Obedecí la orden del hombre sin chistar cuando, antes de abrir por completo la puerta, me mostró su arma y la cargó para amenazarme. Tenía que pensar algún modo de salir de la situación sin formar un alboroto o una balacera. Pero, mientras tanto, me convenía caminar hacia donde él me decía que fuera. Tomó mi brazo con fuerza después de meterse el arma en el pantalón y me empujó en dirección contraria a donde se encontraba Jared, en el pasillo anterior. Nadie puso demasiada atención a mi rostro pálido ni a mis temblores en las manos pues, a fin de cuentas, nos encontrábamos en un hospital y había más como yo, y más como el hombre que parecía estar ayudándome a mantenerme en pie. Incluso me había hablado suave cuando un doctor se acercó con el ceño fruncido preguntándonos si necesitábamos ayuda. Él dijo que no, y el doctor, aunque con cierto resquemor, se alejó de nosotros.
Lo maldije por no insistir.
Traté de calmarme, el sudor en mi frente comenzaba a ponerme intranquila y cada vez que intentaba limpiarlo él me sostenía las manos con temor de que hiciera algo para huir. Me forcé a mantener la mente en blanco y no pensar en lo que podrían hacerme para que las lágrimas no brotaran, pero era bastante difícil dado que ya estaban haciéndome algo. Sebastian, pensé luego, debía estar bien y como había dicho Violet, sin enterarse de lo que pasaba. ¿Pero cómo proteges a alguien de una verdad que lo amenaza también? Mi mente giraba en diferentes direcciones, unas malas y otras peores, pero al cabo de unos minutos logré controlar mis manos y las lágrimas dejaron de amagar con salir a borbotones.
Cruzamos en varias oportunidades pasillo tras pasillo y nadie miraba dos veces, aunque para entonces ya no estaba tan alterada y sólo formaba una estrategia para zafarme sin conseguir un tiro en el intento.
Más allá, una vez que hubimos bajado las escaleras que dirigían al sótano del hospital, miré a ambos lados y observé que la gente en esa área ya no era tan recurrente.
El hombre ya se había acostumbrado a su agarre sobre mí y caminaba tranquilamente, confiado en que no intentaría nada. Mi corazón palpitaba de una manera aterradora que me hizo pensar que fallaría en cualquier momento y me desplomaría en el suelo, muerta. Caminamos un poco más hasta llegar a una puerta y salimos al caluroso sótano —que era también el estacionamiento— y entonces nos detuvimos en seco. Mi corazón también.
—Quieta —dijo él, sacudiéndome como si quisiera verificar que era lo suficientemente fuerte para detenerme. Abrí la boca para coger aire y exhalé trémulamente, sintiendo ganas de llorar otra vez.
Algo estaba a punto de pasar. Tenía miedo. Demasiado.
Estaba aterrada, sacudía la cabeza constantemente para asegurarme de que no se trataba de un sueño. Quería pensar que lo era, quería que la respuesta a la única pregunta que pasaba por mi cabeza en un momento dado —«¿Esto realmente está pasándome?»— fuera un «no» rotundo acompañado por una carcajada.
Tomé aire una vez más. El hombre miró a su alrededor buscando a alguien más.
Ya no podía hacer un movimiento sin que mi cuerpo temblara en el proceso. El pánico no había desaparecido del todo, aunque la conciencia de lo que estaba pasando mantenía en funcionamiento a mi cerebro.
«Cabeza fría» me repetía mentalmente. Debía pensar en frío si quería ponerme a salvo. No podía esperar que alguien viniera a rescatarme, pues eso no pasaría en los próximos segundos que tendría para actuar. Si contaba únicamente con Jared y Violet para salvarme y no conmigo misma, entonces estaba frita. Esperar, en ese momento, podría acabar con mi vida. Esperar estaba mal si poseía en mis manos una oportunidad.
Mi mirada se posó en su cintura, donde estaba su arma probablemente olvidada por la falta de problemas y entonces, como si no fuera dueña de mis acciones, mi rodilla se dirigió de nuevo a su ingle, seguido de un pisotón y un puñetazo justo en la nariz —algo había leído sobre defensa personal, aunque mis habilidades eran más bien limitadas y mis técnicas no muy desarrolladas—; por último, un empujón que me hizo ganar tiempo y correr de nuevo a las puertas que me llevaban al interior del hospital.
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Línea de Fuego
ActionTras algunos años llevando una vida corriente en la ciudad de New York, Anabelle vuelve a toparse con unos de sus ex compañeros de la secundaria en una extraordinaria circunstancia. Dando por supuesto que se trata solo de una coincidencia y consider...