8.

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  —A ver ustedes dos, yo no me quiero poner en medio de todo, ¿entendido? —cuando Ana vio a sus amigos entrar a la sala fue directa a ellos con un discurso que se había preparado mentalmente minutos antes. Cuando recibió la llamada de Amaia proponiéndole que fuera con ellos no sabía si aceptar o no. Los dos eran sus amigos y no quería problemas con ellos, pero cuando Amaia empezó a insistirle no pudo negarse—. Que yo os quiero mucho a los dos y no quiero que... ay...

Los dos se lanzaron a los brazos de Ana a abrazarla. Hacía demasiado tiempo que no la veían y la echaban de menos, igual que a los demás compañeros de la academia. Pocos sabían la verdad, solo Aitana y Ana, ya que cuando Amaia se lo contó todo a Aitana era cuando esta estaba de promoción de Lo Malo con Ana. Como Aitana se encontraba en Los Ángeles, su única aliada ahora era Ana.

—Yo también te quiero Ana —le contestó Alfred separándose ya de ella. Ana lo miró con ojos tiernos y luego miró de la misma forma a Amaia.

—Ay mis niños... Hoy nos lo vamos a pasar bien, ¿verdad? —los dos asintieron y le sonrieron. Alfred se disculpó un momento y se fue a hablar con su representante. Quería saber en que momento conocería al cantante, no podía esperar más, se moría de ganas.

—Mi niña... ¿cómo estas? —Ana aprovecho que se quedaron solas para interesarse por Amaia.

—¿Quieres sabes la verdad o la ficción? —le respondió esta observando a su alrededor asegurándose que nadie las oía.

—Emm... ¿las dos? —le contestó dudando su amiga.

—La ficción: genial, estamos muy enamorados y no nos podemos creer todo lo que estamos viviendo —su rostro cambió de golpe y se puso más serio—. La verdad: días de todo pero por lo general estoy hecha mierda.

—Amaia... Amor... —Ana la abrazó con todas sus fuerzas. Quería transmitirle toda su fuerza y apoyo en ese abrazo. No eran buenos tiempos y a Ana se le partía el corazón ver a sus dos amigos destrozados. Ella vio nacer ese amor y ahora lo veía morir—. Lo siento mucho.

—Ay Ana... no sientas nada, si no es tu culpa —Amaia le cogió la cara con sus dos manos y le sonrió. Minutos antes le había prometido a su amiga que se lo iban a pasar bien y así sería. Intentaría verle el lado positivo a su martirio.

—Perdonen —un acomodador que había aparecido de la nada las interrumpió. Amaia se sobresaltó al ver oír ese hombre detrás suyo y Ana se rio de la situación—. El concierto va a dar comienzo en nada.

—Gracias, ahora mismo entramos —agradeció Ana y cogiendo a Amaia de la mano entraros a la sala del concierto. Al verlas entrar, otro acomodador las acompaño hasta sus asientos. Alfred ya se encontraba ahí ocupando su asiento de primera fila, deseoso de que empezase el concierto. Ana le tocó la cabeza cuando pasó por su lado y se sentó en la silla que estaba al otro extremo de Alfred, dejando la silla del medio vacía para Amaia.

—Ana... —Amaia abrió la boca pero Ana le dijo ya que no con la cabeza. Veía las intenciones de su amiga de cambiarle el asiento así que siguió negando con la cabeza. Resignada, Amaia se sentó y bufó. Por lo menos tenía a Ana a su otro lado.

En el mismo instante que Amaia se sentó, el concierto empezó. Jamie Cullum apareció en el escenario y la gente empezó a aplaudir, Alfred casi se dejó las manos. Y de repente, la música empezó a inundar la sala. Era un concierto sencillo, él y su piano, su piano y él. Las manos le iban solas en el teclado y su voz salía clara y cálida. Canción tras canción, Amaia se iba emocionando más. Le estaba gustando, realmente estaba disfrutando, tanto, que incluso se animó a hacer algunas stories y un breve directo. Pensó que este gesto le gustaría a todo el mundo.

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