|Oscuridad|

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Fui tras de ti una noche.

Dominado por el indiscreto y primitivo sentido de la curiosidad.

Las tres de la mañana. Siempre la misma hora. Siempre la misma rutina.

Saliste de tu departamento a pasos ligeros, con las manos en los bolsillos de tu sudadera y la mirada en tus pies. No estoy seguro de si sabías que te seguía. Supongo que no. Al menos no esa primera vez.

Caminamos durante media hora. Cuadra por cuadra, sumergiéndonos en la oscuridad.

Y entonces, como algo mágico, te vi alzar la mirada por primera vez. La luz de la luna iluminaba tu perfil suave y perfecto. Tus pómulos redondos a pesar de tu delgadez; sonreíste, no había hoyuelos en tu sonrisa, pero aún así sentí que esa sonrisa, en algún otro momento del espacio-tiempo habría desprendido una luz que dejaría ciego a cualquiera. A mí en primer lugar.

Delineé con mi mirada tu silueta. Tus blancas manos se posaron sobre la reja frente a ti, nunca bajaste la mirada mientras la abrías. Como si los Santos y los demonios, junto a todas las almas que ahí reposaban estuvieran cernidas sobre ti. Delineé tu barbilla, tu respingada nariz. Me detuve en tus ojos. Y una tristeza absurda me invadió. ¿Qué debía hacer ahora?

Tus ojos siempre ocultos, jamás expresivos, no parecían ser capaces de reflejar vida alguna.

Fruncí el ceño, molesto. Entraste al cementerio pero no te seguí. Me quedé de pie ahí perdido en el retrato sin vida que había quedado grabado en mi mente; yendo y viniendo entre mis opciones. Pero me vi incapaz de encontrar una respuesta.

El susurro de las Flores (Drabbles)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora