- Hey hermosa, ¿quieres que te lleve? – pregunto un hombre desde la camioneta. No lucia mal, incluso, le pareció guapo, así que se subió y comenzó a planear todo en silencio.
- ¿De donde eres corazón? – pregunto Annabelle. Esta vez no le importo ser un poco hipócrita.
- Soy del pueblo de aquí adelante, voy a ver a mi hija, que se quedo sola en casa, tiene dos años, la cuida su nana. – “No me importaba escuchar tu historia, pero no hay de otra. Tal vez el tenga una gran alcancía. Y al mencionar a la nana, me acabo de dar cuenta de que no tiene esposa.”
- Y… ¿En que trabajas? – preguntó muy tranquila.
- Soy jefe de una empresa de bienes raíces. – contesto el hombre.
- Wow, de seguro tu esposa es muy feliz, - dijo para sacar la información que necesitaba. - así que no tengo idea de por que la engañarías conmigo.
- No tengo esposa, soy papá soltero. – dijo con la mirada fija en la carretera.
- Sin duda, ella es una estúpida por dejarte. – soltó una risilla.
- Quisiera llegar al coito ahora, si no te importa, hay un bosque adelante. – dijo el hombre un tanto desesperado.
- Está bien. – contesto ella sacando el cuchillo de su bota suavemente.
El hombre dirigió la camioneta hábilmente por el sendero, cuando la camioneta se detuvo, después de haber pasado unos quince minutos, el hombre le poso la mano en la pierna izquierda, la comenzó a bajar poco a poco hasta llegar a su sexo, fue el momento perfecto para que ella pusiese el cuchillo en la garganta del hombre, el la soltó de inmediato y ella salto al asiento de atrás, incluso se había vuelto muy ágil para lograrlo.
- No te muevas, - dijo Annabelle presionando el cuchillo en la garganta de su nueva presa. – de lo contrario, quedaras desangrado aquí mismo. La billetera. – le dijo al hombre, obligándolo a que lo hiciera.
El hombre se levanto solo un poco y ella le presiono mas el cuchillo, por si quería intentar algo, el hombre le entrego la billetera y muy hábilmente, ella la abrió con una mano.
- Christian Andrews. Me aburre… - se burlo. – Tu hija es hermosa, de seguro no le importara si la visito, además, no sabrá nada si le digo que soy su mami.
- No te atre…
- Tú no te atrevas. – dijo mientras le hacia una pequeña incisión en la garganta.