Te miraba pareciendo distraída y me mentía diciendo que sólo eras un simple chico
que tenía un par de cualidades que llamaban mi atención.
A los meses intentaba ignorarte pero los nervios aparecían porque sabía que íbamos
a estar juntos, y separados de los demás.
El nosotros se iba consolidando mientras los días pasaban. Mi humor cambiaba,
mensajes y llamadas me hacían gritar y quería darte amor pero el estar lejos sólo me
permitía enviarte corazones y contándote mis días, vos al final me respondías medio
en burla con la seriedad necesaria: no me olvides.
Los encuentros ocasionales pasaron a ser casi obligatorios, yo te necesitaba a mi
lado para poder escucharte hablar y mirarte sabiendo que eras alguien tan hermoso
y con un corazón tan puro.
La magia de los encuentros nocturnos se debilitaba por el temor a que pase algo
que no puedas manejar. Y tus ganas se fueron aquél día en que después de todo el
embrollo, te pedía que sólo me abraces y me des un beso, estando con demasiado
calor y cansancio, de lo que pasó y lo que iba a pasar.
Apareció el compromiso de hablar todos los días porque quizás éramos algo más
o quizás nos sentíamos muy a gusto con el otro y los besos ya dejaron de tener
significancia para ambos.
Desapareciste vos y todo se fue con tu partida, una partida que hacías simbólicamente
porque estabas ahí ¿verdad? Podía darme cuenta pero también te percibía en otro
lado, con alguien más, con el nuevo amor que te hacia feliz, uno que yo conocía
demasiado bien y lo oculté porque veía que ella te hacía feliz.
Te quise demasiado y te quería más a mi lado. El cariño lleva a los celos. ¿Cómo
puedes celar algo que no te importa? Decime ¿cómo llegabas a celarme? Hablamos
sobre quiénes éramos y quiénes queríamos ser pero jamás en conjunto, el nosotros
nunca estuvo presente en el futuro, estaba en un pretérito que parecía tan prometedor
y terminó siendo un presente con ganas de salir corriendo. El cariño permaneció y
mis celos empezaron a brotar mientras que a vos te importaba menos.
Las citas con tres copas arriba no me ponían de buen humor, me ponían genial y
le veía el lado bueno a cada cosa de este mundo, de mi creación. El juntarnos en
aquellos lugares donde las personas van a divertirse me recordaban a cuando era
una niña y recién comenzaban mis salidas.
Te creé perfecto y me creé a mí con esperanza y paciencia.
Sabía que era vos, y el para qué estaba demás porque irradiábamos felicidad.
Pero tus preguntas me dejaban intranquila y la no respuesta tuya ante las mías me
volvían loca.
Y me preguntabas: ¿qué es? Yo todavía no lo sé, me duele pensar y etiquetar nuestra
relación. Fue nuestra, a pesar de que fueron cien días, nos pertenecíamos y éramos
los dueños de lo que estábamos teniendo, pero en esos momentos no lograba
responderte lo que era.
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Ausencia repentina©
PuisiPorque simplemente, a veces, dejamos de ser. Esto no se trata sólo del amor y la manera en que un corazón roto enfrenta al mundo. Lo escribí entre septiembre del 2017 y finalizó en febrero del 2018. Mi realidad es muy diferente ahora y aun así quie...