BURBUJA DE CRISTAL

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Burbuja de cristal

12 de septiembre de 2017

Hoy venía Ceci a casa. Hoy ejecutábamos todo el plan para que ella saliera con Atilio. Llegó a las siete de la tarde, yo la espe

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raba vestida y arreglada para todo el teatro que íbamos a montar, para su novio, para su mamá, para mi mamá. Temprano empezó arreglarse. Se pintó las uñas color piel, se puso base, polvo traslúcido, se hizo el cat eyes, se delineó, se puso máscara, se arqueó las pestañas. Se pintó la boca morada. La ayudé a elegir un conjunto para salir, después de una hora de debatir cómo debía vestirse. Se puso una pollera corte A de cuero, una camisa negra transparente, unas botas góticas, un pulóver con pequeñas calaveras. Y mientras ella se vestía yo respondía los mensajes de Atilio. Mamá había salido a las diez de la noche a buscar a mi hermana de inglés, él dijo: «Diez y media llego». Cecilia y yo rezábamos para que mamá y él no llegaran al mismo tiempo. Porque mi mamá sabía quién era el novio de ella y cuando viera que se subía al auto de un desconocido no iba dejarla salir. Mi hermana sabía de nuestro plan y nos dijo: «Vos –señalando a Ceci– sos una pelotuda, y vos –señalándome a mí– sos otra pelotuda, por cubrirla». A Guada le molestaba el hecho de que Ceci fuera infiel y también que saliera con un tipo al que no conocía. Cuando él llegó a buscarla, lo hizo en un Peugeot blanco. Abrí el portón y dejé salir a Ceci, le di un beso y le dije: «Estemos en contacto por Face», ya que yo no tenía celular en ese momento. Cuando se fue, tenía un nudo en la garganta, le mandé varios mensajes por Messenger y se demoró una hora en contestarme, yo tenía el corazón en la garganta. –Perra, avisame cualquier cosa. –Cecilia, la puta madre –insistí–, ¿estas viva? Estoy muy nerviosa por vos. –Sí, estoy viva. Estaba cenando. –Ok, el portón esta abierto, cuando llegués, golpeá la primera

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puerta. –¡Dale bebita! – ¿Comiste? –No, no tengo hambre. Avisame cualquier cosa. ¿Se está portando bien el flaco? No tuve más respuestas de ella, no soy católica, pero rogaba que estuviera bien. Ya que ella se estaba exponiendo, era un tipo que solo había visto una vez y que no conocía del todo bien. También le estaba mintiendo a su novio, le dijo que iba a pasar toda la noche acá. Les mentíamos a nuestras madres. Esto empezaba a preocuparme, solo esperaba que llegara bien. –Agus, ella va a estar bien –dijo Mía–, no seas tan paranoica. –Es que no conozco al tipo. Es mi mejor amiga, no quiero que le pase nada. Me asusta, solo quiero que llegue sana y salva. –Va estar todo bien, relajate. –No me contesta el Messenger, no debería haberla dejado salir. – ¡Ay Dios mío! No seas perseguida nena, el tipo se ve buena onda, aparte es lindo. –¿Lo viste? –Sí, es un bombón. –Mía, Ceci me está escribiendo. –Contestale pues – me apuró Mía. Por fin Cecilia contestó: –Sí, es buena onda, bonito y súper respetuoso. Tomamos una cerveza artesanal y comimos una pachata. ¡Me encanta! –Gracias a Dios, empezaba a ponerme histérica. –Jajaja, ¡calmate! Si es re buenito y muy tranqui. Me siento una loca al lado de él. –Es bonito –le dije. –Yo soy la que quiere saltarle a la yugular –respondió Cecilia.

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–Bueno, te dejo tranquila. Avisame cuando estés llegando. –Mía, dice que esta bien. –Ya sé –dijo Mía–, estoy leyendo con vos. Te lo dije, exagerada. Calamate un poco. –Es que estaba preocupada. –A ver, dejame ver la situación. Ella está engañando a su novio, no tiene nada de malo. Él no se ocupa de ella, el otro que tiene es un psicópata y éste es un pan de Dios, no pasa nada. –Bueno, tenés razón. –Siempre la tengo –dijo Mía con aire de superada. Luego continuó: –Yo sé que tenés que esperarla despierta para abrirle la puerta, pero yo amiga, me voy a dormir. –Ok, descansá. –Gracias. Mentir no es bueno y esta mentira podía costarnos caro. Que se enterara el novio de Cecilia, que se enteraran nuestras madres y no nos dejaran vernos más. Había mucho en juego, pero lo más importante de todo, eran las consecuencias si se rompía la confianza de nuestras madres hacia nosotras. Eso me asustaba, esta burbuja de cristal en la que estábamos metidas las dos, podía romperse y lastimarnos. Pero lo peor de todo, es lo que podía lastimar a nuestro alrededor. Esta no era la primera vez que ocultábamos cosas. Y, como nos dijo mi hermana Guada: «Cada vez que se juntan, es para quilombo». No podía negar que tenía razón, pero somos mejores amigas, ya había estado separada de ella tres años. No podía permitir que volviera a suceder, no podía volver a perderla.

