Capítulo III

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A la mañana siguiente, tres seres vivos aparecieron en la cama en vez de dos. El señor Darcy no habia molestado la noche anterior, asi que habia tenido que hacer su magnífica entrada a las siete de la mañana.

Maullando salto hacia su dueña, que despertó asustada y se encontró a sí misma abrazando a Mike, que se estiró bostezando. De repente todos los recuerdos llegaron a su mente, y una leve sonrisa se formo en su cara.

-Vete de aquí señor Darcy, no eres bienvenido hoy- dijo mientras lo empujaba y salía de la cama desnuda. Agarró una larga bata de seda azul, y se la puso bajo la atenta mirada de Mike- ¿Quieres desayunar? Creo que tengo algo ¿Que te gusta desayunar?

-Cualquier cosa estaría bien, pero un café sería perfecto.

Mer agarro al Señor Darcy en brazos, y se fue a la cocina a darle de comer y preparar un Té y un Café con tostadas.

Mike se estiró una vez más y empezó a buscar su ropa por el suelo para poder cambiarse. Se fijó la hora en el celular pero aun era temprano.
El olor a las tostadas llenaba la casa y Mer había colocado un mantel a cuadros azul sobre la mesa. El café ya estaba listo y humeaba al lado del té. Un monton de potes con dulces abarcaban la mesa.

-Huelen deliciosas- murmuró Mike al entrar, sentándose frente al cafe.

-Sirvete lo que quieras, ya termino con estas tostadas y me siento.

Mike bostezo una vez más y le dio un sorbo al cafe. Sin nada de azúcar.
Mer se sentó al frente de èl y le puso bastante azucara su té, agarro una tostada y le puso algo pegajoso color marrón que Mike nunca había visto en su vida.

-¿Qué es eso?- dijo señalando la tostada.

-¿Esto?- miro la tostada buscando algo extraño- Ah, te refieres a el dulce de leche, bueno eso, es dulce de leche, es Argentino, ¿Quieres probar?

-La proxima sera- le sonrío dulcemente- no me sienta muy bien comer cosas dulces por la mañana cuando tengo un poco de resaca.

-¡Oh! ¡Claro! La resaca- se levantó y de un frasco de vidrio saco una pastilla y se la dio Mike, luego le sirvió un vaso de agua, este la tomo sin problema- Yo nunca en la vida tuve resaca, mis amigas solían decirme que era una bendecida. Igual, no tomamos tanto anoche, ¿eres un flancito?

-¿Un que? Siempre fui muy sensible a la resaca, tu  eres una bendecida, este dolor de cabeza es insoportable- sacudió la cabeza y agarró una tostada mientras cambiaba de tema- ¿Tienes un gato?

-Si, el Señor Darcy, lo encontré el mismo mes que llegué aquí, claro que en ese entonces era mucho más pequeño y pulgoso.

-Señor Darcy, que curioso nombre, voy a suponer que te gusta Austen.

-Amo Jane Austen, leí Orgullo y Prejuicio, con apenas ocho años, claro que era una versión acortada, pero da igual, desde ese entonces la amo.

Mike le sonrió con ternura imaginando una pequeña Mer.

-¿Cuantos años tienes Mer?- preguntó al darse cuenta de que no tenía idea, había dicho que había estudiado con Emilia, asi que debían tener la misma edad.
La reacción de Mer lo sorprendió, bajo la cara hasta sus manos y la escondió allí unos segundos.

-¡Sabía que este momento llegaría! ¿Cuantos años me das?

- No lose, estudiaste con Emilia, y pareces mucho más joven, pero cuando hablo contigo, pareces mucho mayor que Emilia, más experimentada-  Mer ya se lo esperaba, y no tenía idea de Cuántos años tendría él, pero era obvio que era por lo menos diez años mayor que ella- ¿30? ¿32?

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