Cigarette |Johnten|

〔香烟〕

(sin editar)

Luces aquí, luces allá, farolas, semáforos, teléfonos. Johnny jugaba con el cigarro que colgaba de sus labios mientras miraba a su alrededor, rebuscó en su bolsillo hasta encontrar su mechero, lo encendió rápidamente acercándoselo al rostro, prendió el cigarrillo y aspiró el humo, inundando sus pulmones de esa sustancia tan familiar para él.

El aire de la madrugada empezaba a colarse por la brecha de los pantalones en sus rodillas, se subió el cuello del abrigo a la altura de su nariz. El frío comenzaba a instalarse en las calles.
Sus pasos empezaron a acelerarse, el humo del cigarro y el vaho se mezclaba en el aire cuando eran explusados de su boca.
Un par de manzanas más hasta llegar a casa de Ten. ¿Su novio? ¿Su amante? ¿El amor de su vida? Johnny no se comía mucho la cabeza en eso, para él las etiquetas eran inútiles.
Podía distinguir el portal de Ten desde donde se encontraba, cuando tuvo delante la puerta de acero y vidrio desvió su mirada a la pared de su derecha y presionó el botón del 5to 1ra, esperando escuchar una voz diciendo "¿Quién es?"

ㅡ¿Quién es?ㅡ preguntó la distorsionada voz detrás del interfono

Johnny rió bajito, se planteó lo predecible que era Ten en algunos aspectos y lo impredecible que era en otros.

ㅡSoy yoㅡdijo con un tono tirando a alto para que lo escuchara con facilidad

Un estruendoso y débil sonido sonó delante de él indicándole que ya podía empujar la puerta.
Subió al ascensor y pudo verse reflejado en el espejo, se retiró el cabello que caía sobre su frente hacia atrás, tras unos segundos la puerta del elevador se abrió a sus espaldas revelando a un sonriente Ten que lo esperaba impaciente.
Antes de que pudiera dedicarle una sonrisa, el otro chico saltó sobre él estampando su cuerpo contra el espejo del ascensor, cuando se dio cuenta de cómo las piernas del Tailandés se entrelazaban en su cintura, agarró los muslos del menor y besó parte de la clavícula que aquel jersey de lana dejaba a la vista.

ㅡPodrías haber esperado a que entrara a tu casa al menos, ¿no crees?ㅡ el más bajo río provocándole un escalofrío que recorrió toda su espalda, Johnny salió del cubículo con Ten todavía a cuestas. 

Empujó la puerta del apartamento con la espalda del más bajo y la cerró detrás suyo con ayuda de su pie.
La espalda de Ten estuvo contra la pared en cuestión de segundos mientras Johnny bajaba sus grandes manos hasta su trasero, sonrió en su cuello, aspirando su dulce aroma a vainilla, suavemente lo mordió haciendo que Ten suspirara y dejara caer la cabeza hacia atrás.
Sus besos ascendían y descendían creando una orquesta de suspiros, rozó los labios del contrario con los propios, acercándose peligrosamente acortando cualquier distancia que los separara, sus pechos se rozaban, las ropas se arrugaban y se entrelazaban con las contrarias, se despeinaban, se abrazaban, se mordían, se separaban, y se juntaban. Pero, sobretodo se querían, se querían como el diablo ama al ángel, se amaban fugaz y prohibidamente, a escondidas, por las noches, entre las sábanas, detrás de las cortinas, con las sombras nítidas y las ideas flojas. Porque Johnny era lo que la sociedad implantaba como "malo", mal futuro, mala influencia. Pero a Ten le encantaba su sabor a cigarro barato, cómo ese sabor amargo se colaba en su boca, como las huesudas manos del contrario se hundían en sus caderas, le encantaba sentirlo cerca, sentir el vértigo del mal, los mareos de placer; y hablando de placer, nada más sentía Ten cuando se recordaba que estaba enamorado, que por primera vez le gustaba ese pensamiento, que la calidez le envolvía al pensar en los pálidos brazos de Johnny, que nada le hacía más feliz que enredar sus dedos en las hebras del alto, que decidió mandar toda la bondad a la mierda por una vez, y se dio cuenta que dejarse llevar no es lo peor que podía hacer, que estaba bien volverse adicto a algo alguna vez en su vida; porque ese sabor menta y nicotina no iba a encontrarlo en otros labios.