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13 de septiembre de 2017

Ceci llegó de su cita a las tres y veinte de la mañana. Mi mamá y mi hermana dormían. Yo estaba que se me caían los párpados del sueño. Esa noche, cuando llegó, tomamos unos mates y nos acostamos las dos en el sillón. Luego me relató todo lo que hicieron. –No sabes Agus, es un caballero. Me abrió la puerta del auto y del restaurant, pagó la cuenta y me pidió permiso para besarme. – ¿Y, qué más pasó?, ¿cogieron?, ¿besa bien? –No, no se coge en la primera cita. Aunque cuando me subí al auto me pidió que sacara una cerveza de la guantera y habían tres preservativos... –¡Mierda! Pero es muy lindo igual. –Sí, es hermoso. –¿Qué vas a hacer con tu novio? –No sé, estoy confundida. –No quiero ser mala, pero si él no te esta tratando bien, no estan en intimidad hace un mes... creo que si fuera vos, me la juego por Atilio. –Tengo que meditarlo. –Ok. Estuvimos conversando hasta las tres de la mañana, en un momento le dije: –No puedo cubrirte más así, tenemos que dejar de hacer estupideces. –Tenés razón. –De mis amigos, ya nadie me da bola, te tengo solo a vos. – ¿Y Oriana y Rodrigo? –preguntó Cecilia. –Ya no creo que seamos amigos, no me dan bola –respondí. –A mí Oriana, la primera vez que la vi, me pareció cruel, –lue

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go Ceci agregó dudando– todo lo que te dijo... – ¿Qué cosa? –interrumpí. –Cuando nosotras dos fumabamos y ella te dijo: «Si vos te volvés una carga para mí, voy a alejarme» me pareció muy cruel. –Sí, fue un poco cruel, pero yo no puedo obligarla a ser mi amiga. Si ella siente que soy una carga para ella, bueno, cada una para su lado. Cecilia insistía: –Pero los amigos no deben ser una carga y ella, por lo que yo entendí, te dijo que sos una carga para ella. –Si la perdí bueno, pero no puedo perderte a vos. –Nunca te voy a dejar sola, y nunca vas a ser una carga para mí. Como sé que yo nunca voy a ser una carga para vos. Hicimos una promesa no volver a perdernos como hacía unos años atrás. Dicho esto, nos dormimos, con las cabezas unidas una al lado de la otra. A Rodrigo y Oriana se notaba que no les importaba. En mí estaba no perder a Cecilia, no podía permitirlo. Ceci pasó todo el fin de semana conmigo y mi familia. El sábado, a las dos de la mañana llegaron Augusto, Nerea y Camilo. Guada, Ceci y yo la pasamos increíble. Charlamos y hasta bailamos cuarteto, a pesar de que no me gusta esa música. Camilo abrió una botella de vino Finca Natalina tinto, se sirvieron en vasos y Ceci se sentó frente a la compu conmigo, ella tomaba vino de la botella. Guada, Nerea y Camilo veían una película en Netflix. Ceci salió con Augusto a fumar. Me quede enfrente de la compu mientras me dormía. Cuando Ceci entró le dije: –Tengo sueño. –¿Qué hora es? – 4:30 de la mañana.

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–¿Vamos a dormir? –Dale. Nos acostamos las dos en mi cama, que es de una plaza y media, entrabamos justito. Augusto dormía en la habitación de Guada. Ceci y yo tuvimos una idea... ella me dijo: –¿Podés creer qué Atilio está en línea y no me habla? –Mandale un mensaje insinuante. –Jajaja, no puedo. –Dale, tarada –yo le insistía. –¡Bueno dale! Aclaro que me hizo caso porque estaba un poco ebria, porque si no, no lo hubiera hecho. Es más terca que una pared. Como yo. –Le escribí: «Soñé con vos». –Ja ja ja Acostada otra vez junto a mí, empezamos a hablar de Atilio y de lo que iba a hacer con su novio. Hasta que el sueño me venció y me dormí.

14 de septiembre de 2017

Ceci se despertó sobreexcitada porque el chongo le había contestado el mensaje. Le puso: «Por favor, no me digás eso». –Definitivamente se quedó con las pelotas azules –le dije entre risas. –Jajaja, ¿vos decís? –Estoy completamente segura. Me miró y siguió hablando con él por WhatsApp. El tipo tenía voz de hotline. Hablando con ella me dijo: –Lo voy a dejar. –¿A tu novio? –Sí, me tiene harta.

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–Decile que te querés tomar un tiempo y decidís con quien te quedás, si con él o con Atilio. Yo que vos me juego por Atilio. –Nos vamos a ver el lunes. –¿Qué? ¿Y qué van a hacer? –pregunté entusiasmada. –Me lo voy a coger –dijo Ceci sin inmutarse. –¿Estas segura? –Tu primo me dijo que no tiene nada de malo el sexo en la primera cita, en este caso la segunda. Me gusta mucho. –Ok, siempre que te cuidés, esta todo bien. Ceci se fue después de almorzar, fue el mejor finde que pude pasar con mi mejor amiga. Cuando me despedí. Me di cuenta de que se iba con una decisión tomada, iba a dejar a su novio. Yo la apoyaba.

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