H o l d m e t i g h t

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 El lugar está abarrotado de gente, la música a alto volumen y los cuerpos calentaban el ambiente. Afuera estaba nevando, y adentro estaba hirviendo. El pelinegro se mantenía con un vaso vacía en donde anteriormente había whisky, su mirada no se apartaba del hielo dentro del pequeño cilindro. Él no debía estar ahí, debía estar junto a sus amigos, junto a su familia. Debía estar celebrando navidad junto a su hermano menor y su mejor amigo, junto a quienes ama... Pero no podía.

NamJoon no podía esta navidad, no tenía fuerzas para fingir una sonrisa, ni para hacer de la vista gorda mientras quien le robaba el aliento estaba abrazando a quien le alegraba las mañanas. NamJoon era buen actor, quizás demasiado bueno; pero esta navidad no se sentía capaz.

Largos años de práctica lo hicieron ser un experto, sin embargo, luego de tanto sufrimiento, su bebida sobrepaso el limite. Ya no tenía fuerzas.

—¿Quieres algo más? —NamJoon no alzo la mirada y guardo silencio; el rubio torció los labios sintiendo pena por NamJoon. había visto a tantos en la misma posición, bebiendo hasta caer en la inconsciencia, tratando de ahogar sus penas y problemas por una noche—. ¿Quieres hablar...?

—No cambiaría nada —Por fin alzó la mirada, esos ojos cristalizados y enrojecidos demostraron la tormenta que se desataba dentro del alma del pelinegro.

—A veces creemos que no, pero al final si ayuda —insistió el rubio— Vamos, tengo tiempo.

—No quiero tu tiempo —Respondió siendo tajante, el rubio no se molesto ni protesto por aquella actitud; muchas veces le sucedía lo mismo. El barténder se encogió de hombros y se concentro en otro cliente. NamJoon asemejo esto a su situación actual, y no pudo evitar reírse.

Claro, las cosas siempre resultaban así, se cansaban de él e iban por otro mucho mejor. Quizás no era tan del todo cierto, después de todo, NamJoon nunca tuvo la oportunidad de realizar un movimiento, siempre fue igual: Mirar de lejos.

NamJoon lo conoció cuando entro a escuela media, allí topo caminos con su mejor amigo. Ambos eran rebeldes sin causa, NamJoon tenía la meta de romper todos los esquemas de la sociedad, y él le gustaba seguirle el juego, con tal y eso significara sacar de quicio a sus padres y las ideas locas de lo que era correcto y lo que no. Se tiñeron el cabello, se tatuaron a los diecisiete, se iban de fiesta e iban a peleas callejeras en donde en más de una ocasión llegaron con el cuerpo lleno de hematomas y una parte del rostro rota: el tabique, un labio, la ceja, un diente.

A NamJoon le gustaba esa vida, era adrenalina fluyendo por su cuerpo a diario. No sabía si llegaría vivo a casa y eso le fascinaba. Pero luego, cuando cruzo caminos con aquel chico de cabello castaño y ojos redondos, sintió que su mundo daba un giro de noventa grados centígrados, solo con esa mirada curiosa y esa nerviosa sonrisa, NamJoon perdió la falsa estabilidad que regia su día a día.

Kim SeokJin apareció en su vida.

La noche anterior había participado en una pelea callejera contra alguien apodado Zico; un teñido en turquesa de nariz grande y lengua afilada. Se habían anotado en un duelo limpio, tres round, quien los aguantará, ganaba. Las cosas se salieron de control cuando NamJoon le reventó la ceja al chico y este le devolvió el golpe con una fuerza descomunal. Adiós labio inferior sano, hola nueva cicatriz. Al final, solo por poco NamJoon salió victorioso al clavarle un gancho a la quijada a Zico, junto a una patada en las costillas. "Son peleas callejeras, niño. Aquí no existen las reglas" le había dicho el más bajo al teñido en turquesa cuando se alzó en contra de NamJoon llamándolo tramposo y jurando tomar revancha.

Su rostro había quedado con un labio partido y un pómulo ligeramente morado, nada grave, había acabado peor en algunas otras peleas. Pero esa tarde mientras aprovechaba del clima frío para refugiarse en aquel pequeño cafetín, no pensó que cruzaría miradas con él.

Hold me tight [NamJin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora