Mala cara

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Capítulo 4

Lo había visto, estaba segura.

No en mis pesadillas, tampoco desde mi ventana, juraba haberlo visto en un lugar diferente pero por más que esforzaba la memoria no podía recordar dónde. El color de la piel, aquel semblante demacrado y la simple afirmación de mi cruel mente que no me daba la información completa eran suficientes datos para sentir ese cosquilleo dentro del estómago que me avisaba de ese algo que yo habría de saber.

Giré rápidamente los dígitos del candado y abrí mi casillero para buscar un pedazo de hoja en el que había tomado nota de Lengua. Los ojos me ardían y picaban cada vez al parpadear ya que no había conseguido dormir por más de tres horas y dudaba que pudiera hacerlo por la tarde, puesto que no podía saltarme la clase de Economía y para cuando llegara a casa debería comenzar una asignación que había olvidado por completo el día anterior.

Miré al fondo de mi taquilla donde un pequeño espejo en forma redonda reflejaba lo que me había imaginado, traía los ojos rojos y caídos, mi entrecejo no alisaba esas finas líneas que marcaban mi expresión y esas oscuras e hinchadas bolsas bajo mis ojos demostraban más de lo que quería que se supiera. Aunque eso me pasara seguido me avergonzaba el hecho de caminar por la universidad con esa apariencia, sentía que todo aquel que me miraba relacionaba automáticamente mi aspecto con algo que tuviera que ver con Álex, incluso aunque ya hubiera pasado un buen tiempo.

Intercambié un par de libros entre mi mochila y mi casillero sin haberme dado cuenta de un pequeño desperfecto en forma de punta donde se enganchó mi manga. Tiré de ella sin tanta paciencia como para sacarla delicadamente pero al no obtener victoria di otro tirón, esta vez con más fuerza, pero a causa de mi flojera terminé dándome el dedo meñique contra el marco del casillero. El dolor fue agudo y parecía eterno, contuve las ganas de soltar una palabrota en voz alta y me limité a emitir débilmente un quejido de dolor hasta que una risita grave llamó mi atención.

-Parece que vamos de mal en peor.

Lo miré por el rabillo del ojo, su piel se tornaba un poco amarilla por la luz del sol mañanero que entraba por la puerta al final del pasillo y recorría todo el corredor de casilleros. Tenía el cabello negro un poco despeinado sobre su frente y unos labios pequeños que sonreían curiosos. Tony Stend había sido mi compañero de clase en la secundaria y posteriormente con quien compartía algunas clases en la universidad, no era el tipo de amigo que solía estar siempre conmigo, pero sí el que aparecía en ciertas ocasiones.

-Qué bueno que no terminó en el rostro de alguien -bromeé a duras penas, aún sosteniendo mi mano.

Tony emitió una media sonrisa bajo sus ojos marrones y se giró para abrir su casillero.

-Mi papá decía que mientras menos lo pensaras menos dolía, no estoy tan seguro de que aplique para esto, pero es mi aporte. Por cierto, ¿dónde has estado estos días? Te he perdido de vista.

-Pues, en lo de siempre. En realidad no hay mucho que actualizar.

Guardó silencio un momento, yo sentí su mirada puesta en mí.

-Te ves muy mal hoy -dijo.

Arrugué la frente.

-Gracias. ¿Debería tomar eso como un cumplido?

Él rió bajo-No claro que no, quiero decir, parece que no tuviste buena noche.

Aún continuaba revoloteando todos mis libros por encontrar ese pedazo de papel, pero percibí el camino que estaba tomando la conversación.

Cuando caiga la luna. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora