Nosotros

7.

—Vas a ir.

—Que no.

—Que si.

—Javi, por favor...

—Vas a ir.

—Que no.

Llevaban así en bucle ya una hora. Las ansiadas vacaciones de Amaia en Barcelona con su hermano habían sido estropeadas por esa maldita llamada. Los rumores de su separación con Alfred hacían arder las redes. Alguien había visto a Amaia por Barcelona y allí había empezado todo ¿Que hacía Amaia en Barcelona sin Alfred? ¿Como podría ser que estuvieran en la misma ciudad y no se hubieran visto? ¿Eso significaba algo? ¿Crisis?¿Ruptura? Durante las últimas 24h el móvil de Amaia ardía: miles de notificaciones inundaban sus redes sociales con las mismas cansinas preguntas. Esto había provocado que sus representantes activaran un plan de emergencia; lo habían nombrado el plan J: Jamie Callum.

Sencillo, fácil y esperaban que eficaz. El plan J consistía en dejarse ver en el concierto de Jamie Cullum juntos horas antes de que empezase la pre-party de Madrid. ¿Que significaba eso? Mostrar a los fans que su relación iba más allá de los eventos de Eurovisión. Tendrían que hacer stories y colgar alguna foto en su Instagram para confirmar su "cita" juntos. Amaia sabía perfectamente que Alfred estaría encantado, como no, ir al concierto de uno de sus artistas favoritos y además publicarlo en todas las redes para que la gente se enterase era todo un regalo. Y si tenía que soportar a Amaia durante unas horas más pero a cambio podía conocer a Jamie Callum ya aceptaba encantado de la vida.

—Amaia por favor... —le suplicó Javi—. Pon de tu parte y facilítanos el trabajo.

—¿Pero tu sabes lo que me estás pidiendo?

—¿Quieres o no terminar con todo el revuelo de las redes? ¿No me decías antes que estabas harta de todas las notificaciones y de todo lo que han provocado?

—Si... —Amaia musitó maldiciendo el momento en que se lo dijo a Javi ya que ahora su hermano lo estaba utilizando a su favor.

—Pues si es así, vas a ir.

—Pero Javi...

—No Amaia. Basta —su hermano se cuadró. Esa estúpida conversación empezaba a sacar ya lo peor de él—. Me da igual que ya no quieras seguir teniendo una relación él, me da igual que desees no verle más y me da igual vuestra guerra pero al concierto vas a ir si o si. Y que no se hable más.

—¡¿Pero me vas a dejar hablar o no?! —le gritó Amaia cabreada. Javi la desafió con la mirada y asintió—. Me alegra realmente saber que te da igual todo pero, ¿tu sabes que esto para mi es más una putada que un regalo? Yo solo quería descansar, escuchar música y conocer a productores en estas vacaciones. ¡Y ahora me están jodiendo todo esto y más! Que ahora encima tengo que renunciar a un día de libertad para ir a Madrid, a soportar un concierto que ni me gusta para ir a hacer el paripé de que todo va bien en mi vida. Pues no, no me da la puta gana.

—¿Y que hay del contrato? —Javi había dicho la palabra mágica, el peor enemigo de Amaia. Esas hojas de papel firmadas eran su peor pesadilla ahora mismo. Amaia suspiró y se dejó caer en un sofá del salón del piso de su hermano. Estaba entre la espada y la pared, o mejor dicho, estaba entre una jauría de periodistas hambrientos de rumores y Alfred.

—Voy a ir —accedió finalmente. No tenía más opciones, ningún salvavidas que la salvase de esta. Javi sonrió, por fin había conseguido lo que se había propuesto. Estaba satisfecho de sus palabras, parecía que había conseguido que su hermana recapacitase y viese la realidad de todo—. Pero, con una condición.

La sonrisa desapareció de la cara de Javi y ahora era Amaia la que sonreía. Tenía una única condición, una petición que tenía nombre y apellidos.