Cuento#: Fugaz (Hindú)

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Hace miles de años, un majestuoso palacio se alzaba en medio del desierto. Rajput, soberano del reino de Sighal, miraba lascivamente la bella imagen de la hija de su hermano. Anhelaba, más que nada, hacerla suya y que sus agraciadas danzas fueran solo para su disfrute. Mas la joven rehuía su mirada, tal vez por los numerosos rumores que en la corte le adjudicaban el asesinato de su desgraciado hermano. Jamás se habían encontrado pruebas de tal delito; el rey se había encargado personalmente de destruirlas. Ahora su mayor prioridad era idear un plan para que la muchacha sucumba a sus encantos de hombre, y convertirla en su esposa.

La joven Nahib sufría en silencio tal conquista, resignada al futuro que le deparaba el destino. Sabía en el fondo que tal sumisión sería recompensada en otra vida, donde quizás un honorable y justo hombre pueda ser quien la despose. Así, día tras día, el sufrimiento de su espíritu la obligaba refugiarse a un templo cercano, levantado en honor al Dios Visnú. Un atardecer, antes de que el sol se oculte, un misterioso hombre se acercó a ella al oír su desgarrador llanto.

—¿Qué es lo que tu llanto, acontece?—oyó decir a un Parakeet, ave de fino plumaje—. El Karma ha pesado los actos de Rajput, y su tesoro más valioso le será arrebatado.

En eso, como si fuera un instinto, Nahib miró a sus espaldas. Con rápido movimiento, el hombre la cargó en brazos, y a pesar de sus protestas, ambos montaron en un caballo, de azabache color. Cruzaron el desierto en un cerrar de ojos, llegando así a una humilde morada. Invitándole a pasar, con un ademán gentil, anuncio:

—No temas, mi amada Nahib. He venido a recompensar tu bondad y devoción a Visnú.

—Pero, ¿quién eres tú?—contestó, embelesada por semejante temple—. Nunca he visto ojos como estos.

—Me llaman Krishem, un antiguo amigo de tu padre y protector de este templo—continuó, mientras ella hacía una reverencia—. Deseo con toda mi corazón unirme a ti en matrimonio al alba.

—¿Cómo es eso posible, mi señor? Ya he sido marcada; mi tío jamás me cederá, me ha sido arrebatada mi pertenencia —explicó la joven, entre sollozos—. No poseo ni siquiera un dote que ofrecerle.

—Para los dioses, nada es imposible. Ve y caza algo. Una vez que regreses, se cumplira lo que te he dicho.

Posando sus manos en los pies del hombre, y llevándolos al pecho, Nahib salió agradecida a buscar algo que pudiera contentar a su futuro marido. Al cielo, miró y vio un arco caer, llevado por el Parakeet. Y antes del anochecer, pudo regresar con varios conejos de fino linaje. Tal como se prometió, Krishem y Nahib enlazaron sus vidas al alba siguiente, y consumaron su amor.

Mas la felicidad de los cónyuges poco estuvo dispuesto a durar, pues al otro extremo del desierto milenario, un furioso rey ordenó búsqueda insaciable de su sobrina carnal a cambio de una generosa recompensa. Cuando uno de sus hombres por fin pudo hallarla, y le anunció que esta ya había sido desposada, monto en colera. Ordenó que alistaran su mejor caballo, y con sus soldados, se dirigió al hogar de este humilde hombre, con la intención de matarlo. No obstante, el Parakeet, que había presenciado toda la escena, dio aviso rápidamente a Krishem. Una asustada esposa imploró que, para evitar que su sangre se derramará, él huyera lejos de las tierras del rey. Sin embargo, el hombre estaba poco dispuesto a tal cobardía. Decidió esperarlo con lo poco que tenía, para defender el honor de su mujer, en la puerta de su hogar. En lo alto de su alcoba, Nahib imploraba a sus dioses por la salvación del espíritu de su esposo, y al oír el desgarrador grito de Krishem, supo que había llegado momento de su Sati. Con porte seguro camino hasta el balcón.

—¡Honraré a mi marido para la eternidad, Rajput!—gritó Nahib, con lágrimas en los ojos—.  Permaneceré pura para él, así el precio sea mi muerte —y tomando la antorcha de su habitación, la dejó caer. Con horror, los ojos del soberano veían arder en llamas, a la mujer de sus sueños.

No obstante, en el más allá, el alma noble de Nahib fue recibida por el mismísimo Visnú, quien jamás la había abandonado y ahora, era suyo para siempre.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2019 ⏰

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