Revivir.
Mérida.
La pulsación no se detenía, martillando sin cesar, corría a lo largo de mi cuello hasta la esquina de mi frente. El cabello de lado derecho aun no crecía y ahora rapado, con una roja y muy fea cicatriz adornaban mi cabeza, el resto de mi cabello solo llegaba a mi hombro derecho si lo veía del lado correcto hasta se podía decir que era como cualquier otra mujer. Sin secretos, sin remordimientos una mujer sin pecados pero que ahora ya no podía parar.
Apreté los dientes, a lo lejos podía oír a los perros ladrar, algo los estresaba y los tres guardias frente a la puerta de cristal los intentaban calmar a gritos, sonreí. Ya que los tres grandes rottweiler se habían percatado de mi presencia pero los estúpidos dueños a un no. Coloque el silenciador en la punta de la pistola mientras corría a lo largo de la barra metálica que colgaba sobre ellos. Las finas telas se movían contra el viento y ocultaban mi presencia ni siquiera les di tiempo de mirarme, la detonación de tres balas acabaron con ellos. Los perros se soltaron de sus ataduras ladrando en mi dirección, si no se callaban rápido los demás guardias se darían cuenta de mi presencia, con ayuda de mis manos gire para caer frente a ellos, sus lomos subieron listos para atacar.
–Tishina (silencio)- gruñí y los perros sentaron sus enormes traseros sacando la lengua hacia un lado de sus afilados colmillos. Efectivamente, sus órdenes se daban en ruso.
Alexandre no había cambiado nada desde la última vez que mi hermano entro a su refugio robándole una invaluable pintura. En aquella época eras joven y estúpida Mérida.
Acaricie sus cabezotas -khoroshiye rebyata (buenos chicos)-susurre y –otsyuda (fuera de aquí)- empuje sus cabezas hacia el corredor los quería lejos. Revise las grabaciones de mi móvil, patio trasero, cocina estaban libres, los chicos del segundo piso estaban enfriándose en la piscina y los estúpidos que vigilaban el frente estaban más interesados en mirar el culo de Lena.
La muy perra estaba haciendo un excelente trabajo, primero se encargó de colocar mini-cámaras por todo el lujoso lugar y después embutirse en un minivestido de puta que le quedaba de muerte. Esa zorra seguía teniendo su estilo.
Negué con la cabeza las cosas habían cambiado mucho en estos trece meses.
Mire el reflejo en los altos cristales de la puerta, cuero negro moldeaba cada silueta de mi figura sobre mi hombro sobresalía la empuñadura del nodachi que Lena me dejo. El punzante dolor me nublo por un minuto la vista, tenía que darme prisa.
Sacudí mi cabeza, sostuve la pistola y recorrí la puerta de cristal. La habitación era espaciosa y estaba en penumbra los muebles de veían caros y una gran cama llena de tela dorada cubría la espalda de una mujer de largos cabellos negros.
Me acerque cuidadosamente, aleje algunos cabellos para ver a la bella durmiente. Levante una ceja cuando reconocí a Vanessa Vivenco.
-¡Vaya!- esta sí que era una agradable sorpresa.
El sonido del agua correr me saco de la imagen que daba la señorita mis California.
Guarde el arma en la funda de mi pierna y me acerque hasta la puerta del baño, el golpe de vapor que me dio en la cara me saco de balance. ¿El chico se estaba bañando? ¿O acaso se pretendía cocinar? joder esto estaba más caliente que Lena y el vapor evitaba tener una buena visión del señor Adonis.
Borron y un puño casi conectaba con mi quijada, el segundo puño me golpeo a un costado sacándome el aire, evite caer al piso girando sobre mi eje, pateando la rodilla y barriendo la pierna en un giro rápido. Callo de rodilla pero se recuperó nuevamente, era una putada el maldito vapor me hacía más torpe con mis movimientos y este mastodonte desnudo anulaba mis golpes.