Irina Albu: El Bosque Hoia Baciu.

~2~

Desperté a causa de un calor intenso que era sofocante, me encontraba cubierta de sudor y la ropa se pegaba contra mi piel. Repentinamente recordé el motivo de este efecto, el sueño que tuve anoche fue bastante extraño.

Mire a mí alrededor y encontré el libro tirado en el piso, los latidos de mi corazón comenzaron a palpitar a un ritmo acelerado, con varios sentimientos mezclados: confusión, miedo y enojo; tomé el ejemplar y lo guardé en mi mochila, rápidamente me aliste y fui rumbo al colegio.

Después de alejarme varias cuadras de mi domicilio, arroje el libro en un basurero. No entendía su origen ni mucho menos la relación que yo tenía con él, creo que por culpa de tanto estrés me estoy volviendo loca.

Camine a un ritmo apresurado y entre al baño del colegio, abrí el grifo y moje todo mi rostro con el agua que se encontraba helada.

— ¡Dios!, soy más ojeras que persona. - murmure admirando mi rostro.

Busco en mi mochila algún corrector para arreglar un poco este rostro, al abrirlo el libro aparece allí, suelto un grito tirando mis cosas al suelo.

¿Qué hace esto aquí? Yo lo arroje al basurero. — pensé aterrorizada

Asustada tomo el libro y lo desecho en el inodoro jalando de la cadena, y como siempre la suerte estaba de mi lado; el agua comenzaba a subir armando un desastre, el ejemplar tapó la cañería. Nerviosa recogí mis pertenencias y salí corriendo del baño, chocando con varios estudiantes. Apenas podía mantenerme de pie, no comprendía lo que ocurría, esto es una locura.

Tratando de despegar mi mente de lo que ocurría entre a mi clase, encontré a todos mis compañeros desesperados tratando de tragarse el libro de bioquímica; mierda, mierda, mierda ¡Hoy tengo un examen! Lo había olvidado, carajo. Rápidamente busco en mi mochila el libro y adivinen que, aquel maldito ejemplar volvió a aparecer ¿Qué demonios es lo que está ocurriendo? Trate de dejar aquella situación a un lado y comencé a leer para mi parcial.

—En diez minutos no podrás tragarte todo eso, niña tonta. — murmuró una voz que ya conocía. Miré a mi costado y estaba aquel ser extraño, tapé mi boca para no gritar. — vas mejorando. — dijo refiriéndose a que ya no gritaba. Tragué saliva y lo mire con terror ¿Nadie podía verlo?

— ¿Qué haces aquí? — cuestioné con un tono de voz que sólo él podría oír.

—Vengo a ayudarte. — respondió obvio girando mi libro para poder leerlo. Lo miré aún más confundida y sonrió.

—Podrías ayudarme llevándote este libro. — murmuré apuntando el maldito ejemplar que no me dejaba.

Él sonrió de forma burlona.

—Eso no es posible, tarada. — dijo en un tono burlón que me irritaba.

—Entonces no puedes ayudarme en nada. — argumento molesta leyendo nuevamente mi libro.

—Entonces vas a reprobar. —se burló entre risas. Puse los ojos en blanco y lo ignoré. Él comenzó a recorrer todo mi salón mirando a todos, al parecer nadie podía verlo ¿Será que podrían escucharlo?

—Escribir el cuestionario en la mesa cuenta como fraude, ¿cierto? — preguntó con una voz elevada desde el fondo. Confirmado nadie puede oírlo.

¿Era un espíritu? ¿Un demonio? ¿Un extraterrestre? ¿Qué relación tiene él con el libro?

La profesora de bioquímica interrumpió mis pensamientos.

—Guarden todo lo que pueda perjudicarlos que ya entregaré el examen. — pidió bajando sus cosas encima de su escritorio. Temerosa guarde mis cosas.

—Dios ayúdame, sabes que no puedo reprobar este examen o perderé mi beca. — suplico aguantando mis lágrimas.

—No soy Dios, pero puedo ayudarte. —dijo con una sonrisa bastante presumida. Lo ignoré y escribí mi nombre por la hoja del examen.
Leí la primera pregunta y no pude contestar, observé la siguiente y tampoco logré responder.

—Perderé la beca. —susurré mordiendo mis uñas bruscamente.

—Aún estoy dispuesto a ayudarte. — dijo aquel ser extraño. Suspiré resignada.

—Está bien, la copia más confiable es de aquella chica. —dije apuntando a mi competencia que se encontraba enfrente del salón. Él asintió con la cabeza y fue a donde ella, sonrió.

—La primera es A. —dictó, lo miré confundida, yo había descartado esa respuesta. Pero confíe en él y marque la letra que me había dicho.

Así fue diciéndome las respuestas, hasta que logré terminar con el examen. Lo entregué y tomé nuevamente asiento en mi lugar, él se acercó a mí.

—De nada. — musito con un tono de voz satisfecho. Sonreí levemente, aún tenía miedo de él.

— ¿Cómo te llamas? — pregunté con mucha curiosidad, jamás me había dicho su nombre. Él sonrió de una manera bastante deslumbrante acercándose a mí.

—Eso no es tu incumbencia, niña tonta. — susurró en mi oído derecho, estremeció mi piel y sentí su aliento frío chocar contra mi pómulo. De un movimiento rápido me aparte de él.

—Entonces, ¿Cómo podría llamarte? — cuestiono con mucho miedo. Él seguía con su estúpida sonrisa. Por su apariencia podría jurar que es dos años mayor que yo.

—Debo admitir, que detesto que me digas ser extraño. —abrí los ojos como plato, yo sólo lo nombraba así en mis pensamientos. Comencé a temblar de miedo. — Llámame ¨Min¨. — dijo conforme.

¿Min? ¿Qué carajos? Un ser con apariencia macabra teniendo un apodo tan dulce, es jodidamente extraño.

Él se acercó a mí, me sentía intimidada, apoyó su dedo índice contra mi frente y volví a sentir aquella corriente, pero menos dolorosa.

— ¿Qué mierda? — hablé bastante fuerte y todos a mi alrededor me observaron. Tapo mi boca y apoyé mi rostro contra mi cuaderno notando gotas de sangre que provenía de mi nariz, mire a mí alrededor y Min ya no estaba.

Salí rápidamente de mi salón, y bajé la mirada, entre al baño y comencé a limpiar la sangre. Cuando terminé de hacerlo giro para salir del baño y entró una estudiante, parpadeé y ella estaba brillando; resplandecia con una intensidad leve y de un color amarillo.

¿Desde cuándo las personas brillan? ¿Qué está ocurriendo? Aquella chica se quedó perpleja observándome confundida y salí corriendo de allí, en el pasillo era lo mismo, los alumnos brillaban de diferente forma y color. Dios ayúdame ¿Qué es todo esto?

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"Sonrisa de ángel, risa de demonio".