Hay personas que nos han hecho felices, solo con el hecho de haberse cruzado en nuestras vidas.
No más recuerdo con una brisa de una tarde fresca de mayo, una historia triste y llena de amor, del que pocos conocen en toda su vida.
Todo comenzó en una parte del cielo, la más cercana a Dios. Ese día todos los ángeles estaban reunidos, mientras Dios les decía una noticia muy importante. Uno de ellos iba a ser enviado a la tierra con una misión: SALVAR LA VIDA DE UN SER HUMANO. Cuando los ángeles escucharon la noticia se emocionaron; ya que todos querían cumplir la voluntad de Dios. —¿Quién sería el afortunado? — se preguntaban los ángeles. Y Dios llamó a uno en especial y le dijo:
—Tú, mi pequeña creatura, eres el elegido. Te mandare a la tierra, para una misión, en la que tendrás que salvar la vida de una persona. Que a pesar de todo lo malo que cometió en el pasado, yo la perdono. Está sufriendo.
—Claro mi Dios, cumpliré tu voluntad.
—Sólo una cosa— continuó Dios— tú llegaras a la tierra en forma humana, no tu forma celeste.
El ángel se quedó extrañado al escuchar a Dios explicándole la forma en que tenía que ir a su misión. Ya que nunca había tomado forma humana, y solamente había observado la tierra desde el cielo.
—¿Y regresaré al cielo de nuevo? — le preguntó el ángel con temor.
—Sí, lo harás cuando hayas terminado tu misión. Pero no tengas miedo—le decía Dios con ternura—no te abandonaré, te guiaré mientras estés ahí.
La alegría del ángel fue notoria, y también su seguridad. Siempre le había servido con devoción y esta vez no sería la excepción.
—Y tendrás un nombre...te llamaras Miguel. Serás un joven de 30 años. Cumplirás con salvar la vida de una persona. Te daré todo lo similar a los seres humanos. Solo no dejes que tus sentimientos desvíen tu misión encomendada...
Y en ese momento Miguel apareció en una playa. Era de noche, las olas se movían suaves al compás de la brisa fresca que hacía que el calor se fuera de inmediato. Miguel se mantuvo caminando a las orillas de la playa buscando quien lo necesitaba, pero todo estaba tranquilo. Se dirigió a una casa que Dios le había dado. Se mantuvo despierto toda la noche, mientras pensaba como iba ayudar a esa persona en peligro. Ya que no tenía idea si era hombre o mujer, si la iba encontrar matándose con un cuchillo o en un accidente de tránsito. Con muchas dudas, comenzó a orar a Dios, para que lo guiara.
Al día siguiente decidió ir a la playa. Iba contemplando la hermosura que Dios le había creado a los hombres en la tierra. Y a la vez se sentía afortunado de ver tal belleza. Sintió hambre y fue a comer en un restaurante cerca de la playa. Cuando terminó de desayunar, observó a una muchacha tomaba café. Se miraba en ella una tristeza profunda.
La muchacha volvió a ver a Miguel, y ella vio en él una paz que no era de este mundo.
—Hola— se acercó la mujer.
—Hola— dijo Miguel distante.
—Disculpa— dijo— ¿te incomodo? Solo quería hablar con alguien.
—Lo siento—dijo Miguel— no me siento cómodo.
—Claro entiendo—continuó la muchacha con tristeza—quizás tengo vibra negativa.
—No quise decir eso—dijo Miguel sorprendido.
—Olvídalo. ¿te parece bonita la playa?
—Sí, es preciosa, es un regalo magnífico que Dios le ha dado a los hombres ¿no lo crees? -dijo Miguel.
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Entre el cielo y la tierra
RomanceSi tomas una decisión no hay marcha atrás pero ¿Qué pasaría si alguien te devolviera una segunda oportunidad? Esta es la historia de Miguel y Verónica envueltos en un amor que existió entre el cielo y la tierra.