Capítulo dieciocho.

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Harry había decidio llevar otra vez el dibujo que hizo en la clase de arte-terapia a su consulta con el psicólogo.

James evaluaba y observaba tranquilamente la hoja.

Un blanco manchado despreocupadamente con gotas de colores llamativos y vivos, un violeta, rojo, naranja y el infaltable azul en sus dibujos. Todos habían sido tirados despreocupadamente en la hoja de dibujos de a poco y haciendo que gotitas vayan cayendo a lo largo de la blancura de la hoja.

Había ayudado a dejar prolijo su dibujo con cintas de papel, poniéndolas delicadamente antes de manchar la hoja con los colores, formando letras. Luego, había sacado las cintas revelando las figuras, para después mejorar la vista de éstas repasando con una pintura blanca.

El "Qué importan las condiciones si el amor existe." pintado sobre las lindas manchas contaba la historia por sí mismo. Y la sonrisa de oreja a oreja de Harry, acompañada por ese brillo en sus ojos, que los hacía parecer un verde agua, líquido y cremoso, ayudaba aún más al psicólogo a dar por hecho que Louis estaba haciendo bien para la salud de Harry, y viceversa, porque Louis no había tratado mal a nadie en mucho tiempo.

Existe esa persona, por ahí, en cualquier parte del mundo, en frente tuyo, al lado tuyo, o donde sea; esa persona que es todo lo que no tienes. Si eres simpático, esa persona quizá no lo sea tanto. Si esa persona ama bailar, quizá tú lo odies. Y si tú tienes una linda personalidad, esa persona tendrá la mejor manera de apreciarla y demostrarla al resto.

Es como ése alguien que hace falta en nuestras vidas. Que, a pesar de ser quizá todo lo contrario a nosotros, cuando está por fin a tu lado, te hace ver perfecto.

Cuando tomas su mano, cuando besas sus labios, unidos son perfectos. No les falta nada, porque de lo que careces, el otro lo tendrá, y de lo que sobras, al otro le faltará.

Entonces, cuando encuentras a esa persona, no importa dónde la encontraste, de a poco empiezas a curarte. Sanas las heridas de su ausencia, ausencia que no sabías que existía pero te dañaba aún así, sanarán las cicatrices que otros dejaron, sanará tu pedazo de alma, porque con esa persona el alma se completará y tendrá todas las fuerzas para curar hasta el roto corazón.

Harry había estado teniendo estos pensamientos, que aunque sonaran tan irreales y asquerosamente cursis, él los creía verdad. Así como muchos creen en una fuerza que puede controlar o no las vías de tu vida, él creía en la historia de amor, de las almas gemelas separadas. En que sus almas no existían, sino la mitad de una propia alma compartida. Cada uno con su mitad. Que debían encontrarse para ser felices, que así estaba predicho desde hacía millones de años.

Ellos morirían, sus cuerpos quedarían, pero sus pedacitos de almas volverían a estar ahí, naciendo en algún otro cuerpo más, escribiendo una nueva historia de amor, un nuevo destino para que se encuentren.

—Es bueno que estés bien, Harry. Que te sientas bien...

Harry asintió, dándole la razón. Sí que era bueno sentirse así luego de tiempo. Era una sensación que quería nunca abandone su ser.

—Sí, es buenísimo sentirme con sensaciones cursis todo el día.

Ambos rieron, porque querían y podían.

Cuando la sesión terminó y Harry pudo ir al patio a despejarse un poco, o, mejor dicho a encontrarse a Louis para llenar cerebro de pensamientos estúpidos y lindos, pudo ver en el pasillo a Niall ir en su dirección cabizbajo.

Él había mejorado notoriamente luego de lo de Hope, el tiempo había logrado curar al ya-no-tan rubio, pero aún así, cuando estaba solo (o se creía solo), podías ver fácilmente lo destruído que permanecía.

Oblivion. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora