Capítulo XXIII - Los que se pelean, se aman.

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—Tranquila, tú sabes que hablé con ella, ¿recuerdas? Cuando te dije que yo lo resolvía.
—Sí, pero tienes que decirme sinceramente todo lo que hiciste con ella.
—La saludé, le dije que me caía bien y la invité a cenar. Hablamos de trabajo, ella me contó de su familia, yo también. Y eso fue todo.
—¿No hubo ningún beso, caricia o coqueteo?
—En absoluto. ¿Amor, me crees, cierto?
—Pero, ¿ella te gusta?
—No. La única que me gusta eres tú.
—Está bien, te voy a creer. No quiero pelear contigo.
—Yo tampoco. —Me dio un tierno beso en la frente—. Mejor vamos a dormir, ¿si? —Asentí.
—Buenas noches, mi amor. —Le di un beso.
—Buenas noches, linda —respondió.

* * *

Desperté al lado de mi profe, me quedé como soñando despierta, pensando. Mientras, él comenzaba a abrir los ojos, me regaló una sonrisa que reflejaba felicidad.

Ese día por la mañana, Chris me preparó el desayuno. Al mediodía salimos a dar un paseo por los alrededores, nos refugiamos dentro de las tiendas para no mojarnos con unas gotas de lluvia que amenazaban con arruinar nuestro paseo. Regresamos a la casa para preparar un rico almuerzo. Después de comer, Chris dijo:

—Te tengo una sorpresa.
—¿Sí? ¿Cuál?
—Si te digo no es sorpresa. Te espero abajo en el auto.

Me dejó sola, me vestí y salí. Chris me esperaba junto al auto, abrió la portezuela, me subí. En el camino no hablamos mucho. Pasamos junto a un puesto de tacos y Chris se estacionó.

—Esto tiene que ser una broma, ¿me trajiste a comer tacos otra vez?
—Pensé que te gustaban. Es broma, al frente hay un restaurant. —Estalló en risas, le dí un golpecito en el hombro como venganza—. Ven, vamos.

El restaurant era muy fino, nos atendieron muy bien. Pasamos una tarde muy agradable, noté que Chris veía su celular con frecuencia, pero no le di importancia. Volvimos a la casa, fuimos a la habitación. Chris dejó su celular de nuevo sobre la mesita de noche.

Estuvimos charlando y luego nos besamos. El celular de Chris sonó, de nuevo un mensaje. Él lo leyó, pero no dijo nada.

—¿Quién era? —dije.
—Nadie importante.
—Pero dime, ¿quién era ese que no es importante?
—Olvídalo, mejor seguimos en lo nuestro. —Se inclinó para besarme, yo me aparté para tomar el celular y leí el mensaje: "Aquella noche que pasamos fue inolvidable, el mejor jueves de mi vida. Espero con emoción que me llames, quiero verte. Alice."
—Christopher, ¿qué es esto? —Le reclamé señalando el celular.
—Te dije que no era nadie. Tendrías que haberme hecho caso. Pero no, tenías que leerlo. —Ese cinismo no lo soporté. Salí de allí, bajé las escaleras y me quedé en el umbral de la puerta aún con el celular en la mano.
—¡Sandra, no te vayas! ¡Espera! —Puso su mano en mi hombro para detenerme.
—¡Suéltame! —le grité.
—Ok, pero cálmate y déjame explicarte.
—Me calmo —dije un poco más tranquila—. Pero no me interesan tus explicaciones. —Le di la espalda y subí a la habitación, él me seguía. Por la rabia, había salido desnuda. Me vestí, tomé mis cosas y me disponía a irme.
—¿A dónde vas?
—Lo más lejos que pueda de ti.
—Odiame, está bien, pero al menos espera hasta mañana, ¿o te vas a ir a esta hora? —Miré el reloj que estaba en la sala, era la noche. Él tenía razón, era muy tarde—. Y dime algo, ¿te sabes el camino de regreso?
—Está bien. Pero voy a dormir en el sofá.
—De ninguna manera, yo duermo en el sofá, tú duerme en nuestra habitación.
—Tú habitación, no la mía, mucho menos la nuestra —aclaré. Le tomé la palabra.

Fui a la habitación y me acosté, pero no podía dormir por más que contara ovejitas. Salí hacia la cocina por un vaso de agua, eché un vistazo al sofá. Chris estaba sentado, parece que tampoco podía dormir.

No sé por qué me acerqué. Al oír mis pasos volteó.

—Tú tampoco puedes dormir —me dijo.
—Pues, eso parece. —Sostuvo la mirada por un momento. Tomó una almohada y subió las escaleras—. Eh, ¿qué haces? —le pregunté. No me respondió, siguió caminando y lo seguí. Entró en la habitación y acomodó la almohada en la cama—. Ah, entonces voy al sofá —le dije. Me tomó del brazo y me dijo:
—Quédate conmigo esta noche. —No me pude resistir a esos ojos suplicantes. Nos quedamos dormidos abrazados. No nos dijimos ni una palabra.

* * *

Cuando desperté entre los brazos de Chris, él ya estaba despierto y me miraba. No sé cuánto tiempo llevaba así. El silencio fue muy incómodo, no sabía qué decir. Hasta que por fin se rompió el hielo.

—Si no me ocultas nada, ¿por qué no querías que leyera el mensaje?
—Porque sabía que te ibas a poner así y quería evitarnos lo que pasó anoche.
—Llevame al Internado.
—Espera, sé que no quieres oirme, pero necesito que lo hagas, el mensaje de Alice no es lo que parece, solo es una mala interpretación.
—¿Ah, sí? Cuando dice que fue una excelente noche, ¿quiere decir que fuiste, la arropaste y le leíste un cuento?
—No seas mala conmigo.
—Tú eres peor, ¿o no te parece horrible enterarte después de acostarte con tu chico que se acostó con otra?
—Yo no me acosté con Alice, es lo que trato de decirte. Solo la llevé a cenar, la cena se come de noche, ¿sabes?
—¿Cómo sé que lo que me dices es cierto? Es más, no me interesa. Esto se terminó.
—Tan cierto como que te amo. —Por un segundo todo pareció congelarse en el tiempo, y al otro instante ya estábamos de nuevo bajo las sábanas besándonos como unos locos.
—Te amo, Sandie. —Me alejé un poco.
—Lo siento. Esto se acabó. Por favor, llévame al Internado.

Triángulo Amoroso ⚠ Juego Peligroso © No terminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora