La pegajosa y ruidosa melodía de "4u" de Blackbear inundó mis oídos, qué buena forma de despertar.
Era lunes, de nuevo.
El fin de semana había pasado volando, ya estábamos en semana de exámenes, el muchacho lindo del instituto sigue sin siquiera verme y sigo sin levantarme de la cama pensando seriamente si es necesario decir todo esto.
En fin.
Me levanté con todo el peso de mi alma y encendí la luz.
—Jean, levántate. —susurré lo suficientemente alto para que por lo menos él escuchara.
Jean es mi hermano menor, y sí, dormimos en la misma habitación.
—Mmmh. —balbuceó para darse la vuelta y seguir durmiendo.
Rodeé los ojos y entré al baño.
Hice mis necesidades y al salir noté que ya mis padres se habían levantado, mientras que Jean aún no.
—¡JEAN! —se sobresaltó un poco—. Levántate que vamos a llegar tarde.
Él soltó un bufido y se levantó a duras penas con dirección al baño.
Buenos días para tí también pequeño mocoso.
Me vestí, arreglé mi cabello hasta verme algo presentable y comencé a maquillarme.
Ya todos estaban casi listos y a mí aún me faltaba terminar de maquillarme y tomarme mi tacita de café mañanera.
Sí señores, soy la primera que se despierta y la última que está lista, no era para menos.
Esparcí un poco de labial en mis labios, para que apenas tomaran un color rosado, si era muy notorio ya podía imaginarme a la coordinadora del instituto decir con su estúpida voz nasal "María Fernanda, quítate esa pintura de los labios por favor", ya había pasado varias veces por eso, y era muy molesto para repetirlo.
—Mafer, ya nos vamos. —habló mi papá tomando las llaves del auto.
Tomé un largo sorbo del café que logró quemar un poco mi garganta, hasta que ya no quedó nada en la taza.
Volví a verme en el espejo y me coloqué perfume, no estaba segura de que me había colocado, pero era mejor colocarme dos veces que salir sin perfume, ¿no?
—Adiós mami. —me despedí de mi mamá, quién llevaba unos platos sucios al lavadero.
—Nos vemos hija, cuídense. —dejó un beso en mi mejilla.
Tomé el bolso y lo guindé en mis hombros, caminé hasta llegar al auto y subirme.
—¿Por qué tardas tanto? —la pregunta que me hace mi papá todos los días.
—Estaba arreglandome. —la misma respuesta de siempre.
Arrancó y comenzó a conducir.
Él trabaja en el centro de la ciudad, en el camino queda la estación de trenes que nos deja cerca de nuestros institutos a mi hermano y a mí, entonces nos deja allí para que tomemos el vagón.
—Adiós, que les vaya bien y cuidado por ahí. —se despidió.
Mi hermano y yo nos bajamos y caminamos hasta entrar a la estación y esperar el tren.
—Ojalá te encuentres a Leonel. —bromeó.
—Muy gracioso, jajá. –dije sin gracia—. No, muchas gracias.
Leonel es un chico que vive cerca de nuestra casa, es notorio que le gusto, por ende cada que nos encontramos intenta coquetear o ligar conmigo, ya he probado todo para que deje de hacerlo, pero cada uno de éstos han sido intentos fallidos, es por eso que prefiero el hecho de esconderme cada vez que está cerca.
El tren tardó unos 10 minutos en llegar, transcurso en el que Jean se la pasó fastidiándome con cualquier cosa, aunque no me quejo, sin su compañía sería extremadamente aburrida ésta espera.
Nos subimos y nos sentamos juntos, él como siempre se recostó en mi hombro y durmió en el trayecto. Já, luego dicen que yo soy la dormilona.
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Detrás De Su Mirada.
Teen FictionUna mirada puede decirnos mucho, aunque a veces, quizás no sea suficiente. Nada los quería juntos; pero, nada podía separarlos.