Capítulo 4:
Se encontraba en medio de un cruce cuando, de repente, un coche pasaba a gran velocidad. Ella abrió los ojos. Intentó moverse pero por alguna extraña razón no podía. Antes de que el coche la arrollase, alguien le agarró del brazo y le atrajó fuertemente. Sintió unos brazos algo musculosos rodearla. Ella hizo lo mismo mientras escondía su cara en el pecho del desconocido.
-¡Eh! ¡Controla a tu novia!-se le oyó decir en la lejanía al conductor del vehículo.
Esta levantó algo avergonzada la mirada. No ... ese tal Jimin ...
-Suéltame.-dijo este frío pero burlonamente.
-Ni hacía falta que me lo dijeses.-le respondió ella arrogante mientras colocaba su falda.
-Tu cara dice lo contrario. Estás rojísima.-rió burlón.
-¡C-cállate!
Lilianne se giró sobre sus talones y cruzó la calle. No se lo podía creer. No te pongas roja. Es un simple accidente.
-Maldito chino.-susurró todavía sonrojada.
Caminaba todavía con el hecho ocurrido horas atrás. Por fin llegó a casa. Tiró la mochila bruscamente en el suelo para luego tirarse al sofá. Se estiró como un gato mientras unas lágrimas de cansancio salían de sus ojos. Se despojó de sus zapatos y recogió su mochila dirigiendose a su cuarto. Empezó con el trabajo de biología. Terminó de hacer el esquema y mañana se dispondría a empezar algo del trabajo. Cuando terminó, se levantó del escritorio y se dirigió hacia el armario. Sacó algo cómodo y se lo puso. Luego salió de su habitación y se fue a la cocina. No tenía ganas de cocinar así que cogió el bote de helado, estilo su país, y se sentó en el sofá a ver un poco la tele. Después de acabarse sola el bote de helado de chocolate se levantó y se dirigió al baño. Se lavó los dientes y se fue a dormir. La alarma del móvil comenzó a sonar. Lo cogió con fastidio y lo lanzó contra la pared. Se levantó tambaleandose por el sueño y abrió la puerta del dormitorio. Siguió caminando hasta llegar al baño. Entró y empezó a ducharse. Cuando terminó salió del baño y se alistó con su uniforme. Desayunó cereales, se cepilló los dientes y salió de casa. Caminaba tranquilamente. Delante suya volaron un par de pájaros. Cuando llegó a su destino alguien la empujó levemente. Giró su cabeza y se encontró con su compañero de asiento.
-No me creo que aún no hayas muerto.-dijo este mirandola de arriba a abajo.
-¡Pues mira! ¡Estoy de una pieza! ¡Vivita y coleando!-le dijo enojada.
-Enserio ... ¿cómo haces para que te aguanten? Mas bien ¿cómo haces para aguantarte a ti misma?
-¿Qué te refieres con eso?
-No te lo tomes a mal ... ''novia''.-dijo este haciendo énfasis mientras reía.
-No soy tu novia, ¡ni lo seré!
-Calla o si no llegarás tarde.-le respondió enseñandole el dedo del medio.
-¡Serás maleducado!