➳O.O

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❝No hay montaña suficientemente alta que me impida llegar hasta a ti❞

JaeMin lloraba como si dos mares hubieran sido puestos en sus ojos. Era totalmente injusto, algo inaceptable. El moretón color morado azulado seguía siendo atacado por sus dedos que pellizcaban su maltratada piel verificando si esto solo era un sueño. Y para su mala suerte todo esto era la absurda, desgraciada y horrible realidad.

Le iban a apartar de su amado.

Y se sentía impotente por no poder hacer mayor cosa. Iba a dejar que se lo arrebataran tan fácilmente. Y por eso mismo se odiaba. Por ser un maldito cobarde que no ha hecho mayor cosa para salvar la vida de su alma gemela, porque al fin y al cabo, ¿qué podría hacer un asistente de científico?

Nuevamente los lamentos hacían eco en sus oídos. Los gritos, el clamado a él, los quejidos y llanto se oían tan fuertes que lo único que pudo hacer para callarlos fue llevar sus manos hasta sus orejas y presionar fuerte. Le dolía; sentía como si eso se lo estuvieran haciendo a él. Podía sentir de alguna manera u otra el dolor de su amado, cómo le hacían daño y cómo suplicaba porque le dejaran en paz.

—RenJun... RenJun...— llamaba a la nada. Pronto llegaría el final de su hermosa y excéntrica historia de amor y él no hizo nada para salvarla.

No hizo nada para salvarlo.

Gritaba con todas sus fuerzas, sin importarle que dañara su garganta. Ese dolor no se comparaba en nada al dolor emocional que la situación le atribuía. Pataleaba, dando golpes al aire, y recitaba improperios nunca antes utilizados en su vocabulario. Estaba enojado, furioso, deprimido, triste, desconsolado.

Perdido.

Y todos sabemos que esa no es una buena combinación para un joven tan alegre y radiante como lo era cuando lo conoció.

—Me das asco JaeMin.— escupió con repulsión su compañero de trabajo. Un chico un par de centímetros más bajo que él y con una lengua tan filosa como un cuchillo. Le veía despectivo, aguantándose las ganas de propinarle un buen golpe por lo idiota que se comportaba.

¿Cómo un crío se atrevía a hablarle de ese modo?

No respondió. ¿Para que lo haría? El llanto de RenJun lo ofuscaba y no dejaba prestarle atención a algo más que no fuera eso.

—¿Me estás escuchando siquiera? Eres un idiota, me das asco, no sé cómo te puedes quedar aquí sentado sin hacer nada mientras que a Huang lo están matando.— tenía que admitir que JiSung era muy valiente. Nadie le hablaría de ese modo, jamás.

—Cierra la boca, Park.

—Decías estar tan enamorado de él, que era tu alma predestinada, que lucharías por sacarlo de este infierno y que te lo llevarías a un lugar recóndito donde nadie los encontrara. Parece que solo eran asquerosas y sucias mentiras con las que jugaste con su mente. Siento pena por ambos, pero más por ti, ya que no pudiste cumplir ni una sola promesa.

—Cállate imbécil.— y lo peor de todo esto es que era cierto. No pudo cumplir su promesa. Nunca se llevaría consigo a RenJun. No le podría dar la mejor casa del mundo. No le podría dar la vida maravillosa que un ser extraordinario como él se merece. Nunca se casarían. Nunca tendrían hijos, producto de la magia del más bajo. Nunca vivirían felices por siempre.

❝Saldremos de ésta❞ [RenMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora