Malinterpretación. (Parte 1)

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                Miró el reloj una vez más. 5:54 pm… Jaehyo había citado a Jiho a las 6:00, sin embargo llevaba esperando casi media hora porque llegó mucho antes para hacer tiempo ahí y pensar un poco más lo que le diría, para escoger sus palabras con cuidado. Estaba nervioso. A decir verdad, no sabía cómo reaccionaría el menor, era demasiado impredecible. Su actuar era muchas veces indiferente hacia él. Cada vez que le pedía su opinión acerca de algo, Jiho simplemente asentía con la cabeza. Honestamente, Jaehyo nunca sabía lo que el menor estaba pensando. Le era imposible, y odiaba eso. Jiho era dos años menor que él pero destacaba de entre las personas de su edad debido al aire de madurez y frialdad que emitía. Jaehyo sabía que no era completamente así, sin embargo. En sus momentos más íntimos era capaz de ver al cálido Jiho, un lado que el menor jamás mostraba excepto en esas ocasiones. Y eso era lo único que hacía llevadera la inseguridad de no saber qué sentía el menor realmente. Le reconfortaba el hecho de que había algo de Jiho que sólo él y nadie más podía ver, algo que el menor sólo compartía con él. Se reconfortaba a sí mismo pensando que ya llegaría el día en que Jiho le dijera sus sentimientos, y esperaba que ese día fuese aquel. Eso era parte de su nerviosismo, también.

                —Lamento llegar tarde —dijo Jiho, acercándose a donde se encontraba Jaehyo.

                El mayor miró la hora una vez más, “6:10”. Se había pasado 46 minutos pensando en tonterías, mas no en lo que debía pensar. Su nerviosismo aumentó.

                —No te preocupes —titubeó Jaehyo, y tosió para hacer su voz más firme.

                —Lo que me vas a decir es malo, ¿no es así? —dijo el menor de repente.

                Jaehyo lo miró desconcertado y pensó «¿Cómo lo supo?».

                —Estás jugando con tus dedos y miras hacia abajo. Cuando haces eso es porque algo malo pasó, pasará o está pasando y te es difícil decirlo —explicó, aparentemente leyendo sus pensamientos también.

                Eso le molestó en sobremanera. ¿Por qué Jiho podía ver tan bien a través suyo pero Jaehyo no podía hacer lo mismo con él? No era justo, no era para nada justo.

                —Sólo dímelo, mientras más pronto mejor —dijo Jiho en esa indiferente voz suya.

                —Lo que sucede… —comenzó Jaehyo—. Ya sabes que este es mi último año de secundaria y que después de graduarme en dos semanas más tendré que entrar a alguna universidad, dar el examen de admisión primero y eso…

                —Y te irá bien. Eres inteligente, hyung, si es que eso es lo que te preocupa —le sonrío el menor.

                Jaehyo contempló su sonrisa. Pudo ver al cálido Jiho que veía sólo en ocasiones, a ese que sólo él podía ver. Su corazón se aceleró.

                —Bueno, lo que pasa es que… —continuó, mirando hacia abajo y tragando saliva estruendosamente—. Me iré a estudiar a Seúl, Jiho —dijo al fin, y miró al menor para examinar su reacción.

                No obstante, no hubo mucho que ver. Jiho simplemente miró hacia abajo, pero la expresión en su rostro seguía sin decirle nada. Intentando adivinar cómo se sentía y pensando que quizás estaba enojado y quería una explicación, añadió:

                 —Intenté averiguar en las universidades que están más cerca de aquí pero no tienen la carrera que yo quiero estudiar —concluyó apenado.

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