DIA 7

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Edward había aprendido a ser paciente.

Era reconocido mundialmente como uno de los villanos más peligrosos de la historia, tenía el poder total de la ciudad, y podría la mente más increíble del mundo. Sin embargo, había sido paciente, sabiendo que algo mejor le llegaría en la vida si esperaba con calma.

Su paciencia fue recompensada.

Acostado en el suelo del último piso, con su antifaz y sombrero a pocos metros de él y el sol comenzando a asomarse entre los edificios de su ciudad, se sentía una tormenta de emociones.

Felicidad, orgullo, tranquilidad...

Amor.

Depositó un suave beso sobre la cabeza de la castaña dormida en sus brazos, acomodándole los mechones de cabello que caían por su rostro para así poder acariciarle la mejilla.

A pesar de que solo habían compartido un beso, Edward sentía que había dejado su vida en las manos de ella.

No solía creer en el destino, pero en ese momento sabía que el destino le estaba dando la oportunidad de un futuro mucho mejor de lo que había deseado.

Si tan solo lo hubiese notado a tiempo...

—¿Ya resolviste el acertijo?

Edward rio al escuchar la voz adormilada de Emily.

Amaba su voz...

—No estaba pensando en eso —contestó mirando la ciudad—. La verdad, por primera vez en años no estaba pensando en nada.

—Eso es bueno —comentó Emily.

Con cuidado tanteó el suelo en busca de sus lentes, agarrándolos para colocárselos. Edward, que simplemente la miraba, arqueó una ceja al ver cómo ella reía volviendo a quitárselos.

—Dijiste que son tuyos, ¿no? —preguntó Emily.

—Si, eran míos —respondió dudoso—. ¿Por?

Emily se arrodilló a su lado entregándoselos con una risa traviesa.

—Colócatelos —pidió.

—Ya no los utilizo, Emily —informó.

—Vamos, por un par de minutos que los uses no sucederá nada —insistió la castaña.

Con un suspiro Edward recibió los lentes mirándolos unos segundos antes de colocárselos. Tras unos segundos de silencio en los que se intentaba adaptar al aumento, se relajó al escuchar la risa de Emily que lo abrazaba con fuerza.

—No veo nada, pero apuesto a que te ves muy guapo.

—Y yo no puedo creer que soporte estas cosas por tantos años —comentó quitándoselos con una mueca—. Realmente estaba ciego.

—No sé si ofenderme por eso —Emily le quitó los lentes colocándoselos—. Teniendo en cuenta que tienen el mismo aumento que tenían los míos, me acabas de llamar ciega.

—No te ofendas, pero lo eres —respondió Edward.

Emily le dio un codazo haciéndole soltar un quejido.

—Como sea, ¿por qué ya no los utilizas? —cuestionó.

—Un villano con lentes no da miedo —dijo Edward encogiéndose de hombros—. Y no era nada que una operación no resolviera.

—Ahora que somos compañeros yo también soy una villana —dijo Emily—. Y puedo dar miedo.

—Hasta el Pingüino da más miedo que tú —comentó Edward—. Y es mucho decir de un gordo con un paraguas.

Zero Year •|Edward Nygma|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora