"Encuentro"

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–Angela se precipitó hasta el balcón alterada ¿Cómo era posible que ella se encontrara allí? ¿Cómo se le ocurrió hacer algo tan peligroso e imprudente?

–¡Fareeha!... ¿Acaso te has vuelto loca? – preguntó al tiempo que abría las puertas del balcón.

La mujer de bronceada piel entró a paso lento y comenzó a quitarse su armadura parte por parte sin decir nada, lo cual provocó que la rubia se exasperara y con tal de conseguir su atención se plantara delante de ella, las manos le descansaban sobre sus caderas y tuvo que cambiar su expresión a una más severa a la fuerza.

–¡Responde de inmediato, Fareeha! Esto no es un juego.

La egipcia quien ya había terminado de quitarse la armadura, la miró a los ojos, decidida –Estar sin ti es peor que morir. Yo... Ya no pude seguir alejada por más tiempo, tenía que verte... Necesitaba tanto verte que cuando me di cuenta ya me dirigía hacia aquí.

Suspiró entristecida –Mi dulce niña. Creí que estabas decidida a... terminar lo nuestro, quise darte espacio y respetar tu decisión, pero la verdad es que... Te he echado tanto de menos.

Ambas se estrecharon en un fuerte abrazo sin decir nada más. Aquellos meses habían sido peor que una tortura para las dos bellas mujeres y al estar así de cerca se dieron cuenta que podrían haberlo perdido todo sólo por orgullo.

–Estás tan fría– le dijo acariciando uno de sus fuertes brazos.

–Hay una forma en la que ambas podríamos entrar en calor– informó estrechándola aún más fuerte.

La rubia se sonrojó de pies a cabeza –¿Ahora? ¿Aquí mismo?

La alzó con facilidad y la llevó como princesa hasta su escritorio donde la depositó con cuidado – ¡Vamos!...Han pasado más de cinco meses de la última vez que tú y yo hicimos el amor. Además ya es la madrugada, el hospital se calma un poco a esta hora... a menos que haya algún accidente, por supuesto.

Su rostro se puso aún más rojo –¡Está bien! Pero... cierra la puerta con traba y si sucede alguna emergencia... tendré que irme sin importar nada.

Asintió emocionada, rápidamente dejo la puerta bien cerrada, volvió a donde su mujer y la besó con pasión hasta que ambas se quedaron sin aliento –Ah... cuanto extrañaba esto...

–También yo– coincidió mientras comenzaba a quitarle lentamente su sostén deportivo –Te has mantenido en forma, como siempre.

–Tú también, mi ángel– replicó sacándole su bata blanca. Desprendió su camisa amarilla por completo y le subió la falda hasta dejar expuesta su panty.

–Tu piel... La quiero– murmuró la rubia y sin previo aviso comenzó a lamer lentamente uno de los pezones de la exótica belleza.

Soltó unos pequeños gemidos, la sujetó por el cabello y se lo soltó, logrando que varios mechones dorados cayeran desordenadamente por sus hombros y pecho.

–Angela... Yo también quiero probarte. Ahora– desprendió el sostén de la rubia y lamió con ímpetu uno de sus pezones, mientras que con la mano que le quedaba libre jugueteaba con su otro pezón –Tan...suave... Como siempre... Y... Ahora, la mayor de las delicias– bajo lentamente cubriéndole el vientre de tiernos besos que la hacían suspirar, acarició sus piernas y las abrió para luego acomodarse cerca de su parte más íntima, corrió su ropa interior con cuidado y utilizó su lengua para estimular los labios exteriores de su amante, acto seguido entró de lleno en sus labios internos lamiendo con vehemencia, llenando su boca de sus sabrosos jugos. Angela ahogó un grito y decidió que lo mejor era taparse la boca con ambas manos por si se le escapa a algún otro ruido –¡Oh, vamos, hermosa!... Déjame escuchar tu voz– le pidió exasperada.

–No... Si alguien se diera cuenta de lo que estoy haciendo aquí, me metería en problemas– repuso con preocupación.

–Y yo que quería hacerte gritar– protestó con frustración. – No importa... Ahora,  necesito más espacio– corrió algunos de los papeles que había sobre el escritorio, cerro su laptop y la dejó sobre la silla –¡Mucho mejor!... Recuéstate, querida... Voy a hacer lo que hace mucho ambas deseamos tanto...– la rubia obedeció sin oponer la más mínima resistencia, lo cual me dio la pauta a la morena de que ambas estaban igual de urgidas, eso sí que era excitante. Se quitó las botas y su calzado corta de un tirón. La necesidad que tenía de sentir a su belleza suiza era inconcebible.

–Te amo... Fareeha– murmuró con dulzura.

–También te amo... Angela. No volvamos a separarnos nunca– le suplicó mientras se subía sobre ella.

–Nunca jamás... Mi amor– aceptó abriendo sus piernas, lista para recibir la mayor cantidad de placer por parte de la mujer que amaba.

La egipcia le sujeto pierna derecha con firmeza y la posó sobre sus fornidos hombros, se acomodó sobre la otra pierna de la rubia y se pegó lo suficientemente a ella como para dejar sus partes íntimas a escasos milímetros. Suspiró hondo y comenzó a dar suaves embestidas, logrando que sus labios y los de su amante se unieran en un constante roce, la zona íntima de ambas se ponía cada vez más húmeda y cálida brindándoles un placer difícil de describir. Sus respiraciones agitadas por tanto movimiento sonaban como el dulce cantar de un ruiseñor. Ninguna dejaba de mirarse ni por un instante, no querían perderse un solo segundo de la extasiada expresión de la otra. La habitación que en un principio estaba algo fría, ahora ardía por el fuego de la pasión de aquellas preciosas mujeres.

–An...Angela... Creo que estoy a punto– jadeó ya sin aliento.

–¡Ahhhh... También yo, Fareeha! No te detengas, continúa sólo un poco más– le suplicó rebasada por las emociones tan fuertes que le provocaba aquel encuentro tan íntimo y fogoso.

–Cómo órdenes mi diosa– respondió sonriente y paulatinamente aumentó el ritmo del vaivén de sus caderas. Se mantuvo así por varios segundos, sudando y casi sin respiración, pudo notar como su hermosa mujer ya estaba en su punto máximo de placer. Era hora de llegar juntas al éxtasis. Durante sus movimientos finales, antes de acabar, acarició los senos de la rubia con un poco de rudeza, pero ella no se quejó ya que entendía la intensidad del momento. La morena dio un última embestida y pudo sentir como aquella cálida humedad se extendía en su entrepierna y en la de su compañera, cayéndole incluso por la parte interna de los muslos. Se dejó caer sobre la rubia y la abrazó con fuerza.

–Te amo tanto, mi querido ángel– murmuró sin aliento.

–También te amo, mi preciosa gatita– le respondió con dulzura y luego la cubrió de besos en los labios y las mejillas –Creo que ambas tendremos que darnos un baño– comentó divertida.

Soltó una risita – Cuando volvamos a casa, tomaremos un baño juntas y continuaremos con esto... Una sola vez no basta para saciar mis ganas– aseguró abrazándola con fuerza.

–Todas las que tú quieras, amor– le dijo correspondiendo aquel reconfortante abrazo.

♡Fin♡

~Mis días sin ti~Where stories live. Discover now