Inevitable

1.1K 165 49
                                    

*Los personajes de esta historia pertenecen a Hajime Isayama.

(Cap 105, punto de vista de Levi)

Descargo con poca delicadeza ese peso muerto que tanto me revuelve por dentro. Lleva puestos unos ridículos anteojos que cubren de forma parcial las marcas del titán, y parte de su sangre aún se está evaporando en mis ropas. No puedo disimular una mueca de desagrado por todo lo que este individuo representa y por lo mucho que me veo obligado a contenerme.

No solo asesinó a una de las personas que más he admirado en mi vida, sino que ahora pretende acaparar a Eren como si lo comprendiera mejor que nadie. Es cierto que ambos comparten una carga y que jamás podré entender lo que siente ese muchacho, por mucha empatía que tenga. No he sufrido en mis carnes una transformación, no sé hasta qué punto le duele, ni cuánto le consume por dentro.

Sin embargo, me resulta pretencioso que este tipo actúe como si lo conociera de toda la vida, justificando unos lazos de sangre que para mí no significan nada. En la ciudad subterránea esos lazos podían deshacerse con facilidad gracias a una cuantiosa cantidad de monedas, e incluso por un trueque adecuado. Hermanos, padres e hijos, se daban la espalda si con ello conseguían un beneficio mayor.

Este cerdo no conoce a Eren. No sabe las inquietudes que han guiado sus pasos, no ha escuchado sus sueños y esperanzas, no sabe lo mucho que aprecia a sus amigos, lo mucho que ha tenido que luchar consigo mismo para llegar a... ¿A dónde exactamente? ¿En qué mierda de situación estamos?

Apoyo mi espalda contra una de las paredes del zepelín. Libero un suspiro y miro de reojo a la figura que continúa echando vapor en un rincón. Lo desprecio, desearía rebanarlo en trocitos en estos momentos, hundir mis cuchillas en su piel, atravesar las venas y arterias que conectan esa retorcida mente con el resto de su cuerpo. Desearía reducirlo a la nada en un abrir y cerrar de ojos, provocándole un intenso dolor con cada tajo, como si cada uno de ellos simbolizara un nombre, un soldado caído a manos de ese monstruo.

Pero debo contenerme. No me preocupa, sé que tendré la oportunidad de darme esa satisfacción. Espero que Hange me permita, al menos, cumplir la promesa que le hice a Erwin justo antes de morir. Me da igual lo que tenga que esperar, me sobra paciencia. Mientras tanto, soñaré con ese momento, aunque sienta que me hierve la sangre en las venas, aunque sienta la bilis trepar por las paredes de mi estómago.

Suspiro con resignación y me cruzo de brazos, haciendo resonar los enganches contra la pieza metálica del pecho. No me siento tan cómodo con este uniforme, pero debo admitir que el tejido es bastante grueso y flexible. En un principio, rehusé llevar la coraza, pero Hange me advirtió que, aunque yo no llevara armas de fuego, mis enemigos sí que lo harían. Puede parar una bala, siempre y cuando no se dispare a bocajarro a una corta distancia. Sigo pensando que de nada sirve si te pueden volar la cabeza en mil pedazos, pero decidí acceder a sus peticiones en vista de que ya había rechazado algunos de los otros avances.

Quizás me consideren un anticuado. Quizás lo sea. No veo por qué tengo que cambiar algo que me funciona.

Me giro para volver a mirar al barbudo que he trasladado hasta aquí. Soy consciente de que no me quita ojo de encima. No me gusta, no me da confianza. Detesto esta tregua de mierda.

Un sonido me pone en alerta. Abandono de forma momentánea la zona donde he dejado a Zeke y me acerco con cautela hacia la entrada, ignorando la conversación de los reclutas que van a bordo. Trato de afinar el oído, un sentido que he castigado demasiado con el uso de las señales acústicas en anteriores expediciones. No lo reconozco en voz alta, pero empieza a ser un problema, sobre todo cuando me acompaña un grupo de muchachos tan ruidosos.

InevitableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora