Capítulo Único

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¿Quién podría pensar en cuanta dicha podría sentir el famoso joven Adrien Agreste?

Tenía una vida de envidiar, compartiendo su día a día con una maravillosa chica, de ojos color cielo y sonrisa ensanchada.

No había podido controlar su emoción al descubrir que aquella chica a quien él perseguía en su alter ego, hacía lo mismo con él.

De lo único que se arrepentía era de no haberlo visto antes, pero ya no importaba.

No había perdido tiempo con ella, luego de un largo tiempo de ser novios, le había propuesto matrimonio. Estaba seguro de que quería pasar el resto de sus días junto a ella. Quería que fuese esa mujer la madre de sus hijos. Aunque esto último no se pudo realizar.

Cuando la azabache había quedado embarazada, sufrió un accidente, en el cual perdió a la pequeña Emma que se formaba en su interior.

El médico les había dicho que las posibilidades de que ella pudiera volver a embarazarse eran escasas. Les había recetado unos medicamentos, pero ninguno resultaba.

Finalmente, luego de varios tratamientos, lo había conseguido. Se había embarazado.

Ninguno pudo evitar sentir una inmensa ilusión. Ya habían comprado las ropitas para la futura criatura. No sabían que sexo sería pero apostaban porque sería un niño.

Mas la vida les golpeó nuevamente.

Marinette había sufrido un aborto espontáneo, debido a que su embarazo era de alto riesgo.

Sus ilusiones se hicieron añicos. Ya se habían imaginado al pequeño o pequeña recorrer por toda la casa haciendo travesuras como su padre alguna vez.

Pero ya solo quedaba en la ilusión.

Ya Marinette definitivamente no podía concebir criatura alguna.

Ella se sentía mal con él, hasta le había dicho que lo mejor sería que él buscara a alguien que sí le pudiera dar aquellos hijos tan ansiados por él.

Él ni siquiera había pensado en aquello. Le había dicho que no importaba, y que jamás volviera a decir algo como eso. Él no quería separarse de ella, nunca.

El tiempo siguió su curso.

Una luz de esperanza volvió a brillar en ellos, cuando les surgió la idea de un vientre de alquiler.

Marinette acompañó a aquella mujer durante los nueve meses de gestación. Estaba feliz, sabiendo que aquella criatura sería su hija.

El día del parto llegó. La más nerviosa era ella, mientras Adrien le decía que todo estaría bien, sin imaginarse lo que ocurriría.

La niña salió del cuerpo de la mujer. No lloró.

Los médicos salieron junto a los padres de la niña, con la cabeza gacha, murmurando apenas un "lo sentimos", suficiente para derrumbar a la azabache una vez más, al igual que a Adrien.

Siendo suficiente todo lo sufrido, decidieron dejar a un lado aquel sueño inalcanzable.

Simplemente se concentraban en sus respectivos trabajos. Eran felices juntos, pero no podían evitar sentir melancolía al ver que no pudo cumplirse por completo todos sus sueños.

Años y años pasaban, Marinette no era la misma. Cada vez se sentía más cansada, le dolía cada tanto la cabeza y solía sentirse mareada.

Adrien, preocupado, le había dicho que fuera junto a un doctor, para saber lo que acontecía.

Ella solo sonreía forzadamente diciendo un "estoy bien".

Aunque en definitiva no lo estaba.

El malestar en ella era cada vez más constante. Esta vez Adrien no aceptó un no como respuesta.

La llevó junto a un doctor, el cual le había dicho que los esperara afuera.

Marinette habló con el hombre. Este la estudió y constató una enfermedad irreversible dentro de ella.

Las lágrimas hicieron presencia.

Le quedaba poco tiempo de vida.

Rogó al médico que no comentara nada con su marido. Ya había sufrido suficiente.

Al salir, Adrien consultó lo que sucedía.

La azabache solo mintió "solo necesito más descanso. Te dije que estoy bien" con una sonrisa que no era pura.

Los meses pasaban y Marinette empeoraba.

Comenzaba a preocuparse, ya que el cabello le iba cayendo y el tratamiento no la ayudaba.

Por las  mañanas tras levantarse, Adrien miraba extraño la cama que compartían. Cada día había más cabello de la fémina desparramado entre las sábanas.

Siendo algo constante, se propuso hablar con su esposa. Presentía que algo ocultaba.

Y no se equivocó.

Entre lágrimas le había comentado que padecía de cáncer, que le quedaba poco tiempo de vida y que no le había dicho nada para no verlo sufrir por su culpa.

Los días eran grises para ambos. Él ni siquiera iba al trabajo. Quería quedarse a lado de la fémina durante el tiempo que le quedaba, luchando contra la enfermedad junto a ella.

La azabache se quedó completamente calva.

Nunca se imaginó pasar por algo así. Ver a la mujer que amaba y pensar en que dentro de muy poco ya no volvería a tenerla, le oprimía el corazón.

Ya no había sonrisas de alegría, tan solo eran nostálgicas.

Poco a poco la luz se fue apagando.

La enfermedad la venció.

La dicha del Agreste se disipó completamente cuando la perdió.

¿Cómo la vida podía darte todo y arrebatartelo así como si nada?

Nunca lo sabría. Ahora tan solo podía ir al cementerio e hincarse delante de una lápida, repitiendo solo una frase mientras depositaba unas rosas "Nunca te olvidaré".






Sí, estaba sad ;(

En serio me dolió escribir esto, pero a veces la vida de muchos es dura, no siempre se tiene un final feliz.

Espero que les haya gustado :3

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Nunca te olvidaré [OneShot] (Adrinette/Ladynoir)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora