Izayoi miró su jardín por séptima vez esa tarde, hacia un rato que se le habían caído las tijeras de podar con las que iba a cortar algunas flores de ese hermoso jardín para decorar la casa, pero lo que encontró, lo que encontró definitivamente no se lo esperaba.
¡Alguien había desvalijado su hermoso jardín! Lo habían dejado pelado y con el mimo con el que lo cuidaba era extraño que alguien de la casa simplemente se hubiera dedicado a quitar las hermosas flores que albergaba. Tenía que descubrir qué había ocurrido con las flores.
Entró en el interior de la mansión aun pensando en el asunto que desde ahora le quitaba el sueño y vio una pequeña flor en las escaleras. Se paró en seco, al parecer el ladrón de flores había ido perdiendo flores por el pasillo, así que decidió seguir el rastro, pero se quedó helada cuando el rastro la llevó hasta la puerta del cuarto de su hijo mayor. Izayoi ladeó la cabeza, consternada, Sesshomaru nunca había dado señales de interesarse por las flores y mucho menos por las flores de su jardín.
Llamó a la puerta, pero al ver que nadie contestaba introdujo con cuidado la cabeza por ella, no quería que su hijo mayor le mordiera o le gritara, no sería la primera vez que la echaba de su cuarto al verla asomarse, pero nadie le recriminó, nadie la echó, porque las dos personas que estaban en la habitación ni siquiera se habían dado cuenta de que ella estaba allí, pues tanto Sesshomaru como Rin estaban completamente dormidos, rodeados de flores.
Observó sus hermosas flores escampadas por el suelo y por la cama, y las coronas que al parecer había hecho Rin, una de ellas en la cabeza de su hijo, otra en la cabeza de la niña y una tercera a medio hacer entre sus pequeñas manos.
Rin. Rin era la que había desvalijado su jardín, pero no le regañaría, estaba segura que esa era su forma de animar a Sesshomaru por el nuevo plantón que le había dado su madre y eso le parecía muy noble por parte de la niña. La verdad era que no entendía para nada a Irasue, tenía un hijo calmado, inteligente y maravilloso, y le daba mucha más importancia a los negocios que a ese pequeño que lo único que ansiaba era el amor de su madre, muchas veces pensaba que a ella la culpaba por la partida de su madre, porque Inuyasha tenía a su madre con él y él solo tenía mensajes de texto en un móvil cada mes o cada trimestre, algo frío que no le emitía el verdadero calor que debía transmitir una madre.
Miró a la dulce pareja de niños y cerró la puerta, los dejaría tranquilos hasta la cena, dejaría que descansaran ahora que Sesshomaru parecía totalmente calmado, pero se iba a cobrar lo de las flores, no con Rin, con Sesshomaru, ahora que sabía cuál era su punto débil, un punto débil con forma de dulce niña de cabello negro, aprovecharía la oportunidad. Lo bien que se lo iba a pasar...
Sonrió mientras bajaba las escaleras. Ahora estaba segura de que podrían ser una familia normal, o por lo menos tendría algo con lo que jugar con Sesshomaru para conseguir lo que nunca había podido lograr, incluirlo en los planes familiares.
Era el primer día de la semana en el que su marido cenaba con ellos y había hablado con él largo y tendido, ese mismo fin de semana se iba a coger un día libre y podrían ir como una familia normal al parque de atracciones, lo había intentado otras veces, pero Sesshomaru siempre se negaba a acompañarlos, pero ahora, ahora tenía un plan maestro y por fin podrían tener la tarde de parque de atracciones en familia con la que había soñado desde que sus hijos tuvieron altura suficiente para subirse a la mayoría de las atracciones, aunque bueno, Sesshomaru en verdad tenía altura para subir a todas, al igual que su marido sería un hombre alto, realmente alto.
—Bueno niños, vuestro padre y yo hemos estado hablando y tenemos planes para este fin de semana, ¿Se lo dices tú o yo?—Preguntó Izayoi mientras cogía su vaso de agua mirando a su esposo.
YOU ARE READING
El día que llegaste a mí
Fiksi PenggemarSesshomaru siempre ha sido un chico frío y calculador, resentido con el mundo y con su familia. Su carencia de sentimientos lo ha llevado a permanecer en la soledad de su pequeño universo, pero... ¿Qué pasará cuando una dulce niña de ojos chocolate...