CAPÍTULO 30

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¿CUÁNDO DEJÉ DE ODIARTE?

- Deborah no... -Un grito desgarrador salió de una madre desconsolada por su hija al escuchar el tiro, había disparado.

Seguimos...

Un cuerpo yacía en el suelo cubierto de sangre, Cristina lloraba. Sentía su corazón helado, cada partícula de su ser parecía estar sufriendo, sentía una opresión en el pecho aunque nada le había pasado, su cuerpo estaba bien, la bala no la tocó, pero sí a alguien que era parte de ella, Federico se había interpuesto entre ella y la bala que Deborah en su desquicio disparó.

NARRA FEDERICO

Muchos a mi alrededor tratando de ayudarme; escuchaba gritos muy a lo lejos. Cuando vi que Deborah estaba a punto de apretar el gatillo no lo pensé dos veces, por instinto y necesidad protegí a esa mujer que con su carácter e impotencia al principio, vino a pintar mi vida lúgubre de hermosos colores, lo haría de nuevo si fuese necesario, ella alberga a un ser maravilloso además de ser la mujer que amo, no permitiría que nada malo le pasara; si la bala hubiese impactado en ella si la que ahora estuviese aquí fuese ella, jamás me lo habría perdonado.

Tenía una mano en mi abdomen puesto que de ahí brotaba la sangre, segundos o minutos después, no sé en este estado no logro calcular nada, siento como Doña Consuelo coloca un pedazo de tela tapando la herida y con ella hace presión en esta, no siento nada, ya no me duele, el dolor fue fuerte cuando rodaba por las escaleras sintiendo como ese hierro me perforaba; ahora solo siento un frío recorrerme y como si tuviese mucho pero mucho sueño, algo me inquieta, sí, es la voz de mi Cristiana, escucho sus fuertes sollozos, dice una y otra vez que me ama, que no la deje, logro entre abrir mis ojos y veo que está al pie de las escaleras junto a mi cuerpo, tiene una mano en su pecho y la otra en su ya abultado vientre, ahí está mi hijo, ahí está el fruto de nuestro amor; nuestro retoño, ya no sé si pueda verlo...Gimo de dolor.

NARRACIÓN OMNISCIENTE

Deborah estaba en shock, esa bala no era para Federico, ella quería quedarse con él, no le quería hacer daño, a la que quería matar era a Cristina, pero ahora nada podía hacer ya había disparado pero no cumplió su cometido, estaba agitada, sus ojos brillaban de locura, varios peones lograron dejarla inmóvil luego de quitarle el arma, por otro lado Doña Consuelo ya había logrado parar el torrente de sangre con el vendaje que casi haciendo maravillas logró atárselo, Candela, una de las tantas cocineras había llamado una ambulancia, informaron al doctor de confianza de la familia para que todo estuviese listo.

- Candela por Dios, ya hace mucho que llamaste -En realidad no hacía ni un minuto, pero la situación era grave- Nada que llega. -Dijo preocupada, Federico parecía palidecer a cada segundo un poco más.

- Ya no tarda señito, no tarda -Aunque sólo era una empleada más, sabía que esta situación era fuerte, era notable lo mucho que sufriría su patrona Cristina con la pérdida de su esposo, y lo mucho que con ella lo haría también Doña Consuelo.

- Cristina por favor calmate, hazlo por el bebé, si sigues así algo malo te podría pasar -Su hija respiraba fuerte mientras no paraba de sollozar, no decía más que "fue mi culpa"

La ambulancia llegó y todo fue rápido, Cristina discutió hasta lo último con la poca fuerza que tenia en su cuerpo y su alma para ir al lado del cuerpo de ese hombre que tanto la amaba, y ahora hasta su vida había expuesto por ella, se sentía culpable, la bala no era para él, pero entendía, ella sin medir consecuencias hubiese hecho lo mismo por él, porque lo amaba con la misma intensidad, si había algún rastro de duda del amor que sentía por Federico ya se había ido, estaba completamente segura que su corazón ya tenía dueño, ya tenía propietario, aunque ahora... Estaba en riesgo!

¿Cuándo Dejé De Odiarte?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora