Capítulo 19 El que juega con fuego...

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Sujeto: Raúl Cortez

Edad: 18 años

Año: 1756

Hora local: 13:01:39

Día: Viernes

Clima: ???

Ubicación: Stone Know. Nivel 5.

Eitan me va a matar cuando se entere de esto, ni que decir de Hoshigawa.

Suspiro. ¿Qué estoy haciendo?

Desde que nos asignaron la limpieza de los niveles superiores (o sea del nivel 4 para arriba) he usado cada excusa a mi favor con tal de escabullirme en el Nivel 5 para visitar a la señorita Sphiret, a pesar de que me ha dejado en claro que mi presencia no es de su agrado, en más de una ocasión.

No nos dejan salir ni para ir a clases, pero nos sacan a la fuerza para limpiar como castigo.

Maldita sea ¿Por qué tenía que ser tan bonita? Tiene buena forma, no es precisamente esbelta pero es delgada, su encantadora silueta con las caderas en su punto, piernas bastante elegantes, una piel suave y cautivadora, un rostro de mil amores, y unos pechos que con solo verlos... ¡Ah! ¡No! ¡No soy pervertido! Ajem. Bueno, supongo que puedo decir que no los tiene tan grandes pero yo diría que están en su punto.

En fin. Nunca me he enamorado antes, claro, he visto a chicas muy hermosas en la Capital, pero nunca paso de un simple gusto corriente y pasajero, al fin de cuentas ninguna quiso nada conmigo, y cuando me lo decían en la cara simplemente me hacía a un lado y seguía con mi camino.

Mi interés por ellas menguaba con el tiempo, cada vez que una me rechazaba simplemente iba con otra para conseguir el mismo resultado, sin embargo, por alguna razón que aún no puedo explicar, en el fondo, muy en el fondo, cuando era rechazado por ellas me sentía aliviado, como si me hubieran librado de una carga muy pesada.

¿Qué era ese sentimiento? No era amor, definitivamente no lo era, tal vez lo buscaba y no lo encontraba, a lo mejor solo buscaba a alguien para que me hiciera compañía.

Ahora que lo pienso, esto no ocurría en Carmely, mi tío cuidaba de mí, me mantenía ocupado trabajando y entreteniéndome cada vez que podía, como lo extraño.

Pero volviendo al tema, no fue sino hasta que llegue a la Capital donde comencé a sentirme mal, puede que el infortunio de mis padres me haya afectado, sí, creo que eso era.

Necesitaba distraerme con algo, recuerdo que vi a un chico oriental amasando una montaña de dinero en una mesa dentro de una habitación aledaña al patio de honor, creo que era un puesto de guardia que estaba en mantenimiento, nadie los molestaría allí, era un grupo numeroso de cadetes de la Academia, era el primer día de clases, el acto de inauguración que se realizaba por tradición después de clases me aburrió así que me las arreglé para salir del patio de honor aprovechando la multitud, padres de familia, parientes y amigos de los recién llegados ardían en ganas por ver a sus seres queridos formar con su nuevo uniforme, como ese no era mi caso decidí salir de allí tan rápido como pude.

Me acerqué a esos chicos para verlos mejor y si, efectivamente, se trataba de una apuesta ilegal, pero lucrativa.

De los 5 mil hozirans que mi tío me dio para el mes aposté 4 mil, algo imprudente de mi parte ahora que lo pienso, no obstante mi buen juicio se fue cuando la "suerte" me sonrió y duplique el dinero, no podía creerlo, 8 mil hozirans, la baba se me caía y los ojos me brillaban en ese entonces.

Decidí jugar un poco más para ver cómo me iba, craso error, terminé perdiendo todo lo que tenía, la había cagado, en grande.

Pero entonces el chico oriental se me acerco, y lanzo una oferta que solo un loco habría aceptado, aún recuerdo sus palabras como si hubiera sido ayer.

El Lamento de los HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora