Harry tiene seis años, ojos verdes, una pequeña mata de rizos castaños, y es como cualquier otro niño de su edad.
Y aunque no lo admita, también le tiene miedo a la oscuridad.
Su hermana mayor, Gemma, lo sabe y a pesar de que sí quiere mucho a su hermano no desperdicia la oportunidad de hacerle una buena broma con eso.
Cuando se va la luz una noche en su casa debido a la lluvia, ella, como cualquier niña pequeña se pone nerviosa, pero sabe que no tanto como Harry.
Tal vez para calmarse un poco a ella misma, decide encerrar a Harry en el cuarto de este, para después ir a la cama de sus padres y tratar de calmarse.
—¡Gemma, no!
Pero ya es inútil. Principalmente porque Gemma podrá ser más valiente que Harry, pero no lo suficiente como para regresar a la oscuridad para abrirle la puerta. Y Harry está asustado. Está solo en la oscuridad, los truenos que suenan de repente sin ningún aviso no ayudan en nada. Pero de ninguna manera va a admitir que tiene miedo. Mucho menos va a llorar.
O eso quiere él. Pero al final las lágrimas comienzan a salir. Tal vez en el fondo él no se resiste, de todas formas, seguro que nadie lo va a ver o escuchar, al menos eso (y con razones) cree él.
—¿Por qué lloras?
Sí, Harry se está asustando aún más de lo que creía posible. La voz se oye demasiado clara y fuerte como para ser de su madre, Anne, o de Gemma. Eso, y que nunca la había oído antes.
Pero no suena como si fuera a hacerle algo malo, no como en esas películas de terror que a veces ve cuando su mamá no lo está mirando, o lo deja ver con ella. Suena como si tuviera curiosidad, o como si quisiera ayudar.
Además, el orgullo de Harry quizá es más fuerte que su miedo.
—No estoy llorando —responde, secándose las lágrimas con la manga de su suéter, tratando de volver sus sollozos inaudibles.
—Si lo estás, no tiene caso que trates de ocultarlo. Como sea, ni siquiera sé por qué te pregunto esto, es decir, sé bien por qué lloras.
Los ojos de Harry ya se están acostumbrando un poco a la oscuridad. No se ve muy bien, pero Harry alcanza a distinguir la figura de un hombre. O al menos eso cree, no podría tener más de veintitantos, pero si más de quince.
Y Harry bien sabe que en su casa no hay ningún hombre. Menos uno así.
—Nunca te había visto en mi casa —dice, y sabe que si no se controla va a romper en llanto.
—Lo sé. Yo vivía en esta casa antes que tú. Antes de que tu familia viniera.
Harry comienza a confiar. Y es que ese chico realmente no suena como si fuera hacer algo malo, no demasiado suave y dulce, ni tampoco duro o aterrador. Como si se le estuviera presentando a Harry, nada más.
A lo mejor se confía demasiado, quizá ni siquiera debería hacerlo del todo. Pero no hay nadie ni nadie que lo detenga o al menos se lo diga.
—¿Y por qué regresaste?
—Porque te veías asustado. Estabas llorando y no me gustó verte llorar.
—¿Como te llamas? —pregunta con una curiosidad sincera.
—Louis. Louis Tomlinson si quieres saber el nombre completo, Harry.
—¿Cómo sabes como me llamo?
—Tu hermana lo grita mucho a veces.
Harry tendrá seis años, pero no es tonto.
—¿Qué eres? —le pregunta.
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Supernatural (Larry Stylinson)
FanfictionCuando se fue la luz en su casa una noche de lluvia, Harry no esperaba encontrarse con Louis, especialmente cuando bien sabía que él no vivía en su casa. Sí esperaba que Louis le contara su historia. Pero claramente, no se esperaba encontrar a Lou...