Capítulo 24: Soy un Acosador, y tú un Asesino //Parte 2

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La vida parecía no querer prometerme el simple mar de rosas rojas que tanto quería, pues, en su lugar, me estaba acercando a uno lleno de sangre. En efecto, me arrimaba a una aterradora imagen mental de que había sucedido algo con mis padres, sin embargo, ahora se encontraba en juego mi existencia, por lo que no podía distraerme con cualquier cosa. De inmediato agité mi cabeza y enseguida escuché cómo los pies del invasor golpeaban la madera que figuraba debajo de nosotros, dándome a entender que se movía con gran ferocidad hacia mí.

—¡Eres un idiota! —le grité en lo que empezaba a esquivar con cierta dificultad aquel cuchillo que intentaba rebanarme, además, constantemente me obligaba a retroceder, pues no tenía con que defenderme, y si colocaba mis manos, no podría ver, así que no era buena idea hacerlo, pues si no... me alcanzaría.

—¡No más que tú! ¡Te mataré, así como lo hice con tus padres! —me respondió con un tono lleno de euforia; en verdad ese sujeto parecía anhelar mi sangre entre sus manos, aunque claro, no le daría ese placer—. ¡No dejaré que te quedes con ella! ¡Es mía! —exclamó él, y de pronto, tuve que agacharme porque casi me rebana la garganta, no obstante, fueron pocos los segundos en los que vi mi portátil y entonces aproveché para tomarla como si fuera un escudo, por eso cuando intentó acuchillarme desde arriba logró atravesar el aparato, lo cual me había sorprendido por la inmensa fuerza con la que había propinado el golpe, aun con eso, me alivié por el simple hecho de que no llegó a darme.

—¡Genial!, ¡ahora por tu culpa tendré que comprarme otra! —me quejé e hice contra fuerza empujando a mi acechador, y como no pude derribarlo, le di una patada con tal fuerza que lo expulsé fuera de mi habitación, segundos después chocó contra la baranda de madera que estaba afuera. Fue así que, aprovechando que lo había dejado algo desorientado busqué el aparato que me había dado Louis y lo activé, sin embargo, éste solo parpadeó—. Menos mal que era para una emergencia —dije con aparente desgane, luego arrojé la laptop con el cuchillo sobre el perpetrador de los asesinatos hacia su cabeza, atinando perfectamente, y esta agresión de mi parte, fue tan dura, que hizo que empezara a sangrar sobre su ojo izquierdo, e inmediatamente me miró con mucha ira; mi accionar lo había hecho recuperarse.

—¡No vas a escapar de esta! —volvió a repetir mientras se incorporaba, acto seguido, se fue a buscar el arma que había rebotado en su cabeza junto al aparato, y por culpa de eso, la misma se había salido de la laptop quedando algo lejos. Entonces me di cuenta de que yo aún no me había movido de mi sitio, así que salí corriendo rápidamente. Sin embargo, no llegué a pasar el pasillo porque ese bastardo se tiró contra mí tomándome del tobillo, y eso hizo que me cayera boca abajo, por lo que de inmediato, para evitar mayor daño, posé mis manos sobre la superficie, e instintivamente me giré, pero apenas lo hice, ya lo tenía encima sentado sobre mis caderas y elevando el cuchillo.

—Di tus últimas palabras, Dalton Alvey —él mostró una sonrisa macabra que se extendía por toda su cara, y ésta se vio aún más descolocada cuando un relámpago lo iluminó gracias a la ventana que estaba detrás nuestro.

—Bien... entonces diré que... ¡Lili va a ser mía aún si mi destino es terminar en el infierno! —le grité eso último y él nuevamente se encendió, lo cual provocó que arremetiera contra mí, así que no tuve de otra más que usar mis manos para defenderme. En mi desesperado intento, logré desviar la hoja, aunque lamentablemente, en el proceso, mi muñeca fue cortada—. ¡Maldición! —la sangre empezó a brotar a caudales y manchó tanto mi ropa como la de mi contrario, por lo que enseguida no se hizo esperar la risa de ese mal nacido, y nuevamente desató otro intento por acabarme, sin embargo, esta vez lo frené con mi otra mano al sujetar aquella en la que tenía el cuchillo, e inesperadamente en respuesta a mi osadía, él posó la suya que estaba libre en mi cuello empezando a apretarlo; ahora me estaba quedando sin aire.

Soy un temerario mi amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora