Único Capítulo

10 2 2
                                    



—¡Corre! Huye, te lo suplico, vete, yo intentaré contenerlos lo más que pueda, pero termina de irte por favor —le dije, pero ella de una vez contestó:

—No... No me iré, ¡me quedaré aquí contigo! No podrás con todos ellos tú solo.

Jazmín era una sobreviviente que mi escuadrón de rescate había logrado salvar. Nuestra misión era venir y rescatar a todos los vivos que aún no estuvieran infectados para así llevárnoslos a Oceanía, el cual era el único continente sobre la tierra que no fue arrasado por esa plaga. Mis compañeros en este momento estaban ya en el puerto esperando junto con los demás sobrevivientes.

—¡Al suelo!—gritó Jazmín.

Terminé acostado de boca al piso para escuchar cuando esta propinó un disparo. Miré atrás y uno de esos muertos estaba tirado sobre la calle.

La isla estaba completamente a oscuras, sin electricidad, eran las seis de la tarde y a las ocho en punto llegaría el barco. Ya el capitán se había comunicado conmigo, estaban cerca del puerto. Debíamos correr hasta el lugar, los autos estaban todos sin gasolina. Andar a pie era peligroso, pero no nos quedaba más remedio.

—Larguémonos de aquí —dijo Jazmín mientras empezaba a correr. La seguí, mirando detalladamente hacia los lados por si alguno de esos desgraciados se aparecía. Jazmín corría a toda velocidad, parecía una gacela.

A sus 24 años tenía que vivir en tan horrible epidemia. Lo que pareció ser una simple gripe se propagó a niveles mundiales, matando a centenares de humanos, pero ese fue el problema inicial, cuando la enfermedad mutó sencillamente los humanos infectados empezaron a atacarse entre sí, matando en instantes a unos y contaminando a otros para que en seis meses el mundo estuviera totalmente muerto... sólo unos pocos humanos habían logrado sobrevivir.

Oceanía, al ver el problema inicial, cerró sus puertos y aeropuertos, nadie logró salir ni entrar. Las medidas fueron drásticas en su momento, hasta crueles, según muchos, pero luego fueron agradecidas. Una vez que se decidía buscar sobrevivientes con estrictas reglas de salud y de seguridad, y se empezaron a enviar escuadrones a buscarlos por todo el mundo. Algunos con éxito, pero otros jamás regresaron. La situación era crítica. También se enviaba a buscar comida y suministros por avión en países cercanos.

Era una pesadilla, pues esos muertos caminantes no eran como los de las películas de terror, estos eran más rápidos y astutos... sencillamente eran depredadores humanos que mordían todo lo que se movía y no sólo era para saciar el hambre, ellos disfrutaban de lo que hacían.

Las calles estaban desoladas, bañadas en sangre seca, todos los establecimientos saqueados con sus vidrios y puertas abiertas, la isla estaba desierta... era un área muerta.

Jazmín miró hacia atrás, me sonrió, guiñó un ojo y me dijo:

—Corre más rápido Gustavo, tienes tres elegantes y sangrientos muertos corriendo detrás de ti.

Me detuve en seco y me di la vuelta. Uno me atacó, pero primero le propiné un golpe en su rostro y por tener la carne podrida sin mucha dificultad, su cabeza salió desprendiéndose de su cuello, para rodar por el pavimento.

—Uno menos —grité— sí que huelen mal estos desgraciados bichos —Pensé.

El segundo se lanzó ante mí, pero antes de siquiera tocarme cayó de rodillas al suelo. Pues Jazmín desde mi espalda le había puesto una bala entre ceja y ceja.

Ella se colocó a mi lado y me dijo:

—Déjate de juegos mi vida, debemos apurarnos, en media hora llega el barco —Jazmín jaló del gatillo y asesinó al tercer muerto viviente, quedando solos en medio de la carretera.

Puerto MuertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora