Me situaba en un cementerio repleto de lapidas, me era familiar con los arboles rodeando aquel lugar tan desolado, sin pizca de personas más que hojas sacudiéndose al ritmo del viento, en cuanto a la brusquedad con que se palpaba, asemejaba a un tiempo lluvioso y tormentoso sin la existencia de nubes que pudieran cubrir el cielo azul.
En cuanto a las lapidas todas se hallaban en orden, unas visitadas por los familiares de los fallecidos dejándoles flores y como ofrenda trozos de pan, otras no tenía la misma suerte al estar vacías y sin nada más que el nombre grabado de aquellos que perdieron sus vidas. De todas ellas solo una ocupaba mi interés y justo la única que me dejaba esa sensación triste y amarga, justo frente a mí estaba la tumba de esa persona.
La temporada de otoño había llegado cuando lo percibí con mis propios ojos, las ramas desnudas de la flora, los movimientos agiles de las hojas que abandonaban el árbol, su solo movimiento danzante decían cosas pero más que nada se despedían aquello que las hizo emerger. Y yo aquí sin conocer bajo que circunstancias me hallaba aquí, ¿Por qué no estaba en casa? ¿Cómo había llegado a este lugar que me trae malos recuerdos?, triste realidad que me subyugaba la conciencia, la mentira por la que pase y sufrí.
Las hojas tiradas y situadas a mi alrededor se sacudían solas gracias al viento, pero, no todo fue tranquilidad, estas giraron a mi alrededor con el ágil movimiento del viento que comenzó a incrementar, se volvían más agiles y veloces rodeándome como remolino, no fue para más que me estuviera poniendo nerviosa y sofocada. No perdí la esperanza y fije la vista aquel nombre que traía grabado el resto de mi vida que pase con aquella persona, justo situado en aquella lapida que me desosegaba.
—Johan—Me llamaba una voz angelical y preocupa por su tono que a su vez era grave.
— ¿Quién es? —Dije yo mirando a todos lados y borrando por unos instantes aquel sentimiento incómodo.
Aquella voz me llamaba me hacía sentir aliviada, algo familiar detecte de ella, seguía su sonido con los movimientos de los ojos al mismo que usaba los oídos. Pero el intento de encontrar a la dueña de esa voz fue inútil, porque la sintonía llegaba a mis oídos como si esa persona estuviera a solo unos cm de mí.
—Johan amor—Volvía a llamarme.
Una sonrisa fue lo único que forme, no era tan malo estar en la tumba ahora que aquella voz ocupaba mi atención. En cuanto las hojas que se sacudían bruscamente, dejaron de hacerlo con aquel sonido, pensaba que todo era para mal y cuando me di cuenta de lo que sucedía entonces fue cuando dije—Este es un maldito sueño—Me reí y todo desapareció como una luz blanca que iluminaba.
Con lentitud y acostumbrándome a la luz fue como abrí los ojos y encontré sus hermosos ojos marrones almendrados viendo directo a los míos, ahí estaba el amor de mi vida a horcajadas sobre a mí y con el ceño fruncido, por inercia levante la mano y pellizque su nariz.
—Oye—Se quejó ella y aparto mi mano— ¿Te encuentras bien? —Levanto una ceja y me pareció ver una seriedad reflejada en sus facciones.
—Por supuesto amor—Sonreí relajada porque verla tan seria me parecía de lo más adorable— ¿Por qué crees que me ocurre algo?
—Bueno para empezar estabas moviéndote de forma desesperada como si estuvieras huyendo de algo en tu pesadilla—Su cuerpo se inclinó sin poner todo su peso en mí y me tomo por la mejilla situando su mirada penetrante en la mía—Quiero que seas honesta conmigo ¿Esto amerita algo importante en lo que deba preocuparme? Porque si es así te sacare la verdad a mmmm—Se quedó pensativa como si eligiera que palabra seleccionar y terminar con la frase—Te arrebatare lo que más quieres.
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Odio a la novia de mi hermano
RomansaAna Villanueva una chica de 17 años, vive una vida normal con su familia conformada por sus padres y su hermano mayor quienes son sobre protectores con ella, un día por causas regulares de la vida le comunican del noviazgo de su hermano, lo que nunc...