21.

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-¿No crees que esa falda es demasiado corta?

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-¿No crees que esa falda es demasiado corta?

Emilie sintió como su rostro se calentaba por completo y deslizó sus manos con rapidez por los pliegues de la falda que llegaba un poco arriba de la mitad de sus muslos.

-Claro que lo sé, pero era esto o caminar por toda la escuela con pantalones mojados y ser suspendida. -Susurró, escuchando varias risitas alrededor, silbidos y algunas obscenidades.

¿Era normal que antes de si quiera salir rumbo a la escuela tu madre rociara con agua los pantalones? Diablos, sólo a ella le pasaban cosas así y era un desastre.

Apenas y había tenido tiempo de gritar, correr escaleras arriba y buscar desesperadamente que ponerse antes de que se le hiciera más tarde. Eso si contábamos con que los otros pantalones ya no le quedaban y había una política en su preparatoria de llevar el uniforme completo e impecable, y Emilie muchísimas veces había pasado por alto aquella norma, ganando castigos y un aviso de que si volvía a repetirse quedaría suspendida. Y ella más que nadie sabía que si eso pasaba, estaría jodida.

Así que había tenido dos opciones, o utilizaba los pantalones totalmente húmedos y se arriesgaba a ser suspendida o utilizaba una de las pequeñas faldas que su hermana por estar unos años más abajo en la escuela tenía... Y sus mejillas en ese momento eran un indicativo de cual de las dos opciones había tomado.

Emilie no era tímida y muy regularmente solía utilizar prendas pequeñas, pero una cosa era usarlas fuera de la preparatoria y otra era caminar dentro de ésta con ellas. Y una de las razones estaba ocurriendo en esos momentos.

Al ser dejada por su amiga por tener clases en otro sitio, los chicos estaban gritando estupideces a medida que ella caminaba por el corredor. Lo peor era que sus mejillas estaban sonrojadas al escuchar y la incomodidad que sentía al tener tantos ojos encima la estaba haciendo sentir molesta y asfixiada en cada paso.

Y cuando una mano impactó en uno de sus muslos desnudos por la parte de atrás, ella tuvo que respingar y respirar con fuerza, escuchando los gritos de más imbéciles de fondo.

-Bonita falda, muñeca, perfecta para dar palmadas mientras me montas.

Emilie sintió su sangre hervir cuando escuchó aquello y que los tarados siguieran gritando no estaba siendo de ayuda.

Con lentitud se giró y cuando se topó de frente con el chico, tuvo que apretar las manos y morderse la lengua, viendo la sonrisa engreída que éste le estaba dando mientras la recorría con la mirada.

No era sorpresa que los jugadores de fútbol americano tomaran confianza entre las chicas por todos los juegos que ganaban, y es que el equipo de su preparatoria era muy bueno. Pero estaba ese gran error que los caracterizaba, y era que creían que cualquier chica podía ser tocada sin su consentimiento. Y Emilie no tomaba esas confianzas con nadie.

Ella no podía negar que era muy abierta con su sexualidad y que en esos momentos se encontrara divirtiéndose con alguien más, pero ella misma había aceptado y no la habían abordado. Y quizá ella estaba exagerando al pensar en eso, pero era muy distinto ser tocada por él a que alguien de su mismo equipo viniera y lo hiciera.

Hey, BieberDonde viven las historias. Descúbrelo ahora