Epilogue

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Evanescente, pungente, con agraciado porte y la más hermosa de las risas, bajo la luna azulada y la brisa pacífica, la inspiración decide irse y sus pies al salir derraman aberrante realidad, tan tosca, tan seca, sin seducción ni magia alguna más ...

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Evanescente, pungente, con agraciado porte y la más hermosa de las risas, bajo la luna azulada y la brisa pacífica, la inspiración decide irse y sus pies al salir derraman aberrante realidad, tan tosca, tan seca, sin seducción ni magia alguna más allá de los sentidos propios del ente en cuestión.

La realidad, aunque dolorosa, es indispensable para el individuo, porque sin realidad no se vive, sin realidad no se siente; o no lo hace como debería.

Y si el sujeto en cuestión vive entre fantasías, entonces sus dedos no son cualificados para tejer palabras, no posee la sensatez acerca de la magnífica violencia con la que se obra y se escribe sobre la hoja.

No es posible describir con total exactitud una sensación que no se ha tenido. Y para tenerla, la realidad es fundamental, es la columna que sostiene la edificación ostentosa de la inspiración. De aquella que ingresa por la ventana y se burla de la desgracia mientras seduce.

Aunque, en ocasiones, de hecho, el individuo es más natural en la realidad, vive, siente, piensa y se supera a sí mismo, aprende, adquiere tanto conocimiento que su cerebro se siente refrescado; cada lección, cada nuevo padecimiento, todo aquello que se obtiene, posteriormente será ofenda para la magnificencia de la inspiración, para su belleza. Incluso si se tiene una musa, que provoca nuevas sensaciones, que guía el arte con total empeño hacia un enfoque distinto, también será bella ofrenda, porque las novedades no pertenecen al artista, sino a su genio que las tergiversa.

FleurDonde viven las historias. Descúbrelo ahora