierta-Lo miro atónito, ¿Cuántas veces habría subido por allí?

-Hijo de puta- Cojo una piedra y la tiro al lago con todas mis fuerzas, veo como anda sobre el agua rebotando de un punto a otro hasta que acaba por hundirse, me levanto y me voy.

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Meto las manos por debajo de la ventanilla y la subo, la habitación está completamente a oscuras, entró y la veo dormida acurrucada entre sus mantas.

Me siento en la esquina de su cama y la observo, es tan tan bonita.

Dejo sobre su mesita el trozo de folio mal cortado, la miro por última vez intentando memorizar cada facción de su rostro para que no se me olvida jamás y le doy un largo beso en la frente.

-Te quiero- Le susurro en el oido y no puedo evitar que una pequeña lágrima salga de mis ojos.

Salgo de la habitación y corro hasta el coche, lo enciendo y vuelvo a mirar la ventana antes de arrancar el motor e irme de allí, donde quizás jamás regrese.

Conduzco hasta el pisillo donde hacemos nuestras reuniones no legales de negocios, los chicos me están esperando allí para acompañarme hasta el aeropuerto.

Al entrar los encuentro sentados en el sofá, me miran y puedo notar un brillo de tristeza muy nostálgico que me quema el alma, cuanto los voy a echar de menos.

-Y bien, solo me quedas tu-Miro a Daniel, una historia complicada.

-Solo dime que me vas a echar de menos y olvidemos el pasado, no voy a darle más vueltas a aquello- Suspiro y me masajeó la sien.

-Noah no es mala, y te quiere- Le miro, la noche en la que acabamos acostándonos después del "asunto" hablamos de todo lo que había ocurrido y se de primeras cuan arrepentida está de perder al que ella llama como el amor de su vida.

-No quiero hablar de ella-Dice con firmeza y un tanto de rabia, la odia y eso me hace odiarme aún más.

-Ójala algún día llegues a perdonarnos-Lo miro a los ojos y puedo ver como aunque se haga el duro le duele tanto como a mí, son tantos años de amistad que nos resulta casi un auténtico reto imposible engañarnos mirándonos a los ojos-Eramos unos estúpidos niños que nos dejamos llevar por el capricho y la adrenalina de hacer algo prohibido, al igual que nosotros tres cuando entramos en este sitio-Bajo mi mirada y la fijo en mis bambas blancas con toquecitos marinos y rojos, están estropeados, rotos, pero creo que ni se asemejan a como yo lo estoy; vuelvo mi mirada al chico de enfrente y le doy una pequeña sonrisa -Perdón una vez más-Termino.

-Ven y me das un abrazo hijo de puta-Se ríe y me abraza, embozo una sonrisa de tranquilidad.

-Eh eh eh pero que hacéis-Escucho a Diego por detrás riéndose y pegándose a nosotros como una lapa.

-Siempre voy a estar para vosotros por encima de todo-Susurro casi de forma inaudible.

-Venga vamos, vas a perder el vuelo inútil- Dice Diego despeinadome con sus manos.

Suspiro y miro aquel salón por última vez, cuánto tiempo hemos pasado aquí.

-Vamos- Lo observó durante algunos segundos más y me vuelvo para dirigirme al coche.

Cuánto de menos voy a echarlos, a todos y a todo.

-Que la suerte esté siempre de vuestra parte- Sonrió y recuerdo la primera vez que vimos aquella película todos juntos, es nuestra preferida y la habremos visto unas 200 veces porque nunca nos ponemos de acuerdo en cual ver y acabamos viendo la que a todos sabemos que nos gusta, es absurdo pero divertido.

-Cuidate, ya enserio, y vuelve muy pronto- Me dice Diego.

-Siempre la mente fría, recuérdalo, es trabajo- Se pone serio Daniel.

Yo asiento, y miro a Diego por última vez.

-Cuida tu de Camila, como si fuera un trabajo, como si fuera lo más importante en tu vida-El susurra un breve si, se que es incómodo hablar de ello, a mí también me cuesta-Hazla feliz, y permitete serlo tú también-Le doy una palmadita confortable en el hombro y me giro para montarme en aquel avión que me llevaría hasta mi nueva vida.

Adiós a todo lo que amo, adiós a toda una vida en este lugar que tanto y tantos me han dado, un adiós lleno de amargura pero también de nuevas metas y sueños.

Adiós.

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Pues bueno ya tenéis el capítulo 30 entre vuestras manos, espero que os guste y que os haya parecido tan emotivo como a mí.

Muchos besos para todos!



Yo si cumplo mis promesas pelirroja (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora