Capítulo XXII - Te amodio.

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—No pretendo nada que no sea hablar contigo.
—Claro, por eso me trajiste a tu casa, donde no hay nadie. Si grito no podrán escucharme.
—¡No seas paranoica! Sabes que no te voy a hacer nada.. Nada que tú no quieras. —Lo golpeé en el hombro.

Entramos, nos sentamos en el sofá, me ofreció agua. Fue a la cocina y volvió con dos tazas de café, las puso sobre la mesita.

—Dijiste que querías hablar conmigo, te escucho.
—¿Qué quería Jeremy?
—Solo quería despedirse de mi, es todo.
—¿Despedirse?
—Si, hoy en la mañana se fue de viaje.
—Ah, entonces se fue. Pensé que quería decirte que ya no quiere tiempo.
—Pues no. —Me terminé el café y me levanté—. Si eso era todo... —Me haló por el brazo, me sentó con algo de fuerza en el sofá, pero sin lastimarme.
—Quiero saber si vas a ir a tu casa con tus padres.
—No, ellos están ocupados. Me quedo sola en el Internado.
—No, te vas a quedar aquí.
—¿Qué? No puedo, no tengo la autorización firmada por mis padres.
—No te preocupes por eso, yo lo resuelvo más tarde.
—Pero, no es correcto, es tu casa.
—En un futuro será tuya también. —Me hizo sonreir. No resistí más, lo besé y él a mi. Con una mano tocó la parte alta de mi pierna y con la otra acariciaba mi pelo.

—Pensé que estabas molesto por lo de Jeremy.
—Nena, no quiero hablar de eso ahora.
—Pero, yo...
—Cállate y bésame.

Con la mano que sostenía mi pierna, me pegó con brusquedad a su cuerpo. No cesaban los besos. Enredé mis manos entre sus cabellos.

Estaba sentado encima de mi, me quitó la blusa, yo le quité la camisa, todo sin dejar de besarnos. Parecíamos unos desesperados.

Bajé el cierre de su pantalón y se lo quité, dejando su cuerpo desnudo al descubierto, lancé su ropa a un lado para que no estorbara. Su mano bajó de la cintura al vientre y siguió bajando, con cada caricia me hacía estremecer. Desabrochó mi brassier y mi falda, la ropa sobraba.

Al sentirlo tan cerca de mi, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo.

Lancé un gemido, él me miró y siguió en lo suyo, ahora con más intensidad. Mis manos estaban puestas con fuerza en su espalda.

Fijó sus ojos en los míos, en ellos había deseo y pasión. Aceleró el vaivén, más rápido y más, y lo sentí, un algo extraño que comenzó abajo y se regó rápidamente por todo el cuerpo, y luego fue desapareciendo de la misma forma como había venido.

Se tumbó a mi lado. Me miraba y acariciaba con dulzura. No sé en qué momento me quedé dormida.

Cuando desperté aún se filtraba la luz del día por la ventana, pero la siesta me había confundido un poco, no sabía cuánto tiempo estuve durmiendo. Me levanté y miré alrededor y no había nadie. Busqué por toda la casa y no encontré rastros de Chris.

Un par de horas después escuché el ruido de una puerta abriéndose, bajé las escaleras hacia la entrada para encontrarme con Chris, que ya desde hace minutos se había quedado ahí parado mirándome.

—Así que vienes del piso de arriba. —Se ríe.
—Pues sí —le digo con las mejillas un poco enrojecidas.
—Entonces ya conociste lo que será nuestra habitación.
—Creo que eso es en un futuro muy lejano.
—No lo creo. Si ya dormimos juntos...
—Sí, y te fuiste.
—Pero no sabes por qué.
—Claro, si no me lo dices nunca lo sabré. Te escucho, ¿cuál es tu excusa para abandonar a una chica después de estar con ella?
—Tampoco te abandoné. Fui a encargarme de algo importante. —Lo miré interrogante—. En el colegio creen que tienes un permiso firmado por tus padres, así que te vas a poder quedar todo el fin de semana conmigo.
—¿Qué hiciste? Espero que no me hayas metido en problemas.
—Falsifiqué la firma de tus padres para poder hacer la autorización.
—¿Que hiciste qué? —dije, subiendo el tono de voz.
—Relájate, no creo que nos descubran. Lo tengo todo bajo control —dijo para tranquilizarme.
—Estás loco. —Comencé a alterarme—. Me van a botar del Internado, mis padres me van a llevar a Suiza...
—¡Hey, Sandie! —Me besó repentinamente para que me callara. Y funcionó...

EN EL INTERNADO

El grupo incitador del odio había crecido, tenían un integrante adicional, uno que haría las cosas mucho peores para todos, incluso para sí mismo.

Tenían que aprovechar la oportunidad, en el fin de semana casi todos se iban con sus familiares y el Internado quedaba prácticamente solo, lo que significaba no tener ningún testigo para sus planes. Y lo mejor de todo es que la víctima principal tampoco estaría metiendo sus narices por allí.

Así que se reunierían y planearían minusiosamente su próximo movimiento a ejecutar. Los planes tenían que salir a la perfección.

DE NUEVO EN CASA DE CHRIS

Me besó y comenzó a bajar, sentía su aliento en mi cuello, fue bajando muy despacio hasta llegar a mi pecho. Lo hice subir para besarlo en la boca. Me pegó con fuerza a su cuerpo, estaba tratando de comenzar de nuevo la guerra, su cuerpo me reclamaba de vuelta. Mis dedos se colaron entre sus cabellos. Me acarició el rostro con suavidad.

Me miró con ese brillo en los ojos que creí no ver en el estacionamiento. Con esa mirada me decía, me ordenaba lo que quería. Subimos a la habitación y nuestros cuerpos se unieron de nuevo bajo las sábanas.

Recosté mi cabeza sobre su pecho, me encantaba estar así con él. Charlando, no dejaba de mirarme como diciendo con sus ojos claros que me amaba.

Chris había dejado su celular en el sofá y yo lo había traído hasta la mesita de noche, sin revisarlo. En ese instante sonó, lo tomé y leí, era un mensaje: "Hola, guapo. Me caíste muy bien, quisiera verte otra vez. Espero tu llamada. Alice."

—¿Me puedes explicar por qué te acaba de llegar un mensaje de Alice? ¿Le diste tu número de celular?
—¿Qué? A ver... —Se lo mostré, lo leyó.
—¿Y bien? Estoy esperando que me expliques eso de que te quiere ver otra vez. ¿Y por qué rayos te llama guapo?

Triángulo Amoroso ⚠ Juego Peligroso © No terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora