La cama se siente fría, esta habitación no me inspira ni la más mínima confianza. Se supone que la vida universitaria es para ser independiente, y que debería agradecer al destino por haber encontrado un lugar en el que vivir, más si ese queda a una calle de la universidad. Sin embargo, tanta pulcritud aterra.
Miro la habitación como esperando encontrar una falla. No la hay.
Trato de pensar que nada pasará, soy creyente, soy fiel creyente de que las cosas buenas superarán a las malas. Trato de no pensar en que estaré alejada de mi familia, trato de no llorar, trato de pensar en que todo saldrá bien.Cuando imaginaba mi vida universitaria yo pensaba en fraternidades normales -sexo, drogas y alcohol- o roomies, pero nunca se me cruzo por la cabeza que existiera una fraternidad liderada por monjas.
El lado positivo de la cuestión es que me dieron tiempo de arreglar mis cosas en la habitación antes de invitarme a su oración de la tarde.
Hasta ese momento solo sabía que no viviría sola, faltaban varias chicas que también entrarían a su primer semestre en la universidad.
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SAINT ANNE
Non-Fiction-Tres vidas completamente diferentes. -Tres personas con firmes convicciones. -Un lugar en el que convivir. Quedarse parece la mejor solución.