Pharah observó la lluvia caer por su ventana y suspiró. El día estaba gris, lo cual solo servía para aumentar su tristeza y melancolía... Hacían más de cinco meses que había decidido continuar sin la mujer con la que había compartido varios años de su vida. Al principio aquella decisión parecía ser inalterable y creyó que hacía bien: ambas estaban demasiado ocupadas y Angela siempre se encontraba rodeada de bellas enfermeras y apuestos doctores y eso sumado a los largos periodos que pasaba en el hospital, solo contribuyeron a acrecentar el vacío en el corazón de ambas...
Ya estaba comenzando a acostumbrarse a la soledad, pero ese día en particular (y gracias al maldito clima) su determinación comenzó a flaquear... Extrañaba escucharla hablar de cosas complicadas de medicina que no entendía, o verla trabajar por horas en su escritorio. Se sentó en su sofá y bebió un poco de jugo. Las noches eran demasiado largas sin ella a su lado... incluso había momentos donde estaba segura de que la vería entrar por la puerta o llamarla desde la habitación, pero nada sucedía, la casa que antes estaba llena de las risas de Angela ahora solo mostraba un hondo y obscuro silencio.
Volvió a suspirar y miró el reloj que había colgado en la pared: las once de la noche en punto. En el pasado, habría ido por su novia hasta su estudio y la habría arrastrado hasta la habitación ya que, si no sería capaz de pasarse toda la noche trabajando, afectando su salud. Incluso hasta habían discutido un par de veces por ese mismo motivo. Angela definitivamente era una adicta al trabajo y no iba a mentir, ella misma también lo era, pero sabía cuáles eran sus límites, la rubia no...
Dejo la taza de jugo sobre un pequeño mueble que había a su lado y lanzó una maldición a toda voz, esperando que Angela la reprendiera (ella odiaba las palabrotas que a veces decía Pharah cuando se enojaba) pero el silencio continuó. Subió las piernas al sillón y las rodeó con sus brazos. Ya no sabía qué hacer para que las horas pasaran más rápido, quería levantarse al otro día e ir a trabajar lo más duro posible para poder distraerse, o de lo contrario iría a buscar a su ahora "ex novia" y se arrastraría suplicando misericordia. Justo cuando estaba por comenzar a llorar, su celular sonó. Lo buscó con torpeza dentro de su bolsillo (a esas alturas era imposible que fuera ella, pero aun así albergaba esperanzas en lo más profundo de su corazón) Miró la pantalla unos instantes y se percató que era su madre así que atendió rápidamente.
–¿Hola?... Si... ¿Cómo estás? ¿Yo? Como siempre... Hum... no puedo hacer eso, fui yo quien decidió terminar... No es que esté siendo orgullosa... Es solo que... siento que no tengo derecho de arrepentirme de una decisión tan importante... Claro que la extraño... No puedo dormir bien pero no te preocupes, durante el día cumplo con mi deber sin falta... También te extraño, mamá. Si... lo pensaré, aunque en realidad no depende de mí... Claro, adió – colgó y se recostó nuevamente en el sillón. "Ojalá todo volviera a ser como antes" pensó afligida. Seguramente aquella noche volvería a desvelarse.
***
Angela abrió la ventana de su despacho y sintió la fría brisa nocturna. Amaba la lluvia, pero aquel día, aunque realmente se esforzaba, no era capaz de disfrutar de su clima favorito. Estaba como en un décimo piso de un edificio y desde allí el paisaje era aún más hermoso, las luces le permitían apreciar con detalles cada parte de la ciudad. Se apoyó en la baranda de su pequeño balcón y miró las desoladas calles. Varios recuerdos se le vinieron a la mente, como cuando Pharah la había acompañado a comprarse un vestido nuevo, o ese día que fueron juntas a una cafetería luego de que había salido de trabajar; realmente se le antojaba un cappuccino y su querida compañera por supuesto la complació. Suspiró hondamente y volvió a preguntarse por milésima vez cómo era posible que las cosas hubieran terminado así... Una lagrima se resbaló por su mejilla. El trabajo la distraía durante el día, pero a la noche le era imposible mantener la compostura. Entró y cerró con traba la ventada del balcón. Se acercó a su escritorio y bebió un poco de café, de por si ya era adicta pero ahora se había vuelto más importante que el agua. Se sentó frente a su ordenador y cerró los ojos, siempre que lo hacía podía reproducir la voz de Pharah en su mente con una nitidez aterradora, era como si ella estuviera a su lado hablándole. Se tapó el rostro con ambas manos y comenzó a llorar amargamente. Nunca fue del tipo de persona que le gustara demostrar sus emociones y sentimientos así que no había compartido con nadie lo que le había sucedido, excepto por la esposa de Torbjorn. Sacudió su cabeza y se palmeó las mejillas, no era hora de hacer ese tipo de cosas, debía trabajar. Se puso a revisar los emails que tenía en su casilla de correo electrónico y para su sorpresa se topó un mensaje de Ingrid. Sonrió con dulzura y lo abrió de inmediato. Quizás ella le estaba escribiendo para contarle que estaba embarazada, eso sí que sería gracioso...
"Querida Angela:
Primero que nada, te aclaro que no estoy escribiéndote porque vaya a tener un hijo o algo así...
He notado que últimamente estás muy desanimada y trabajas más de lo debido. Sé que vas a decirme que no tiene nada que ver con tu exnovia, pero te conozco lo suficiente para saber lo que realmente sientes. Sería bueno que la busques y hables con ella a la brevedad o de lo contrario podrías terminar arrepintiéndote... Y si te sientes muy estresada, sabes que siempre tendrás un lugar aquí en casa... Y por supuesto puedes llamarme cuando quieras.
Te quiero mucho
Ingrid"
La rubia volvió a sonreír y comenzó a considerar que quizás viajar unos días a Suecia podría ayudarla a despejarse y dejar de pensar en todo momento en lo mismo. Tan ensimismada estaba en sus pensamientos que un golpeteó en la ventana la trajo nuevamente a la realidad súbitamente. Saltó de su silla y cuando enfocó su vista en el balcón vio una figura extraña. Intentó distinguir quién o qué era, pero desde esa distancia y con la lluvia y la oscuridad no era capaz de hacerlo. Se armó de valor y comenzó a acercarse, hasta estar en frente de aquella cosa misteriosa. Un poderoso rayo, seguido de un trueno casi la hacen saltar de miedo, pero gracias a la luz que emitió aquel fenómeno eléctrico, pudo saber quien estaba en su balcón, era Pharah...
Continuará
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~Mis días sin ti~
Roman d'amour《Los días de lluvia logran que las personas que se aman estén juntas a pesar de todo...》 Esta historia la escribí especialmente para mis queridas amigas "Akari" y "Nekito" mis pharmercyshippers preferidas. Ojala ambas sigan surcando los cielos junta...