El informe

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Al viento le gusta gastarle bromas a todo aquel que decide adentrarse en las bananeras cuando la oscuridad de la noche ha caído; y es que las bananeras han sido cómplices confiables de amantes, violadores, drogadictos, contrabandistas y gente del bajo mundo, con sus grandes hojas. Pero esta noche en particular, no se escuchan las voces de aquellos merodeadores frecuentes que tienen las plantaciones, de hecho, la vigilancia ha sido reforzada con soldados del Ejército que fueron enviados para mantener la paz que se rehúsa a quedarse en la zona bananera. Las plantaciones no habían tenido tanta gente en la noche, y el viento hace de las suyas al estremecer las grandes hojas de los bananos, causando gran estruendo.

El viento se reta a sí mismo al soplar con fuerza de vendaval, estremeciendo las bananeras hasta sus falsos troncos. El crujido resultante le roba la calma a un hombre que está en lo profundo de la plantación. El sujeto ha traspasado los límites de la vigilancia sin ser descubierto y tiene presente lo que sucederá si eso pasa, pero debe asumir el riesgo como parte de su labor.

–¿Asustado? – una voz a lo lejos confirma que ha llegado la persona que estaba esperando. Su acento delata que viene de las tierras del norte.

–¡Ya quisieras, hijo de puta! – le contesta el sujeto, conteniendo una sonrisa.

Ambos hombres se dan un abrazo al palpar la cercanía del otro. Las grandes hojas de las bananeras bloquean la luz de la luna casi por completo y deben depender de sus otros sentidos, en lugar de la vista.

–Veo que no tuviste ningún problema para encontrarme –señala el sujeto–. Disculpa que te haya hecho llegar hasta aquí, pero, como está la cosa, sería muy sospechoso reunirnos en el pueblo.

–Bueno, Marco, soy todo oídos. –Se dispone el extranjero.

–Primero, puedes dar parte de tranquilidad a la agencia, el Gobierno desistió de expropiar los canales de riego a la United Banana Company, pero aún no han decidido dejar quieto el Puerto de Santa Marta. –El informe de Marco ha dado comienzo.

–Es lo que esperaba–confirma el otro–, después de la jugarreta que hicimos para quedarnos con el Canal, debemos asegurarnos de suprimir cualquier amenaza contra nuestros intereses.

–Los jornaleros han sido persistentes, –continúa Marco, el sujeto, con su informe– lograron ablandar un poco a la "United" al conseguir una reunión con ellos en Santa Marta, pero la compañía no reconocerá a ninguno de ellos como sus trabajadores. No hay nada que hacer allí, pero los trabajadores no se rinden, no han venido los que podan, los que quitan la maleza, incluso, aquellos a quienes les enseñamos a usar la Bomba automatizada a vapor para que el agua llegue a las plantaciones desde los canales de riego.

–Según el señor Smith, pronto los bananos estarán listos para ser cosechados–comenta el extranjero–. No se puede permitir que maduren en la planta, ¡Se perderá mucho dinero!

–¿No es mejor que la "united" cierre operaciones acá? –pregunta Marco, pasándose la mano por su cabello, algo exasperado–. No es que los cultivos aquí les esté dando millones de ganancia, comparado con el istmo. Los jornaleros, y ahora, los ingenieros y mecánicos, no darán su brazo a torcer, y francamente, quiero salir de este lugar...

–¡Ya falta poco, Marco! –le asegura el extranjero–. Te prometo que pasarás navidad con tu familia en Brooklyn.

–¡Más te vale!

–¡Ah!, te han asignado una nueva misión. –Se acuerda el extranjero–. El país quiere tener exclusividad sobre la Oruga de Vapor de Hugo Lacouture; sabes lo que tienes que hacer.

Si la luz de luna pudiese traspasar la plantación, el extranjero vería las emociones encontradas que deforman el rostro de Marco, el espía de la agencia. La sorpresa y el enojo están riñendo entre sí. Como la mano derecha de Hugo Lacouture, el Ingeniero en jefe de la finca El Guineo Manzano; estima a su mentor y no ve nada malo en eso, porque no interfiere con su misión, la de vigilar la amenaza inminente a la United Banana Company que produce grandes dividendos a bajo costo de producción y mantenimiento, y, ante los ojos de la ley, sin trabajadores por los cuales preocuparse de pagar sueldos justos y garantizar el cumplimiento de derechos laborales.

Su nuevo encargo implica robarle a quien le abrió las puertas de su casa y le hizo un lugar en su familia, traicionando su confianza.

–¿Algún problema, Marco?

–Claro que no, Brian –responde inmediatamente.

–La razón por la que estás aquí es por la rara combinación de tus padres para traerte al mundo –expresa Brian, con su acento extranjero–, lo que te permite hablar español como uno de ellos, ya que es casi tu lengua materna, y permite mezclarte a pesar de lucir como el gringo que eres, pero sé que eres una maldita nena, y aprecias mucho al ingeniero, ¡No me hagas dudar de tu lealtad a tu país!

Los tenues rayos de sol del alba logran traspasar el escudo que les provee las hojas de banano, y Brian, el otro agente, interpreta que es la señal para retirarse de allí, por lo que le da la espalda a su compañero y subalterno, Marco Briatore, y comienza su marcha.

–Así que la idea de traer soldados paisas a reforzar la zona fue sembrada por ustedes. –Marco rompe su silencio–, porque los soldados costeños se niegan a usar la violencia, y algunos tienen familia trabajando para la "united", ¿No es así, Brian?

–¡Ya te dije que estarás en Brooklyn para navidad! –Le devuelve, sin darse vuelta, pero se detiene en seco, mirando a su subalterno por encima del hombro–. Por cierto, la hija del ingeniero es muy hermosa, aunque grosera, así me gustan...

–¡Debo elogiar tus dotes de observación! –Exalta Marco para ocultar su ansiedad–. Tan pocas horas de estar en Ciénaga y ya tienes detalles del ingeniero Lacouture, ¿Te acercaste a su hija?

–Digamos que, no me disgusta la idea de "tutearla" ...

–¡No te metas en mi trabajo! –Marco escupe con ira–. Tendrás los planos y me iré, diciendo que logré un cupo en la Escuela de Ingeniería...

–¡Eres todo un maldito espía, novato! –afirma Brian, inmutable ante tal insubordinación–, pero debo recordarte que el Tío no te paga por enamorarte.

Brian se pierde de la vista de Marco, de la misma forma como apareció, sin que éste se diera cuenta.

Amor bajo las hojas de bananoWhere stories live. Discover now