Una taza de café por la mañana

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La cálida mañana empezaba y el ruido de la calle daba sus primeras notas. Los rayos del sol entraban por las ventanas que estaban a su alcance, en uno de los departamentos, había alcanzado las sábanas de una cama cuya ocupante aun seguía durmiendo.

La calidez del sol alcanzó a la joven quien movió una pierna de forma perezosa, luego la otra, pero la postura final era incómoda, intentó acurrucarse pero eso terminó por despertarla.

Con desgana, abrió los ojos y miró hacia la ventana, a su derecha. A veces le gustaría que su cama no estuviera tan cerca a la ventana, pero menos le gustaría perderse las vistas que le ofrecía y la posibilidad de acceder a ellas sin mayores esfuerzos.

Esa mañana, como muchas otras, decidió tomar una taza de café, mirando, a través de esa ventana, como la ciudad se preparaba para una nueva jornada. Recordando el tiempo en que era parte de todo eso, y comparándolo con su presente, aquella decisión, aquel riesgo que tomó y que nadie apoyó. El deseo de ser independiente, no solo de un padre manipulador y controlador, ni de un jefe explotador, sino de una vida en la que ella no tuviera el control.

La joven sonrió, bebió un sorbo más de café y se quedó pensando en las posibilidades a futuro.

El desván de las ideasWhere stories live. Discover now